Colaboración con eldiario.es.
Han pasado meses desde que la pandemia de coronavirus explotara en multitud de lugares a lo largo del mundo y ya hay casi 5 millones de personas registradas que se han recuperado de la COVID-19. Sus efectos agudos en forma de muertes, hospitalizados e ingresados en UCI han sido ampliamente difundidos por multitud de medios de comunicación. Sin embargo, la otra cara de la pandemia, la de las secuelas crónicas, es mucho menos visible y conocida. Aunque diversos equipos de científicos, dentro y fuera de nuestras fronteras, están llevando a cabo estudios de seguimiento de pacientes que sufrieron COVID-19 para investigar las secuelas, ya se van conociendo diversos aspectos sobre estas.
Según el portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), Benito Almirante, «se especula que entre un 5 y un 10% de las personas que estuvieron ingresadas tendrá algún tipo de consecuencias secundarias a la propia enfermedad». El perfil del paciente con mayor riesgo de desarrollar secuelas tras la recuperación es aquel que ha sufrido una COVID-19 grave, con largo tiempo de ingreso en la UCI y uso prolongado de ventilación mecánica. En las personas que sufrieron estas circunstancias, los efectos crónicos no se deben solo a aquellos provocados por el coronavirus, sino también a las complicaciones que van asociadas una hospitalización y ventilación mecánica prolongada, algo que ocurre también en enfermos por otras muchas causas. A la espera de contar con más datos en un futuro, esto es lo que sabemos, por el momento, de las secuelas por COVID-19.
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