Casos bonitos y casos de libro

«No existen enfermedades sino enfermos». Por mucho que los libros de medicina insistan en mostrar los patrones de signos y síntomas de cada enfermedad como algo estándar, lo cierto es que, en la práctica, nunca una misma enfermedad se manifestará exactamente igual de una persona a otra. Qué le vamos a hacer, la realidad es así de puñetera y compleja.

De hecho, casi nunca una enfermedad es tan típica como para ser exactamente igual en todos los síntomas y signos a los comentados en los libros. Una persona tendrá algunos de aquí, otros de allá… otra persona puede que sólo tenga 1 síntoma muy leve y nos dificulte el diagnóstico… Por eso, cuando una determinada persona muestra todos o prácticamente todos los síntomas o signos típicos de una enfermedad concreta es lo que llamamos «un caso de libro». Un recuerdo de que, de vez en cuando, los astros se alinean y la teoría y la práctica coinciden.

Además del «caso de libro» en medicina tenemos el «caso bonito». ¿Y qué es un caso bonito? Es todo aquel caso que es capaz de causar entusiasmo en un médico por su descubrimiento. Un caso bonito puede ser un caso de libro relativamente poco frecuente, una enfermedad curiosa o de manifestación peculiar (como las que aparecen en House) o con ciertos signos muy específicos. De la misma forma que los microbiólogos admiran la capacidad de los virus para infectarnos y matarnos, los médicos a veces nos asombramos en cómo la enfermedad tiene sorprendentes formas de manifestarse en los pacientes. Estos casos, además de causar entusiasmo lo transmiten: son los que triunfan en las sesiones clínicas de los hospitales y en las publicaciones de casos clínicos.

Visitando el blog del Doctor Bonis me encontré con un vídeo muy majo parodiando el caso bonito y el entusiasmo de los médicos hacia él. Por cierto, los sketchs de médicos de José Mota suelen ser fenomenales.

Si usted es un caso bonito, no se preocupe. Su médico contendrá su entusiasmo delante de usted (salvo ogros o entusiastas irreprimibles con bata, que también existen) y, todo lo más, le pedirá una foto para que se convierta en el centro anónimo de admiración de los médicos cuando hablen de usted y de su enfermedad entre bambalinas.

4 comentarios sobre «Casos bonitos y casos de libro»

  1. Yo-yo-yó!! Yo tengo uno de cada uno:

    Durante una consulta (casi) cualquiera creí que le estaba respondiendo un cuestionario a mi médico: casi todas las respuestas eran bien/mal (concentración, memoria, sueño, apetito, ánimo, etc) y para toda pregunta había respuesta. Yo pensaba «¿cómo me pregunta justamente esas cosas y no otras?», yo, que consultaba por calambres frecuentes, creía que todo eso eran detalles sin importancia. ¿Diagnóstico? Trastorno depresivo mayor… de libro.

    Ahora, en el dentista:
    Resulta que mi maxilar inferior no es simétrico: el hueso es más pequeño en un lado; y una de mis muelas del juicio está ahí, con sus graaandes raíces incrustadas en la parte más chica del hueso, demasiado cerca de algún importante nervio cuyo nombre olvidé… sólo sé que debe ser importante porque el dentista dijo «hay que tener cuidado, porque si lo paso a llevar, te paralizo la mitad de la cara. (…) Lindo tu caso, oye»

  2. A mí en el dentista me pasó algo parecido de lo de @Layz. Las muelas del juicio de abajo me salieron tumbadas, y me las tenína que extraer, pero la raíz del diente (creo que era eso), estaba muy cerca de un nervio. Total, que me anestesian la zona para sacar una de las muelas, abren la encía y al quitarme la muela dice el doctor: «Mira, ahí se ve el nervio. Pues sí que estaba cerca.»
    Saludos!

  3. jejeje, mi hermano tiene una anécdota también con el dentista. Para que tuviera hueco suficiente en la mandíbula y así ordenar y colocar bien sus dientes mediante aparato, le extrajeron los premolares. Después de mucho esfuerzo por parte del dentista, cuando por fin sacó uno, descubrió que tenía 3 raíces y se puso contentísimo porque sólo encuentras un caso por decenas de miles de personas. Cuando se puso a sacar los demás premolares y comprobó que también tenían 3 raíces no cabía en sí de gozo. Mi hermano, viendo que sus dientes eran tan especiales, los quiso él también pero el dentista le comentó no sé qué escusa de elemento biológico y se quedó con ellos más feliz que una perdiz.

    Seguramente ahora el caso de mi hermano aparezca descrito en alguna publicación de Ondontología como algo excepcional, pues todos los premolares eran de 3 raíces (lo que sufrió el pobre en las extracciones…).

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