Colaboración con eldiario.es.
Durante meses se ha recalcado a la población general la famosa tríada de fiebre, dificultad respiratoria y tos como los síntomas más emblemáticos de una posible COVID-19. Sin embargo, desde mediados de marzo, los médicos (especialmente los neurólogos) han observado que una gran parte de los infectados por coronavirus mostraba una pérdida súbita y total del olfato («anosmia» en el idioma médico) o una pérdida parcial (hiposmia). El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) incluyó este síntoma como sospecha de COVID-19 a principios de abril y la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo lo mismo semanas después. Ahora sabemos que este síntoma es uno de los más indicativos para sospechar la enfermedad provocada por el coronavirus, como ya avisó la Sociedad Española de Neurología durante las semanas del pico de la epidemia en España y otras instituciones médicas en diversos países.
Hace unos días, una Inteligencia Artificial (IA) desarrollada y evaluada por científicos del King’s College de Londres, el Hospital General de Massachusetts y la empresa de datos científicos de salud ZOE apuntaba a que la anosmia era el factor más esclarecedor para averiguar si un paciente estaba afectado de COVID-19, con más certeza que cualquier otro síntoma (incluso la fiebre). Los resultados iniciales del estudio de seroprevalencia en España (anunciados el pasado miércoles 13 de mayo) respaldan este hallazgo. El 43% de las personas que habían declarado experimentar pérdida de olfato dieron positivo en la prueba de anticuerpos.
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