Colaboración con eldiario.es.
Nunca un asunto como la calefacción de los hogares había tenido un papel tan destacado en la actualidad política. Aunque Europa ha aplicado contundentes sanciones económicas a Rusia, por su invasión a Ucrania, esta sigue financiando generosamente a la antigua nación soviética para pagar el preciado gas que le suministra. La gran dependencia energética de muchos países europeos lleva a estas peculiares contradicciones en las relaciones internacionales.
Sin embargo, el carácter hostil de Rusia está obligando ahora a Europa a buscar otras alternativas energéticas a marchas forzadas. Un proceso que no será precisamente rápido, ni tampoco barato. Mientras se dan los pasos para este largo camino en el cambio de las políticas energéticas, queda el aquí y ahora: consumir menos gas, a poder ser, ruso. Para tal fin, diferentes políticos europeos están haciendo declaraciones a los medios para concienciar a la población. El pasado 9 de marzo, Josep Borrell, Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, apelaba a los europeos: “Corten el gas en sus casas, disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania”. Unas declaraciones que más tarde matizó, aclarando que su petición de bajar la calefacción no va dirigida a España porque no recibe gas ruso.
No son solo las autoridades políticas las que solicitan o aconsejan hacer un uso frugal del gas, otras figuras públicas relevantes también se están pronunciando en esta dirección. Posiblemente, una de las declaraciones más llamativas las realizaba Ana Botín en una reciente entrevista al periódico El Mundo: “Yo he bajado la calefacción en mi casa a 17 grados. Son pequeñas cosas que los consumidores podemos hacer”. Podríamos hablar largo y tendido sobre esta corrosiva hipocresía. Sobre que en un país donde 4,5 millones de ciudadanos sufre de pobreza energética, una de las personas más ricas de España, que viaja en jet privado, aconseje a los demás sobre el uso moderado de los combustibles. No voy a hacerlo, porque me voy a centrar en un tema de fondo que es mucho más relevante que todo ello y que apenas se ha tocado en este conflicto energético: la salud.
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