También llamadas máquinas de Rube Goldberg, en inglés. Nosotros no es que tengamos una palabra específica para llamarlas, así que he optado por las de efectos encadenados. Me encantan ver los videos de estas máquinas, aún más que ver filas y filas de dominós cayéndose una tras otra. Me relajan completamente. En un mundo caótico, donde una determinada acción no tiene por qué conllevar una reacción concreta y las cosas no terminan saliendo como uno se espera, esta sencilla sucesión de causas y efectos me tranquiliza. Una acción, conlleva una reacción y siempre es la esperada. Los factores externos están ahí pero no alteran la secuencia y no es el destino el que gobierna el sistema sino un estudiado y planeado determinismo. Supongo que es esa falta total de incertidumbre lo que me relaja de esas máquinas. Causa, efecto, causa, efecto… es casi hipnótico.
Para aquellos que se queden intrigados por lo que dicen en el video:
Es japonés y dicen «Pitagora Suicchi» que es una adaptación del inglés «Pythagorean Switch». Otra forma que tienen los japoneses de referirse a estas maquinitas. El video es de un programa «infantil» de una famosa cadena de televisión japonesa.
Vía: tropecientos sitios distintos. (No me gusta repetir contenidos, pero estas máquinas me encantan)-
y ya puestos a los goonies, las aventuras de wallace y gromit y mil cosas mas XD
diox, ya odio youtube, siempre hay errores internos que me impiden ver el video >_
Estas cosas siempre me recuerdan al principio de «Regreso al futuro» o a la máquina de hacer el desayuno de «Chitty Chitty Bang Bang!» Siempre me ha encantado el efecto dominó
Me han encantado.
Siempre me pregunto si estos inventos funcionan casi siempre, o hacen muchas tomas hasta que una sale.
Con que funcionasen en un 50% de los intentos me conformaba.
Los cacharros de este video parece muy solidos pero otros que he visto, me parece que provocaran más incertidumbre al creador.
En CPi ya hablaron del tema
Es hermosa. Pero engaña.
No es cierto, el universo entero es una gran colección de excepciones a alguna regla, los puntos de equilibrio, los atractores de Lorentz nos ocultan la violencia del vórtice.
No es cierto que la causa anteceda al efecto, simplemente las infinitas posibilidades cristalizan en el aire y tú estás acostumbrada, tanto que tu regla de medir dice «lógico».
Y tampoco es tan lógico tener una regla que habla.
Dijo Oscar Wilde «puede perdonarse que algo sea hermoso, siempre y cuando sea inútil». Personalmente, creo que la belleza es un hecho, pero los objetos no están preñados de utilidad, sólo son.
Bueno… te digo la verdad: me he quedado hipnotizado, por lo sencillo, por lo complejo, por lo ingenuo de pensar que puede funcionar, y el mérito de hacer que funcione.
¿Cómo se es niño?
Una vez que el efecto ya ha pasado, sí que es cierto que la causa ha sido el origen de éste. Pero antes de que tal efecto se de, hay incertidumbre en una serie de posibilidades. La regla se crea una vez ya sabes el resultado, aunque siempre hay excepciones.
¿Cómo se es niño?
Creo que la pérdida de curiosidad es el primer paso para dejar de serlo.
En cuanto a la utilidad de los objetos, tienen la que cada uno quiera darle, ni más ni menos.
Si la pérdida de curiosidad es un paso para dejar de ser niño, entonces yo no he dejado de serlo. Dicen que un científico es el niño que nunca deja de preguntarse por qué el cielo es azul, hasta que consigue saberlo. «Saberlo»… menuda palabra. Tienes toda la razón, la ciencia es como ese truco de magia que has desmontado (fantástica entrada, por cierto): hace trampa. Juega a adivinar lo que ya sabe. Pero de nuevo, la causalidad es una ilusión precisamente por lo que acabas de decir, Shora; existe un blando río de posibilidades, o relaciones probables, y lo que entendemos por realidad es una cristalización de una de tantas rutas posibles. Pero las demás quedan ahí. Es el crecimiento dendrítico, la congelación del aire, pero no afecta al hecho de que sigue flotando todo lo que no ha sido.
Todos los objetos tienen muchas más utilidades de las que uno les quiere dar. Creemos que inventamos y en realidad descubrimos, y los objetos se niegan a plegarse dóciles a nuestras imposiciones. Y para demostrárnoslo, se rompen, se estropean. Lo hacen a propósito.
Me han gustado mucho tus respuestas, muchas gracias. 🙂 Excelente Blog.
Siempre quedará la posibilidad teórica de recoger todas esas rutas distintas en universos paralelos xD
Gracias a ti por leerme, me hace gracia el contraste entre tu forma de escribir y la mía 🙂
Una amiga me llama con cierta afectada ternura «pedantito mío». ¿Será eso que te hace gracia?, jeje
Más bien era la diferencia entre estilos. El mío roza el pragmatismo puro, centrándome en la utilidad de la palabra, mientras que el tuyo es casi poético, haciendo hincapié en la estética de las palabras.
Un diálogo fluido entre ambos estilos me resulta casi irónico, pues cada uno, aunque hablemos de lo mismo, lo enfocamos de forma tan distinta que, al menos yo, no sé si estamos hablando precisamente de lo mismo xD
Precisamente por eso me encanta el intercambio, por la diferencia de estilos.
Mi formación es profundamente científica, como la tuya, y mi aproximación a la ciencia es poética, como mi aproximación a la poesía es positivista. Busco la belleza, la verdad no me interesa excesivamente.
Tampoco te creo «pragmática», después de haber leído cómo hablas de las relaciones médico-paciente, la muerte, algunos asuntos de ética y el enfoque humano que le das a algunos asuntos que podrías tratar con alejamiento. Eres más sensible de lo que muestra tu estilo, yo soy más racionalista de lo que muestra el mío, porque los estilos son contrapesos que nos ayudan a andar por la cuerda floja de las opiniones y los posicionamientos ante la realidad.
De todas formas, el poeta es «Balcius», le gusta escribir así, qué le voy a hacer. La poesía contiene y trasciende a la física, pero jamás la obvia. Tensión superficial, salto de índice de refracción y ángulo de Brewster, propiedades coligativas y salinidad, masa y fuerza gravitatoria… finalmente, la caída de una lágrima (una de tantas máquinas de Rube Goldberg).