Colaboración con eldiario.es.
Estas celebraciones invernales los regalos volverán a tener, como cada año, un papel protagonista, especialmente entre los más pequeños. Detrás de los obsequios de Navidad y de Reyes habrá generosidad e ilusión compartidas, sentimientos que complementarán a las emociones que inundan estas fechas. Sin duda, estos momentos de intercambios de presentes tienen gran importancia en nuestra cultura, pero no son el reflejo más certero de la verdadera solidaridad y de la generosidad de los ciudadanos. ¿Por qué? Porque, a lo largo de todo el año, miles de españoles dan uno de los mayores regalos que se puede dar en este mundo, sin saber siquiera en la mayoría de los casos quiénes lo recibirán: el don de la vida, la oportunidad de que otras personas puedan seguir viviendo gracias a la donación de órganos.
Tenemos muchas razones para estar orgullosos. España lleva ya tres décadas siendo líder mundial en la donación y trasplantes de órganos. Este logro sanitario no sería posible sin la suma de varios factores entre los que destacan la solidaridad de la población española, la confianza y el orgullo en el sistema de trasplantes y una ley que favorece la donación de tejidos y órganos. Aunque gran parte de la población española lo desconoce, España tiene una legislación muy peculiar en este sentido: a diferencia de otros muchos países, en nuestro país todos somos donantes, salvo que en vida alguien. declare lo contrario. Así lo establece la Ley 30/1979, de 27 de octubre, sobre extracción y trasplante de órganos:
«2. La extracción de órganos u otras piezas anatómicas de fallecidos podrá realizarse con fines terapéuticos o científicos, en el caso de que éstos no hubieran dejado constancia expresa de su oposición.
3. Las personas presumiblemente sanas que falleciesen en accidente o como consecuencia ulterior de éste se considerarán, asimismo, como donantes, si no consta oposición expresa del fallecido».
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