Colaboración con Muy Interesante.
El joven Santiago Ramón y Cajal terminó con éxito la licenciatura de Medicina a los 21 años, en 1873. En aquella época, su sed de aventuras era grande y tenía una visión idealizada de la exótica América, alimentada por la lectura de libros sobre el Nuevo Mundo. En su autobiografía Recuerdos de mi vida, el médico explica a un compañero de la facultad su entusiasmo:
«Me devora la sed insaciable de libertad y de emociones novísimas. Mi ideal es América, y singularmente la América tropical, ¡esa tierra de maravillas, tan celebrada por novelistas y poetas! … Solo allí alcanza la vida su plena expansión y florecimiento… Orgía suntuosa de formas y colores, la fauna de los trópicos parece imaginada por un artista genial, preocupado en superarse a sí mismo. ¡Cuánto daría yo por abandonar este desierto y sumergirme en la manigua (terreno pantanoso con abundante maleza tropical) inextricable!». El deseo de Cajal no tardaría en cumplirse, aunque la experiencia en América destrozaría sus ilusiones, agriaría su visión del mundo y casi le costaría la vida.
Poco después de convertirse en médico, Cajal ingresó en el Cuerpo de Sanidad Militar, tras aprobar las oposiciones, convocadas por el Gobierno de la Primera República. Su primer y breve destino fue los Llanos de Urgell donde el Regimiento de Burgos combatía a los carlistas. Esta etapa sería muy tranquila para Santiago, pues no llegó a presenciar combate directo y a su enfermería no llegarían heridos. Sin embargo, al año siguiente, en 1874, le llamarían a filas y Cuba, donde se libraba la guerra de los Diez Años para evitar la independencia de la isla, sería su destino. Allí ejercería como capitán médico durante más de un año, catorce meses llenos de penurias.
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