Después de estudiar tantos días patología general no he podido evitar ver una cantidad bastante considerable de enfermedades que sufre el ser humano en mayor o menor frecuencia. Lo suficiente como para que a un hipocondríaco le diera un ataque o una persona normal empezara a temer más por su salud.
Son miles de enfermedades las que existen y aún muchas que no se han descubierto, además de otras nuevas que aparecerán con el tiempo. Es cierto que la frecuencia de la mayoría de ellas es baja. Pero si sumas las frecuencias de todas te das cuenta de que al final, lo más raro es estar sano, lo que sería en un principio lo «normal». Y conforme pasa el tiempo y se van cumpliendo años la frecuencia de esas enfermedades aumentan más y más, hasta que al llegar a la vejez estar completamente sano es una mera utopía. Y por mucho que la esperanza de vida vaya aumentando y la mortalidad descienda, la morbilidad (el porcentaje de personas que sufre de alguna enfermedad) sigue constante o va en aumento.
Hace siglos, quien padecía una enfermedad relativamente grave estaba prácticamente condenado. Sin embargo, ahora es la era de las enfermedades crónicas, con tratamiento constante y curación imposible hasta la fecha lo que único que puede hacerse es retrasar la hora de la muerte (SIDA, cáncer, arteriosclerosis, hepatitis, etc).
¿Por qué un sistema tan complejo como el ser humano tiene tantos puntos débiles? Si cada mecanismo regulador o defensivo que combate las enfermedades pueden ser a su vez causa de ellas, ¿llegan a merecer la pena? Se sabe que existen organismos microscópicos que son inmortales y pueden vivir perfectamente toda la eternidad si no se los lesiona o su ambiente cambia radicalmente. Con un sistema biológico muchísimo más sencillo que el que poseemos nosotros.
Quizás no sea la supervivencia lo que persiste en conseguir nuestra complejidad biológica sino una repercusión defectuosa de ella. Conforme el número de elementos y las relaciones entre ellos en un sistema se va incrementado, las vulnerabilidades también lo hacen.
Podría ser que la razón por la que seamos tan complejos es simplemente evolutiva. Los organismos a lo largo de la evolución van siendo más y más complejos. Pero si eso significa a su vez poseer un mayor número de posibles vulnerabilidades a costa de una mayor adaptación al ambiente, ¿está entonces la evolución limitada? ¿O la solución de esas enfermedades será padecerlas sin que lleguen a causar la muerte, siendo la mayoría enfermos crónicos?
Sólo hay que pensar en un rasgo diferencial del ser humano, la inteligencia. El paradigma de la complejidad humana y que, a su vez, provoca incontables enfermedades relacionadas con ella que en organismos más sencillos no existen por carecer de ella. La socialización humana, repercusión de ella y que crea también enfermedades, las llamadas «enfermedades sociales».
¿De qué nos sirve entonces nuestra complejidad? ¿Somos simples víctimas del proceso evolutivo? ¿O puede que con nuestro rasgo más complejo (la inteligencia) podamos conseguir realmente la eternidad y la superación de esas vulnerabilidades?
Shora.
Me sosprende no encontrar comentarios a una cuestión tan interesante como ésta, que lleva tanto tiempo editada.
«… Quizás no sea la supervivencia lo que persiste en conseguir nuestra complejidad biológica sino una repercusión defectuosa de ella…»
No entiendo esta frase, pero creo que no es correcta. La evolución selecciona en función de las limitaciones a la reproducción. Pasado el periodo fértil, que en la gran mayoría de los mamíferos termina con el segundo tercio de la vida, lo que pase con los individuos es indiferente para que los macanismos evolutivos. Se da la paradoja de que una mutación presente en un gran número de individuos centenarios, codifica también la presencia de cardiopatía isquémica precoz, por debajo de los 35 años. Es decir, los individuos que sobreviven a esa enfermedad, tienen muchas más posibilidades de alcanzar edades avanzadas. ¿Curioso, no?
Por otra parte se conocen especies, los meros, por ejempo, de los que no se conoce la edad límite, en principio, en ausencia de predadores o accidentes, podrían vivir eternamente… No son sólo seres microscópicos.
No está nada claro por qué los mecanismos de reparación de ADN que tan bien funcionan, van perdiendo eficacia con los años. La idea del desgaste es muy intuitiva, pero no es sostenible sin más.
Te recomiendo vivamente la lectura de un libro: Biología de la muerte. Lo he prestado y no te puedo dar los datos de autores y editorial, pero si estás interesada ( ¿posible tema para tu carrera investigadora? ) y no lo encuentras, te puedo mandar esos datos.
Irreverente:
«Me sosprende no encontrar comentarios a una cuestión tan interesante como ésta, que lleva tanto tiempo editada.»
Es normal, ten en cuenta de que es una de las entradas antiguas. De cuando por el blog se pasaba algún alma en pena de casualidad xD
Ah, bueno, y porque los comentarios del blog aún no estaban en Haloscan (un servicio de comentarios) y no podía exportarlos aquí.
«»»¦ Quizás no sea la supervivencia lo que persiste en conseguir nuestra complejidad biológica sino una repercusión defectuosa de ella»¦»
No entiendo esta frase, pero creo que no es correcta.»
Pues, si te digo la verdad… no sé exactamente ahora a qué me refería. La frase es un tanto ambigua… Creo que me estaba refiriendo a que lo que persiste es una supervivencia con trabas: Con la aparición de achaques, enfermedades limitantes, etc.
«Por otra parte se conocen especies, los meros, por ejempo, de los que no se conoce la edad límite, en principio, en ausencia de predadores o accidentes, podrían vivir eternamente»¦»
¿Puedes decirme dónde lo has leído? ¿En «Biología de la Muerte? Nunca había escuchado que organismos «superiores» pudieran ser inmortales.
El libro… ¿puede ser éste?:
http://www.agapea.com/libros/Biologia-de-la-muerte-9788474916669-i.htm
El tema me interesa, más por curiosidad e interés personal que por una posible aplicación práctica futura.