6 mitos sobre las plantas medicinales

Hoy día, el uso terapéutico de las plantas medicinales se mueve todavía predominantemente por la tradición. Siglos o milenios de «experiencia» con plantas medicinales parecen bastantes como para considerar reales las propiedades beneficiosas para la salud de estas plantas, sin embargo, como veremos a continuación en esta selección de mitos, la realidad es bien distinta.

Mito 1. Las plantas medicinales son completamente seguras e inofensivas porque son naturales

Nos encontramos en una época en la que el término «natural» se asocia con lo «mejor»: Completamente sano, inofensivo y beneficioso para la salud, esa es la gran mentira de lo natural. Los productos alimentarios venden más cuando se anuncian con la coletilla de «natural» y el uso de plantas medicinales tiene un aura inofensiva que lleva a mucha gente a recurrir a ellas porque, supuestamente, no tienen efectos adversos. A pesar de esta percepción generalizada, lo cierto es que las plantas medicinales pueden tener efectos adversos evidentes como buenas sustancias químicas activas que poseen.

Es un hecho que todo lo que posee un efecto farmacológico tiene también un posible efecto adverso. Ocurre en los fármacos y ocurre también en las plantas. Ahora bien, sí es cierto que las plantas medicinales suelen presentar muchos menos efectos adversos que los fármacos convencionales, ¿por qué? Para que una planta medicinal tenga algún efecto terapéutico y también un posible efecto adverso, tiene que encontrarse en suficiente cantidad el principio activo (la molécula que va a producir el efecto). Normalmente, las plantas medicinales vendidas en los herbolarios (que no los fármacos compuestos de plantas medicinales) tienen el principio activo en tal baja cantidad que la aparición de efectos adversos se vuelve un acontecimiento raro aunque no hay que olvidar que, aún así, ocurren de tanto en tanto. Esto implica no sólo la baja frecuencia de efectos adversos, también una escasa posibilidad de que ingieras suficiente cantidad del principio activo como para que ofrezca algún efecto terapéutico beneficioso para la salud.

Es necesario resaltar que, si bien los efectos adversos en plantas medicinales son raros, los pacientes afectados por una determinada enfermedad (daño hepático, insuficiencia renal…) o con características especiales (embarazadas) pueden ser muy vulnerables a los efectos de las plantas medicinales y su consumo puede desencadenar consecuencias desastrosas (desde abortos hasta terminar muerto o en la UVI). Si usted se encuentra en estos casos y se plantea el uso de alguna planta medicinal debería consultar con un médico o farmacéutico experto antes de dar el paso.

Mito 2. Las plantas medicinales se llaman así porque han demostrado sus beneficios terapéuticos

Lo que define a las plantas medicinales es la larga tradición del uso de éstas para tratar y/o prevenir enfermedades. Hablamos de siglos o milenios de años utilizando estas plantas sin más demostración que la creencia o el empirismo. Desafortunadamente, estas dos posturas principales en la que se basa la tradición poseen una serie de grandes inconvenientes.

Por un lado, el uso terapéutico de muchas plantas se basan puramente en creencias que se han difundido de boca en boca sin que alguien se pusiera a comprobar realmente qué había de verdad en ello. Muchas personas tienen la percepción de que la tradición es un excelente e infalible sistema para verificar la utilidad de una planta medicinal. El siguiente argumento no tarda en aparecer: «Si se lleva haciendo desde hace tantos años, no pueden estar equivocados». La realidad, sin embargo, es evidente. No sólo no pueden estar equivocados sino que, como veremos más adelante, lo están para muchos usos de las plantas medicinales.

Las creencias, al igual que los dogmas en las religiones, no se cuestionan y diversas mentiras persisten durante siglos o milenios porque nadie se ha parado en comprobar si era verdad. ¿La tradición es un sistema infalible? Justo lo contrario, les recuerdo que afirmaciones como que «si una mujer con la regla se acerca a una mayonesa, ésta se corta», «si te cortas el pelo éste crece más fuerte» y «si escuece es que cura» son tres ejemplos muy difundidos de creencias tradicionales que son absolutamente falsas.

Por otro lado, para la observación objetiva y correcta de curaciones debidas a plantas medicinales es necesaria la comparación con un grupo que haya tomado placebo. ¿Por qué? Porque muchas enfermedades remiten solas con el tiempo sin ningún tratamiento adicional. En un sistema de conocimiento basado en el empirismo no se distinguen curaciones espontáneas de las debidas a las plantas. Debido a ello, muchas plantas se consideraban y consideran equivocadamente beneficiosas no por sus verdaderas propiedades sino a remisiones espontáneas que nada tuvieron que ver con ellas.

Mito 3. Sólo importa el tipo de planta medicinal y la forma de preparación para tratar alguna dolencia

Llama la atención que la amplia mayoría de los usuarios de plantas medicinales sólo tienen en cuenta el tipo de planta (manzanilla, hipérico, hierba de San Juan…) y su forma de preparación (infusión, tintura, extracto seco…) para tratar algún problema de salud. En ningún momento se menciona algo tan fundamental como evidente: La dosis del principio activo.

Como hemos comentado anteriormente, va a ser la dosis de este principio el que determine el potencial efecto beneficioso. Por ejemplo, no es lo mismo tomarse 500 mg. de paracetamol que puede curarte un dolor de cabeza que tomar 15 gramos que te deja el hígado hecho polvo. ¿Por qué en ningún momento se mencionan dosis de plantas para tratar enfermedades? Muy sencillo, porque es prácticamente imposible conocer la concentración del principio activo en un preparado tradicional de plantas medicinales, ya que esta concentración va a depender de la estación en la que se desarrollara la planta, el lugar en el que creciera, las condiciones climatológicas…

De esta manera, saber la cantidad de principio que hay en una determinada planta de un herbolario es una quimera, así como también lo es dosificar correctamente la planta medicinal para obtener justo el efecto deseado. Es el equivalente a disparar con una escopeta de feria. Por suerte, la absoluta mayoría de las plantas de herbolarios no llegan a tener suficiente cantidad de principio activo como para producir algún efecto evidente, ni bueno ni malo.

Mito 4. No pasa nada si combino las plantas medicinales con los medicamentos que estoy tomando

Un gran y peligroso error que cometen muchas personas es tomar, junto a medicamentos convencionales, plantas medicinales sin decirle nada al respecto a su médico «porque como es natural no va a pasar nada». El problema es que existe la posibilidad de que los efectos del medicamento pueden interaccionar con los de planta medicinal (aunque sean ligeros) potenciándolos o inhibiéndolos dando lugar a posibles problemas de salud imprevistos. Si está en tratamiento y se ha pensado tomar plantas medicinales, consulte con su médico.

Mito 5. No existe interés en realizar estudios clínicos para comprobar los efectos de las plantas medicinales

Debido a que las plantas medicinales y sus principios activos originales no son patentables y, por tanto, no se puede obtener un gran beneficio económico directo de ellas, muchas personas alegan que no hay interés en investigar científicamente las plantas medicinales para comprobar su real efecto terapéutico cuando se utilizan tal cual. En realidad, esto es una verdad a medias. Sí que es cierto que las empresas farmacéuticas no están dispuestas a investigar las plantas medicinales si no van a sacar un beneficio económico posterior con ello, aunque también es cierto que del estudio inicial de muchas de las plantas medicinales se han sacado derivados sintéticos que se utilizan como fármacos. Ahora bien, existen grupos científicos desde las universidades que investigan el verdadero efecto de las plantas medicinales para comprobar cuáles son útiles y cuáles no para determinados problemas de salud (vamos, distinguir el grano de la paja) como el SEFIT.

Además de estos grupos, en Estados Unidos y, en menor medida, en otros países como Inglaterra, se están llevando a cabo grandes proyectos para investigar científicamente las plantas medicinales. Sírvase como gran ejemplo, el Centro Nacional de Medicina Complementaria y alternativa NCCAM que están tratando de acercar la ciencia a las medicinas alternativas y comprobar su utilidad real. A muchos les podrá parecer un gasto poco práctico de dinero, pero si sirve para poner orden entre el berenjenal de medicinas alternativas, bienvenido sea. En el NCCAM se desarrollan gran cantidad de ensayos clínicos para evaluar los efectos de éstas y se puede encontrar bibliografía científica sobre una amplia variedad de plantas.

Entre otras muchas cosas encontramos, por ejemplo que la equinácea no ha demostrado prevenir resfriados ni otras infecciones o que la hierba de San Juan no ha demostrado más efectividad que el placebo en tratar depresión moderada en los dos ensayos clínicos que ha realizado NCCAM (paradojas de la tradición, cuando se achacan estos supuestos beneficios para venderlas)

Mito 6. La homeopatía es medicina natural con plantas

Gran parte de los usuarios de la homeopatía no tienen ni idea de en qué consiste esta pseudomedicina alternativa que no ha demostrado más eficacia que el placebo. A menudo se suele decir que es una medicina natural con plantas, lo cual dista bastante de la realidad. En primer lugar, porque la homeopatía no sólo hace «uso» de plantas, sino también de sustancias animales y minerales. En segundo, la dilución infinitesimal a la que se encuentran los preparados homeopáticos impide que exista alguna molécula vegetal (en el supuesto de que se utilice) o que ésta se encuentre en alguna cantidad apreciable. Es decir, la homeopatía tiene tanto de natural con plantas como una pastilla de lactosa con algo de agua (que es lo que son los remedios homeopáticos), nada.

29 comentarios sobre «6 mitos sobre las plantas medicinales»

  1. Pero cómo te gusta dar caña!

    Pero me huelo que pocos discutirán acerca de la veracidad de los mitos que expones, y que la cosa se centrará más en la crítica a la medicina alopática, las malvadas farmacéuticas, la evidencia personal y anecdótica y los repetidos mantras del pseudoecologismo místico new-age. Lo que en botánica se llama mear fuera de tiesto, vamos.

    1. jejeje, Delirium, como te imaginas, ya cuento con que se limitarán a atacar a los médicos y las farmacéuticas malas malosas mientras no discuten nada de lo comentado en el texto (lo cual es difícil, porque así son los hechos). Este artículo es útil para no fanáticos, los que sí lo sean se cabrearán, soltarán unos cuantos ad hominem y seguirán con su dogma tan tranquilos.

  2. Interesante. Una pregunta (sin acritud, sin ánimo ninguno de meter baza, sólo por curiosidad y entenderme con lo que cuentas):
    ¿el anís estrellado qué es? ¿es una planta medicinal, es una especia o qué? Porque en infusión los gases los quita en 0,2, y sin embargo los productos que comercializan en las farmacias (léase aerored y demás)… ñé
    ¿Es porque tiene el principio activo en una concentración muy alta o no tiene nada que ver? Porque efecto placebo no me puedo creer que sea.

    PD: menuda caña le estás metiendo últimamente a los homeópatas, porque las páginas digitales no arden que si no te echaban a la pira.

    1. El anís estrellado es una especia que se utiliza como planta medicinal. En teoría, su venta en herbolarios está prohibida en España por la potencial aparición de efectos adversos: http://www.aeped.es/noticias/anis.htm (no he tenido constancia de que levantaran la prohibición).

      Tiene efectos terapéuticos demostrados como carminativo para aliviar gases y retortijones, pero también tiene potenciales efectos adversos a nivel nervioso y como irritante de mucosas

      Por cierto, el principio activo del anís estrellado se utiliza para la fabricación del Tamiflu y anticonceptivos.

      PD: No me meto con los homeópatas, dejo constancia de las evidencias científicas sobre la homeopatía, lo cual, por consiguiente, no les deja en buen lugar.

  3. El primer punto me ha recordado una guerra que suelo tener regularmente con «aspirantes a agricultores ecológicos», y relacionada con los tratamientos fitosanitarios con «productos de origen natural» (piretrinas, nicotinas, etc…) y que, como son naturales, se pueden utilizar sin ton ni son, por cualquiera, sin protección, de cara al viento, fumando y que viva la virgen.
    Al personal le pones un bote de insecticida en la mesa y frunce el ceño, uy!! veneno!! que asco!! , pero le pones un bote de «insecticida ecológico» y se les hincha la vena asesina, … igualmente va a matar todo lo que se mueva, pero eso sí, ecológicamente.

    Cualquier dia de estos, les va a picar una víbora y van a supirar aliviados: «buff, menos mal que es una víbora natural y no sintética !!»

    1. Dáles una ensalada de hojas crudas de solanáceas (incluye tubérculos crudos para que se vea más apetitoso) y un par de hojas de aligustre o una flor de laurel (Nerium oleander)… ¡Mira qué plato más natural (y venenoso) sirves! …aunque hay que tener cuidado con esa flor, que es bien amarga.

        1. el Nerium oleander se conoce por aquí como «laurel de flor», y a diferencia del laurel de cocina (Laurus nobilis), es muuuy tóxico (y natural)

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  5. Me permito transcribir el comentario que escribí cuando se trató de los herbolarios, porque es plenamente aplicable al presente artículo:

    Puntualizaré varios hechos:
    1) Soy médico
    2) Soy curioso
    3) Soy prudente
    Dados éstos antecedentes, diré que incluí las hierbas medicinales en mi arsenal terapéutico habitual hace años, buscando efectos menos agresivos que los de los fármacos convencionales.
    El primer problema fue saber exactamente para qué servía cada hierba, pues hay, en algunas, notorias diferencias según el autor que la describa. El segundo fue saber la dosis, cosa muy difícil, pues la extracción del principio activa varía enormemente si se efectúa una infusión, una decocción, un macerado, un molido,etc. El tercero fue la vaguedad y falta de estudios comparativos serios acerca del efecto concreto de cada hierba. El cuarto fue la aparición de efectos secundarios, que sí tienen las plantas. El quinto fue combatir contra los herbolarios, que sin tener la menor idea de que quien prescribía era un médico, se dedicaban a aconsejar y tratar a mis pacientes, llegando en un caso a precipitar en uno de ellos una descompensación de una severa insuficiencia cardíaca por hacerle suspender la medicación.
    De tal forma, yo mismo me dediqué a hacer los preparados para mis enfermos según LA ENFERMEDAD, EL EFECTO BUSCADO, y LAS CONTRAINDICACIONES, osea»¦actuando como lo que soy: médico.
    Coincido en que las planntas son útiles, y más todavía cuando podemos aislar el producto activo, pero en el resto de sus componentes pueden haber sustancias alergénicas, tóxicas, que interactúen con otros fármacos que toma el paciente (p.ej la hierba de San Juan y los anticoagulantes). Pero también hay medicamentos de síntesis excelentes y que han pasado la prueba del tiempo y de miles de estudios bien hechos, y que son seguros y fiables (beta bloqueantes, p.ej.)
    Resumiendo: sugiero a los sres herbolarios que despachen lo que se indica y no hagan ejercicio de algo que desconocen: la medicina. O que se tomen el trabajo de estudiar la carrera en la universidad y hagan un MIR, para después hablar con conocimiento de causa de lo que significa atender enfermos.

    1. Recuerdo haber leído tu comentario y ahora te hago la pregunta que ya entonces se me ocurrió: cómo controlas la concentración de principio activo que porta el tratamiento que administras? como dice Shora, esa concentración puede variar enormemente por multitud de razones. Hay plantas que son enormemente sensibles a la temperatura y humedad del ambiente en que son almacenadas, por ejemplo.

      Y cómo controlas otros factores asociados, tales como la posible presencia de sustancias indeseadas? Recientemente se ha publicado que el tabaco de los cigarrillos viene cientos de especies de bacterias, algunas de las cuales muy peligrosas. Se están iniciando investigaciones para determinar si algunas afecciones respiratorias que antes se atribuían al tabaco no están causadas en realidad por la inhalación de esas bacterias, así como la asociación del efecto del tabaco con el de las bacterias (los efectos del tabaco hacen que las bacterias que vienen con él se encuentren un entorno propicio para infectar, por ejemplo). Las plantas que el paciente acaba tomando puede que tengan otras sustancias resultantes de la degradación de la planta, incluyendo hongos, etc.

      1. No hay forma cierta de hacerlo. Tuve que terminar en una conducta empírica basada en lo que las comunicaciones y libros que encontré me aportaban en lo referente a qué forma de preparación era la más adecuada. Igualmente pasa con los preparados de planta íntegra molida y administrada en forma de cápsulas. Por otra parte, la concentración del producto activo varía mucho según la época de recolección del vegetal, si el año fue seco o lluvioso, etc, etc. Messegué, francés, era un idóneo que trabajó mucho con hierbas, y habla mucho sobre ese tema.
        Otro problema, tal como lo planteas sagazmente: la contaminación. Puede ser con otras hierbas, con productos bacterianos, con tóxicos (como residuos industriales si la recolección se hace sin cuidado), con insecticidas, etc, con lo que quedas a merced de la confianza en el que te vende la hierba envasada, que tiene muchísimos menos controles que las empresas farmacéuticas.
        Finalmente, ante tantos problemas, me pareció más conveniente volver a los productos farmacéuticos convencionales, de los que puedo tener mejor control, cuidando de verificar y tener presentes los efectos secundarios SIEMPRE. Es sorprendente lo poco que los médicos reparamos en lo deletéreas que pueden ser los multitratamientos que damos; realmente en ocasiones ya no se sabe si la clínica del paciente es la de la enfermedad original o la de un compendio de efectos secundarios de ellos. En demasiadas ocasiones, retirando fármacos he obtenido más mejoría que añadiendo nuevos. Claro que para eso debo tomarme el engorroso trabajo de estudiar y buscar entre toda la maraña que tengo enfrente, lo que parece ser uno de los trabajos de Hércules para muchos colegas.

        1. Gracias por la respuesta.

          En cuanto a lo de la medicación excesiva o contraproducente, no puedo estar más de acuerdo. He visto demasiadas veces cómo el médico se empeñaba en añadir fármacos o aumentar dosis ante el empeoramiento del paciente, sin plantearse la posibilidad de que el tratamiento mismo hubiese pasado a ser el problema principal. Esto es especialmente evidente en los tratamientos psiquiátricos.

          He apreciado en muchos médicos ortodoxos una falta de capacidad de razonamiento, una simplicidad de planteamientos y una cabezonería que nada tienen que envidiar a las de sus «colegas» magufos. Unos tienen la agüita milagrosa, otros las pastillitas curativas. Ninguno de ellos admitirá estar utilizando lo incorrecto. No tengo muy claro quienes hacen más daño.

      1. Se agradece, estimada Shora. Espero que la experiencia de muchos años sirva para otros. Y gracias por abrir un espacio reflexivo para pensar en lo que día a día vemos y padecemos.

  6. Sobre lo de que las farmacéuticas no investigan las plantas medicinales, me consta que esas empresas tienen programas de investigación de una magnitud que sólo se puede describir con el término «industrial» cuyo objetivo es descubrir nuevos medicamentos a partir de sustancias presentes en plantas y otros organismos. Recuerdo haber leído que no sé qué multinacional farmacéutica tiene una enorme área de selva en centroamérica (o Brasil?) que explota en exclusiva para extraer moléculas de plantas y experimentar con ellas.

    Me parece que si las farmacéuticas no estudian las plantas medicinales tradicionales es porque ya lo han hecho. Es decir, antes de irse a Costa Rica a destilar principios activos seguro que trabajaron en lo que hay en la huerta de casa. Esto implica que si una planta medicinal de las de «toda la vida» tiene un principio activo eficaz, ya ha sido incorporado a algún medicamento, y si no se ha producido un medicamento es porque no es eficaz (debido a que no hay efecto curativo, o a los efectos secundarios asociados, o a que ya tienen otra cosa más eficaz para las mismas aplicaciones…).

    No creo que las patentes sean un problema. Lo serían si pretendiesen patentar la hierba en cuestión asociándole unas propiedades que ya antes se le atribuían, pero no creo que si aislan el principio activo tengan dificultades para patentar la molécula. Tendrían aún menos dificultades para patentar la molécula asociándola con unas aplicaciones nuevas. Hay que pensar que se están patentando proteínas y genes aislados de organismos (es decir, no sintéticos). Tales patentes consisten en «aplicación del gen X834r.2 para producir el efecto tal», es decir, lo que se patenta no es el gen en sí, sino sus aplicaciones (si el gen fuese sintético ya sería otra historia). Al menos creo que esto es así en EE.UU. donde el sistema de patentes consiste en dar barra libre, y basta que el medicamento sea rentable en EE.UU. para justificar la inversión de su desarrollo aunque no puedan explotarlo en el resto del mundo.

    Espero que alguien me corrija si tiene información sólida al respecto.

    1. Gracias por comentármelo. Me ha quedado un poco confuso lo que he escrito de las farmacéuticas y las plantas medicinales, lo he corregido para que quede más claro. La cosa es que, si nos referimos a la aplicación terapéutica de las plantas medicinales tal cual no existe apenas investigaciones al respecto salvo ahora que se está tratando de aportar luz al tema. Lo que, como bien dices, hay, es la investigación de gran cantidad de moléculas de plantas pero a nivel químico y básico (in vitro o cultivos celulares), buscando potenciales moléculas «líder» a partir de las cuales sintetizar derivadas que sean mejores terapéuticamente.

      Que yo sepa (tampoco es que controle mucho de temas legales) se pueden patentar procesos de síntesis química, indicaciones terapéuticas y el farmacóforo que es la parte esencial de un compuesto que produce el efecto biológico. Por su uso desde hace mucho tiempo, los farmacóforos de las plantas medicinales no pueden ser patentables. No es el caso de los genes y proteínas que, al ser de aplicación reciente, no tienen estas restricciones para patentarse.

  7. HESTAS COMPRADA X LAS FARMAUTICAS PO QUE LO QUE DIZES DE LAS PLANTAS HES MENTIRA HA MI ME FUNZUIONARON LA YERVA D SANGUAN HES VUENA PARA TOODO Y HA MI ME KURAN LOS GUANETES

    [hoygan mode off]

    Por ir abriendo la ronda, más que nada… 😛

    1. Ya me extraña a mí que no haya comentarios como el tuyo, pero de los que van en serio.

      Me extraña… ¡y me preocupa!, esto de ver sólo comentarios útiles y razonados… no sé, me inquieta profundamente, se aparta demasiado de la normalidad. ¿Pero qué está pasando?, lejos de bajar la guardia y disfrutar del clima constructivo, estoy pasando mucho miedo, ¿no estarán todos reunidos en casa de Iker y Txumari tramando una serie de comentarios por todo lo alto??¿estarán coordinando el ataque??.

      Menos mal que mi comentario ha servido para añadir un poco de basura inútil al blog. Todo sea por restablecer el Equilibrio y la Normalidad.

      1. jajaja, iba a poner un comentario diciendo lo que me extrañaba que aún no hubiera venido nadie criticando destructivamente. Parece como que falta algo, ¿verdad? Tanto tiempo «conviviendo» con ellos que hasta les coges cariño y los echas en falta. (Ya verás, ahora vienen todos de sopetón).

        Y a mí que me registren que no borro ni un comentario salvo que se recurran a insultos. Esto es una anomalía en la Fuerza xD

        1. jajaja, ¡exacto! ¡la fuerza!, esa era la idea que estaba buscando pero no podía concretar. Ahora puedo expresarlo con precisión, como decía obi-wan cuando explota el planeta aquel, más o menos:

          «He sentido una gran perturbación en la Fuerza, como si de pronto millones de homeópatas guardaran silencio»

  8. Pingback: De lo natural 1 « Ethon
  9. A (26-dioxo-3-piperidil)-ftalimida, lo siento, no publico comentarios de aquellos que insultan. Si quieres que te den la palabra, empieza por respetar a los demás (y también harías bien en leer el post, porque se nota que no lo has hecho).

  10. Sobre el mito #2, La gente de antes no era tan idiota como para no saber discriminar los efectos de una planta. Es muy lógico argumentar que una planta no tiene efectos farmacológicos, pero la selección de plantas se hizo empiricamente, en unos casos unos se intoxicaban o fallecian, otros se enfermaban , otros se curaban. Evidentemente se escogía la que mostraba buenos resultados. Además toma en cuenta que no había grandes laboratorios, el argumento que puedes usar es que no hay resultados que lo prueben. ¿Pero ya revisaste tratados de etnobotánica, de etnomedicina o de antropología medíca? ¿O eres uno mas de los seudoescépticos que solo ven a Lancet como el unico e inequivocable?
    En cambio si tu estas en lo correcto acerca de que la gente de antes no le servian las plantas, entonces podemos afirmar que el ser humano era mas resistente a los agentes patogenos.
    La dosificación se conoce desde hace miles de años, no de la forma moderna, pero si con los primeros farmaceúticos que elaboraban los hervarios. Deberías de consultar algo de historia, por que tu información es muy superficial y generalizas como «plantas», si contar las amplias variedades de algas(que no son plantas), arboles leñosos, frutos, frutos secos, cortezas y demás, que se usaron en distintas partes. Recurres a la falacia de la generalidad: «En ella si una cosa no funciona, quiere decir que lo demás tampoco»
    ¿Remisiones espontaneas? perdona pero afirmar eso es ó creer en magia ó no saber lo que es la ciencia. No hay remisones espontaneas, hay reacciones fisiológicas y bioquímicas.

    Es común que persona que no saben mas alla de sus fronteras occidetnales se cierren a «creer» (si creen aunque lo niegen) que lo de afuera no sirve. Es la falacia común de los escpeticos: «Falacia de esxclusión del sistema», donde solo el desarrollo solo es posible dentro de mi entorno y lo demás es inferior, barbaro y pura supercheria.

    1. Si la gente de antes no era tan idiota, como tú dices, supongo que tendremos que admitir como prácticas potencialmente válidas la brujería, el curanderismo, la adivinación del futuro mediante multitud de métodos de lo más variopinto, las supersticiones sobre espejos y gatos negros, las posesiones diabólicas, etc.

      Justificar la validez de una práctica en la no estupidez de la gente posiblemente sea uno de los argumentos más absurdos. Si hay algo que se caracteriza a la «gente», eso es la estupidez.

  11. ¿En que te basas para afirmar que son mitos?
    ¿Donde esta la documentación que avale que son mitos?
    ¿Sabes lo que es un simbolismo?

    1. Este amuleto tallado en madera de pino cura las migrañas si lo dejas en la mesilla de noche mientras duermes. Que no te lo crees? Por qué no te lo crees? Donde está la documentación que justifica tu incredulidad?

      Sabes lo que es el método científico? Sabes lo que es la lógica? Y el sentido común?

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