Colaboración con eldiario.es.
La medicina ha sido, durante miles de años, una disciplina dominada por los hombres y centrada principalmente en ellos mismos. Por eso, aunque las mujeres supongan alrededor del 50% de la población mundial, tienen entre un 50 y un 70% más riesgo de experimentar efectos adversos por los medicamentos que los hombres, y mayores probabilidades de no ser diagnosticadas correctamente o de que enfermedades propias de ellas reciban escaso interés científico. No obstante, en las últimas décadas han ido surgiendo poco a poco iniciativas para reforzar la investigación biomédica con un enfoque igualitario. Fruto de ello ha sido, por ejemplo, la amplia mejora del pronóstico de las mujeres cuando experimentan un ataque al corazón desde principios de este siglo, gracias a estudios específicos en los que se tenía en cuenta las particularidades de este colectivo al sufrir esta dolencia.
A pesar de estos pasos hacia una medicina más justa y menos discriminatoria, el machismo enquistado desde tiempos antiguos sigue todavía muy presente en la medicina actual. Múltiples y recientes investigaciones científicas dan fe de ello. Por ejemplo, según un artículo publicado a finales del año pasado en la revista Nature Reviews Urology, las revistas de ginecología y obstetricia se centran mucho más en el papel de las mujeres como madres que en su salud y en su bienestar.
Así, el 49% de todas estas revistas científicas se dedican exclusivamente a su función reproductiva (fertilidad, embarazo, parto, etc.) y, cuando se trata de problemas de salud no relacionados con esta función, el porcentaje desciende al 12%. Así, el desinterés científico es mucho más marcado cuando las mujeres no son fértiles (ya sea porque aún no les ha aparecido la menstruación o porque han llegado a la menopausia): solo el 4% de las revistas científicas se centran en la salud femenina durante esos años.
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