En estos duros tiempos de depresión económica, la Sanidad ha sido una de las principales víctimas de las medidas de austeridad. Lejos de aprovechar el momento para realizar reformas y optimizaciones en el sistema de salud, se ha optado por la torpe maniobra de pasar la tijera y dejarlo casi todo tal cual está. En lugar de reforzar los cimientos y eliminar lo superfluo, se opta por ahorrar en los materiales que forman toda la estructura sanitaria, dejándola en un progresivo deterioro. Mientras tanto, alertan cínicamente del derrumbe de su sostenibilidad los mismos que están ahorrando en su mantenimiento. La Sanidad requiere de unos buenos gestores que extirpen las neoplasias sin dañar al resto del sistema sanitario. Desgraciadamente, no parece que este sea un lugar para refinamientos quirúrgicos, aquí se llevan las amputaciones.
Recortar, sin reformar, en Sanidad es grave ya por sí mismo, pero si a ello unimos una población con cada vez mayor riesgo de pobreza y afectada psico-socialmente por estos tiempos tormentosos, el cóctel resulta explosivo. Muchas de las consecuencias ya están sucediendo, invisibles, otras las veremos dentro de unos años. Pero sin estudios médicos que los saquen a la luz, sin evidencias que destapen estas vergüenzas, los responsables de estas medidas no tendrán que rendir cuentas a nadie, no ya legalmente (en un lugar en donde la corrupción campa a sus anchas), sino también moralmente. Por eso, es estrictamente necesario levantar la voz y proponer públicamente los siguientes estudios médicos, imprescindibles para evidenciar el peso de sus acciones. Para que vean la realidad a la cara y se sientan responsables (si tienen un mínimo de empatía) pero, sobre todo, para que ellos sepan que nosotros lo sabemos a ciencia cierta y que es el primer paso para actuar en consecuencia.
1. Estudios de gasto sanitario en tratamientos de nula o dudosa utilidad o fármacos «me too»
¿Cómo puede ser que un país, en el que se recortan miles de millones en Sanidad, no haya tomado rápidamente la decisión de renunciar a la financiación pública de tratamientos cuya eficacia es nula o dudosa según la evidencia científica? ¿Cómo puede un país, que obliga al repago de fármacos a los pensionistas, financiar nuevos medicamentos que no ofrecen mejoras terapéuticas pero son inmensamente más caros? ¿Cómo puede un país gastar alrededor de 100 millones anuales sólo en fármacos como los condroprotectores, cuando se sabe, desde hace años y sin lugar a dudas, que son inútiles, mientras se cierran servicios de salud y quirófanos en hospitales?
En un país dónde el 1,27 % del PIB va a medicamentos no nos podemos permitir comprar humo medicamentoso a precio de oro. Y si las autoridades creen que sí, que digan por qué.
Un estudio que cuantificara el gigantesco volumen de gasto que supone estos tratamientos para nuestro sistema de salud tendría unos resultados tan rotundos que sería imposible mirar a otro lado. Clamarían respuesta porque es criminal recortar en servicios básicos sanitarios mientras se gastan millonadas en caprichos farmacéuticos.
2. Estudios de la incidencia de suicidios
Todos los intuimos, pero especialmente los psicólogos y los psiquiatras: los suicidios podrían ir en aumento… pero no hay todavía ninguna manera de demostrar si esa así y por qué. Si alguien se suicida como consecuencia principal de estar en el paro, perder el trabajo o intentar sobrevivir a la precariedad laboral, nadie se enterará, porque no aparecerá en ninguna estadística. ¿La razón? El Instituto Nacional de Estadística, que recoge año a año las cifras de suicidios, no tiene en cuenta los factores causales/desencadenantes. Sin embargo, sí sabemos que el suicidio es la primera causa de muerte violenta en España, por delante de los accidentes de tráfico y que los países con mayores penurias por la crisis como Grecia sufren un evidente aumento del número de suicidios. Si la DGT realiza estudios para conocer las causas de siniestralidad y toma medidas con respecto a ello, ¿por qué no se realizan estudios sobre suicidios, que producen más muertes? ¿Vamos a consentir que este tabú se convierta en eterno y hacer como que el problema no existe?
Hay un miedo generalizado, tanto entre políticos como entre los medios de comunicación, a hablar sobre el suicidio por temor a un «contagio». En realidad, si la información que se ofrece sobre el suicidio sigue una serie de criterios básicos no sólo no fomenta la inducción a más suicidios sino que es una poderosa herramienta para disminuir su incidencia. Lo hemos podido ver a lo largo de la historia de varios países. Australia, por ejemplo, ante un incremento dramático del número de suicidios en los años 80, creó una Asociación para la Prevención del Suicidio. Esta asociación emitió una serie de guías a los medios de comunicación y se realizó una campaña mediática en 1987. El trato de los medios con respecto al suicidio cambió, los casos de suicidio disminuyeron en más del 80 % a partir de esta campaña y el índice de suicidios se mantuvo bajo desde entonces. ¿Cómo vamos a realizar campañas de prevención del suicidio en España si ni siquiera se reconoce ni estudia este gran problema? Es necesario presionar con estudios científicos a los políticos para demostrarles la magnitud del problema y su responsabilidad en el asunto.
3. Estudios de mortalidad y morbilidad (enfermedad) antes y después de los recortes sanitarios
Es de sentido común: muchas veces, lo barato termina saliendo caro. Cuando esto lo trasladamos al terreno sanitario las consecuencias son aún más nefastas: «ahorrar» en tratamientos efectivos no sólo terminará saliendo más caro económicamente con el paso del tiempo, es que a ello irá añadido un empeoramiento general de la salud de la población y una mayor mortalidad. ¿Por qué? Veamos un ejemplo. Si dejamos sin atención sanitaria rutinaria a los inmigrantes, sus enfermedades irán empeorando hasta que, cuando ya no puedan aguantar más, acudirán o los llevarán a Urgencias con un problema médico difícil de atajar y mucho más caro de tratar. Así, si a un inmigrante con VIH se le deniega el tratamiento cotidiano de su enfermedad, más tarde o más temprano terminará en Urgencias para, posteriormente, ser ingresado en el hospital con una grave inmunodeficiencia.
Además de lo anterior, dejar sin atención sanitaria a los inmigrantes no sólo les perjudica a ellos, también al conjunto de la sociedad en materia de enfermedades transmisibles. Si una persona inmigrante con tuberculosis no recibe su tratamiento se convertirá en un trasmisor de la enfermedad. Así, en el futuro, en lugar de pagar el tratamiento de una única persona habrá que pagar el tratamiento de ésta cuando esté en un estado avanzado y los tratamientos de aquellas que se contagien.
Los jubilados tampoco están a salvo de los tijeretazos sanitarios. Afectados por recortes indirectos en sus pensiones, tendrán que pagar por adelantado un 10 % de sus medicamentos, con un tope de 30 euros en 3 meses, siendo lo demás reembolsado. Parece una minucia, pero con unas pensiones cada vez más raquíticas en un país con cada vez más impuestos y con Comunidades Autónomas que pagan tarde, mal y nunca a las farmacias, no faltarán jubilados que tengan que decidir entre sus tratamientos y otras necesidades como la comida, la luz, el agua o ayudar a sus hijos en paro. Una omisión de tratamiento en personas tan vulnerables como los ancianos puede tener desastrosas consecuencias.
En Grecia, ya se está evidenciando las consecuencias de los recortes en Sanidad. En el último Congreso de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales de Ortopedia y Traumatología, se presentaron unos resultados inquietantes: Investigadores del país heleno detectaron un aumento en la demora, estancia y mortalidad por fracturas de cadera al tiempo que se usaban implantes y fármacos más baratos. ¿Y los costes totales por la atención al paciente? Lejos de disminuir, aumentaron.
El tratamiento eficaz contra enfermedades no es un lujo en el que se pueda recortar, es una necesidad que, a la larga, disminuye sufrimiento humano y gasto sanitario. Las enfermedades no dejan de empeorar por una crisis económica. De hecho, como consecuencia de ella y del estrés desencadenado, suele conducir a un empeoramiento de la salud en la población si no existen niveles adecuados de protección social.
Nunca hay que olvidar que en Sanidad no sólo cuestan los tratamientos o el personal sanitario, también las personas que están enfermas o mueren tienen un elevado coste: humano, emocional (para ellos y su entorno) y económico para las cuentas del Estado. Por eso, es necesario que se realicen estudios epidemiológicos sobre cómo evolucionarán la morbilidad y la mortalidad antes y después de los recortes sanitarios que se están llevando a cabo en nuestro país. Si los políticos son los responsables de llevarlas a cabo, también son los responsables de las consecuencias de sus acciones. Y si se termina comprobando, mediante estudios, que sus decisiones han conducido a un aumento de mortalidad y de morbilidad en la población deben rendir cuentas. Cuando un médico causa daño a un paciente por una negligencia también debe rendir cuentas. Los responsables de la Sanidad Pública no deben ser menos, tienen a millones de pacientes a su cargo.
Me levanto y aplaudo ante esta entrada, Esther. Gracias por escribirla»¦
Gracias, me alegro que te guste.
Todo se basa en la ansia de mas dinero de personas en el gobierno. Yo conozco a algunas personas en mi pais que adquieren licitaciones publicas de productos, suministro y equipos medicos. Ellos compran el producto muy economico y el estado lo adquiere a un precio muy alto. Y en esto participan los empresarios y los funcionarios del gobierno, es decir se ponen de acuerdo.
Hola:
Todavía no he acabado de leer, solo he leído el punto 1, pero me afecta directamente. Tengo una malformación en ambas rótulas, mi traumatologo me mandó un condroprotector que tengo que tomar para toda la vida, y tengo 25 años, y ya hace un par de años que lo tomo, con un descanso de un mes cada cuatro meses. Y mi duda es:
¿No sirve de nada?Llevo gastado un buen dinero en ese medicamento, y el que me queda por gastar, y realmente no sirve para nada?Es un dineral que voy a gastar el resto de mi vida, y dices que no sirve para nada…
Mireia: Según numerosos estudios clínicos realizados, los condroprotectores no ofrecen mayor mejoría que un placebo y, por ello, se retiró de la financiación pública de numerosos países:
http://www.hemosleido.es/2012/01/10/accion-reaccion-no-deseable-de-las-evaluaciones-sobre-medicamentos-nosotros-tambien-somos-el-comprimido_blog/
Por favor, ¡referencia lo que dices! Resulta más fiable y no es que dude de tu palabra, pero no se pueden decir cosas como: «¿Cómo puede un país gastar alrededor de 100 millones anuales sólo en fármacos como los condroprotectores, cuando se sabe, desde hace años y sin lugar a dudas, que son inútiles?» sin demostrar de alguna manera que es verdad.
Estoy segura que sabes muchísimo más que yo del tema pero estoy segura de que si no cabe duda de lo que dices habrá diferentes estudios que lo respaldens. Debemos acostumbrarnos a utilizar las referencias no solo para trabajos «serios» sino para cualquier tipo de publicación y más si es onilne (por la difusión que tiene). Cualquiera puede inventarse lo que quiera desde su personal punto de vista y resultar muy veraz, de ahí la importancia de referenciar. Solo es un consejo.
Darki:
Tenías el enlace con referencias sobre su eficacia en la palabra «condroprotectores». Al leer tu comentario, lo he vuelto a poner en «que son inútiles» para que a nadie se le escape.
Los suicidios si que se registran desde el Juzgado en el INE al ser muertes violentas. Otra cosa es que no los publiquen. Se sabe que son suicidios porque pasan por el forense. Evidentemente no el por qué se suicidó.
Claro que se registran, no ha dicho lo contrario, sino no sabríamos que va en aumento, lo que dice el artículo, es que no se estudian sus causas, como se hace en los accidentes de tráfico, se pone suicidio y punto. En tráfico clasifican el accidente segun causas.
No obstante se podría saber por qué una persona se suicidó llamando a los familiares a declarar al Juzgado o pasando el expediente a servicios sociales, pero habría que cambiar la ley.
Así que durante este tiempo estabas en un frío, húmedo y oscuro sótano, pergeñando tu venganza mediante la agitación… digo concienciación social… 🙂
Las crisis suelen ser el mejor momento para introducir cambios positivos como los que mencionas: más rigor, más control, más responsabilidad… pero me parece que nuestros gobernantes no están por la labor. De todas las medidas adoptadas, ¿cual es la que no está dirigida específicamente a recortar derechos y servicios al 98% de los ciudadanos, los que no nadan en dinero? Pues… la amnistía fiscal. Bueno, y el pago a los proveedores (gracias!)
Fallas en algo fundamental, Shora: tus reclamaciones están destinadas a unos políticos que trabajan para el bienestar de sus ciudadanos. Esos políticos ni están en el poder ni tienen posibilidad de alcanzarlo.
En cualquier caso, el tema de tu post da para mucho que hablar. Para empezar, creo que había motivos más que suficientes para un post igual en el 2007, por ejemplo. Sólo tendrías que cambiar «recortes» por «listas de espera».
Bienvenida de vuelta.
Por cierto, ¿por qué no has publicado esta entrada en tu blog del Cañón Berta? ¿Es que no está dispuesto el autoproclamado periódico progresista a difundir mensajes que puedan incomodar a la casta dirigente (la que gobierna y la que va a gobernar), o a los que hacen negocios con ellos?
Trurl:
Este tiempo he estado centrada en lo más importante para mi futuro: mejorar mi inglés y sacarme el Certificate of Advanced English.
«Fallas en algo fundamental, Shora: tus reclamaciones están destinadas a unos políticos que trabajan para el bienestar de sus ciudadanos. Esos políticos ni están en el poder ni tienen posibilidad de alcanzarlo.»
Bueno, si no trabajan para el bienestar de sus ciudadanos por voluntad propia, hay una forma: obligarles a trabajar por el bienestar de todos si no quieren ser castigados por ello en un futuro. Pero para eso la sociedad tiene que estar más despierta.
«Por cierto, ¿por qué no has publicado esta entrada en tu blog del Cañón Berta? ¿Es que no está dispuesto el autoproclamado periódico progresista a difundir mensajes que puedan incomodar a la casta dirigente (la que gobierna y la que va a gobernar), o a los que hacen negocios con ellos?»
Que va, siempre me han dejado libertad total para publicar lo que quiera (de hecho, yo publico directamente, sin pasar ningún filtro). Lo publico aquí por decisión propia. A partir de ahora, escribiré principalmente en MedTempus y haré colaboraciones esporádicas en el País.
Hola Shora, y hola a los de menéame.
Años llevamos diciendo lo de los condroprotectores. Años. Los británicos hasta los han retirado del sistema público de salud y sus médicos no pueden darlos ni recomendarlos. Pero nosotros somos más listos y sabemos que sí son eficaces (para que el del laboratorio te pague las vacaciones, básicamente).
¿Sabéis cuantos pacientes de rodilla /cadera me llegan tomando condroprotectores? Casi todos. Pues echad cuentas…
Estamos en un país donde en las farmacias se dispensan tratamientos homeopaticos. ¿Qué esperabas?
Sin quererme meter en aspectos morales, valorando únicamente el factor económico, y atendiendo únicamente a la última parte, tengo dudas sobre lo último que se comenta en este artículo, si bien de aspectos relacionados a la medicina se puede decir que soy bastante ignorante, hay cosas que no me cuadran, y que me gustaría aclarar:
1) Para el caso que se comenta de alguien infectado con SIDA se me hace extraño que salga más barato intervenirle puntualmente que mantenerle con un tratamiento, por ejemplo, según esta página (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/03/02/actualidad/1299020412_850215.html) , sale que el coste es de unos 8000 euros, sobreentiendo que al año, se me hace difícil creer que una intervención como la que se comenta cueste más que eso, por lo que si la autora conoce datos que expongan que resulta más caro me gustaría que me los facilitara ya que yo no los encuentro. Me imagino que pasará de forma parecida con otros tratamientos aunque me imagino que no con todos.
2) Aunque en el caso concreto que se comenta de Grecia haya hecho aumentar los costes, no creo que esto se pueda extrapolar a todos. ¿Se han hecho más estudios que lo hagan realmente extrapolable en mayor medida?
3) No entiendo muy bien el concepto de coste económico para el estado, desde mi punto de vista, económicamente hablando, normalmente, al estado le sale más barato económicamente hablando una persona muerta que permanentemente enferma si ha de costear su tratamiento, por muy inhumano que suene ésto.
Y que conste que ni mucho menos estoy a favor de los recortes en sanidad, siendo básicamente uno de los pilares fundamentales de una sociedad, y que hay muchas otras cosas en las que se habría de recortar antes, pero no concuerdo en que precisamente por los recortes las cosas vayan a salir más caras desde un punto de vista económico.
Un saludo.
Respondiendo a cada uno de tus puntos:
1) Unos pocos días en la UCI tienen un coste superior a los 8000 euros que comentas. Un par de semanas ingresado en planta y recibiendo tratamiento también pueden superar ese coste. ¿Y por qué supones que ese paciente no acudirá a urgencias y/o será ingresado varias veces al año? En realidad, es lo esperable cuando la enfermedad entra en su fase aguda.
2) ¿Qué te hace suponer que los datos de los traumatólogos griegos no son relevantes para evaluar el impacto de políticas similares en otros países? ¿Por qué necesitas de estudios similares en otros países (lo que requiere implementar previamente esas mismas políticas que la autora pone en duda) antes de ponderar los datos existentes?
3) El gobierno actual habla de «ahorro», «optimización» y «mejoras». En ningún caso utiliza la palabra «recorte» ni ningún otro término que implique la disminución de la calidad sanitaria a cambio de un menor gasto. La autora pone en duda que tales «mejoras» sean reales, no sólo en términos de atención al paciente (eso es tan obvio que sólo un caradura profesional puede discutirlo) sino también en términos de disminución del gasto.
Alguna vez he tratado con los técnicos y expertos que fabrican (es la palabra más adecuada) la racionalidad que sirve como coartada a dichas políticas, y te aseguro que todo ello da asco. Para empezar, date cuenta que he usado la palabra «coartada», y es que la razón última suele ser inconfesable y no tener nada que ver con las razones publicadas. Por ejemplo, ¿no sería de esperar que, para muchos ideólogos del PP y sus lobbies afines, el deterioro del sistema sanitario público como consecuencia del fracaso de las medidas que supuestamente deberían salvarlo, seria considerada de puertas adentro como un éxito, ya que significaría un gran paso hacia la sanidad como negocio privado, que es lo que persiguen?
Dejo como ejercicio para el lector extraer las derivadas de tal situación.
Marc:
1) Aparte del coste de la UCI o el ingreso al hospital que menciona Trurl, un paciente con SIDA sin tratamiento antirretroviral tiene una evolución lenta pero progresiva hacia muchas complicaciones que obligarían a otros tratamientos crónicos y cirugías (por cáncer, infecciones en el aparato respiratorio, enfermedades neurológicas, etc…).
«2) Aunque en el caso concreto que se comenta de Grecia haya hecho aumentar los costes, no creo que esto se pueda extrapolar a todos. ¿Se han hecho más estudios que lo hagan realmente extrapolable en mayor medida?»
No he sido capaz de encontrar estudios sobre los costes asociados a los recortes sanitarios generalizados en un país. Posiblemente, porque la calidad de la atención sanitaria ha ido en aumento con los años y no han ocurrido las reducciones drásticas que estamos viendo ahora. Así que sólo podemos intuirlo. Aún así, es de lógica que sí se ahorran en, por ejemplo, en prevención, diagnósticos y tratamientos precoces, después sea más caro el tratamiento final. Por supuesto, otros tipos de tratamientos, sobre enfermedades que no empeoren, podrían ser un ahorro económico a costa de la calidad de vida del paciente.
3) Sí, normalmente al Estado le sale más barato un muerto que un enfermo crónico, pero no hay que olvidar que también un muerto es más caro que una persona curada a tiempo (no todas las enfermedades son crónicas, hay muchas agudas). En cuanto al artículo, me refiero a que una persona muerta o más enferma por los recortes tiene un coste para el Estado (independientemente de que otras opciones salgan más baratas/caras).
He vuelto a leer el artículo y ahora me he quedado con el final:
Cuando un médico causa daño a un paciente por una negligencia también debe rendir cuentas. Los responsables de la Sanidad Pública no deben ser menos, tienen a millones de pacientes a su cargo.
Pues apostaría que hay más condenas de inhabilitación a políticos que a médicos, y eso que entre estos últimos no escasean los incompetentes ni los irresponsables. A no ser que te estés refiriendo a que los políticos deberían contratar un seguro para casos de mala praxis. Por cierto, ¿los médicos de la sanidad pública subscriben esos seguros o corre de cuenta de los contribuyentes el pagar a víctimas y abogados? Y si es así, ¿por qué no debiera correr con la responsabilidad civil también el Estado cuando los que meten la pata son los políticos?
En serio, si es difícil y delicado condenar a un médico por equivocarse, ¿qué vamos a hacer con las decisiones políticas, que ni siquiera disponen de un respaldo en el método científico, por mínimo que sea?
Trurl:
Puede que la «invulnerabilidad» legal de los médicos fuera muy real años atrás, pero la presión legal hacia los médicos es cada vez mayor y también las condenas de aquellas negligencias que se demuestran.
Esta noticia, por ejemplo, es de 2009, y recoge el número de denuncias (ahora es mucho mayor). No veo yo a los políticos recibiendo tantas denuncias:
No sé cuántas de ellas tienen base sólida y prosperan (también hay ocasiones en las que la denuncia no está fundamentada) pero estoy segura de que el porcentaje es cada vez mayor.
Shora,
Apostaría a que hay más de 300 denuncias al día que afectan directa o indirectamente a cargos políticos. Si tenemos en en cuenta que hay más médicos en ejercicio que puestos políticos (eso de los 400.000 políticos es mentira) y que los médicos trabajan todo el día mientras que los políticos apenas lo hacen (aparte de que suelen ser vagos, muchos de ellos tienen puestos que requieren poca dedicación: piensa en todos esos concejales de los innumerables ayuntamientos pequeños) pues es de esperar que haya muchas oportunidades para denunciar médicos que políticos.
Pero bueno, esa no es la cuestión. A lo que yo me refiero es a que el colectivo médico está lejos de ser el mejor ejemplo a la hora de tomar un modelo de asunción de responsabilidades orientado a la mejora del servicio y, además, que la actividad política tiene muy poco que ver con la médica.
Ahora que lo has mencionado, habría que reflexionar acerca de que se produzcan todas esas denuncias contra los médicos. Es cierto que en nuestra cultura se ha introducido la idea de que para cada una de nuestras desgracias tiene que haber un culpable, y también de que se suele esperar más de la Medicina de lo que ésta puede dar, y que muchas veces las condiciones de trabajo son desastrosas… pero los médicos debieran plantearse si no son demasiado frecuentes determinadas actitudes y prácticas que generan desconfianza en el paciente.
Y para que no parezca que os tengo manía a los médicos, diré que es infinitamente más fácil encontrar un buen médico que un buen político… aunque no estoy seguro de que os sintáis muy halagados con esto 🙂
Al respecto de médicos y políticos. En esta encuesta reciente valoran el desempeño de distintos colectivos. Adivina quiénes son los mejor y peor valorados:
http://blogs.elpais.com/metroscopia/2012/07/que-funciona-bien-y-que-no-segun-los-espanoles.html
El aumento de denuncias a médicos tiene varias causas. Una es la que mencionas, que mucha gente cree que se pueden exigir plenas garantías a cirugías y tratamientos y no es así y muchos buscan culpables cuando no los hay. La segunda, hay una mayor conciencia y facilidad para exigir responsabilidades. Antes la gente ni se planteaba denunciar a un médico porque era algo que consideraban fuera de su alcance. También el trato cada vez más impersonal con médicos que no conoces (al contrario que el médico de toda la vida), crea cierta desconfianza que puede favorecer las denuncias. Y, por último, la sobrecarga de trabajo y la falta de recursos que impiden a los médicos ejercer la medicina con rigor y en condiciones. Desafortunadamente, este último problema lo veremos cada vez más.
Me pregunto cómo afectaría a la imagen del colectivo médico el que, como hacen los políticos, unos se pusiesen a otros de chupa de dómine todos los días en los periódicos y telediarios, diciendo esas cosas que suelen decir en privado.
En tu lista de razones para explicar el (gran?) número de denuncias contra médicos (supongo que más bien contra instituciones sanitarias) no aparece la imagen corporativa médica, que es a lo que yo me refería en mi anterior comentario. Esas actitudes tan habituales, como por ejemplo «me la pela tu problema y no me molestes que ahora me apetece tomarme un whisky mientras planifico mis vacaciones» crea la indignación necesaria para que la gente acabe animándose a visitar a un abogado, sin pararse a pensar si tienen razón en el fondo. Lamentablemente, Shora, es que no faltan médicos y enfermeros que servirían de guardas en un campo de concentración, por su total falta de empatía o incluso hostilidad hacia el paciente, lo que no sólo cabrea a estos, sino que produce irremediablemente actos negligentes. Es una lástima que sus propios compañeros los encubran, haciéndose cómplices. Tres cuartos de lo mismo se podría decir de los médicos incompetentes, que suelen abandonar la carrera médica… cuando se jubilan, de nuevo con el encubrimiento cómplice de sus compañeros.
La verdad, Shora, es que la profesión médica tiene unos estándares de calidad que están muy por debajo de otras profesiones con mucha menos responsabilidad (programador informático, por ejemplo). Los métodos de evaluación y mejora continua están ahí, pero el colectivo médico no tiene interés alguno en adoptarlos (y, cuando lo hacen, suele ser de modo figurado y sin ni siquiera interesarse, y mucho menos comprender, las propiedades del método elegido). Como excepción están algunos grupos pequeños, como ciertos equipos quirúrgicos de élite.
Trurl, no menciono ese problema porque es algo que lleva presente mucho tiempo, no es algo nuevo. Lo nuevo es que ahora la gente exige responsabilidades por esos comportamientos mientras que antes la gente se callaba y aguantaba.
Y sí, coincido contigo en que hay bastante inmovilismo en el colectivo médico para adoptar nuevos métodos, herramientas y recursos. Aunque hay excepciones, como en todo.
Respondiendo a Trurl:
1) No sabía que resultara tan cara la estancia en la UCI, sí, había tenido en cuenta que iría continuamente en dicha fase, pero no creo que la persona llegado a ese punto con los recortes por venir fuera a durar tanto como para suponer realmente más coste que la mayor parte de tratamientos, más que nada por que mucho me temo que los recortes llegarán hasta el nivel de urgencias, aunque no se quiera, ya que en este país la gente se movilizaría antes por que un equipo de fútbol no bajara a segunda antes que por eso, por triste que suene.
2) No estoy diciendo que no haya de ser tenido en cuenta (si a esto te refieres con relevante), pero sería como intentar sacar conclusiones de que una política en un aspecto concreto que funcione en un país funcionaría en todo el mundo, lo cuál no me parece correcto.
3) El gobierno puede usar los términos que le de la gana, la realidad se puede vestir como se quiera pero sigue siendo la misma. Es como la carta de de Guindos, usando términos como «asistencia financiera», «recapitalización» cuando la realidad es: «el manejo de la economía ha sido desastroso en los últimos años y nosotros tampoco sabemos como sacarlo para adelante, ahora estamos de mierda hasta el cuello, por favor dadnos ayuda y pondremos el culo para lo que queráis» (sin ánimo de ofender a homosexuales).
Psiquiatras, ¿por qué no dicen la verdad acerca de que tomando antidepresivos o antipsicóticos uno se puede quedar impotente sexualmente, sin libido y anestesiado sexualmente de por vida aunque uno deje de tomarlos, causando así el mayor de los despropósitos: la depresión perpétua e irreversible por no poder tener vida sentimental de pareja, como a mí me ha pasado a los 40 habiendo pasado dos años y medio desde que dejé de tomarlos?¿por qué no se informan de la realidad emergente cada vez más denunciada: «disfunción sexual post-isrs» o «post ssri sexual dysfunction»? No tenéis ninguna prueba ni estudio de que ésto último no pueda ocurrir. ¡Me habéis arruinado la vida! ¿dónde está el consentimiento informado?
Urano
Lamento tu caso. Los psiquiatras sí que suelen informar de que algunos antidepresivos o antipsicóticos pueden causar disfunción sexual. Sin embargo, que produzcan disfunción sexual permanente debería ser muy poco frecuente y es algo bastante desconocido todavía. Sólo ahora se va conociendo más este grave problema gracias a estudios médicos. Si quieres más información sobre el tema, aquí se referencian a bastantes estudios de disfusión sexual por inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina:
http://en.wikipedia.org/wiki/Post-SSRI_sexual_dysfunction
Muy buen artículo y muy necesario. Gracias.