Colaboración con El País:
Obesidad, diabetes, ansiedad, depresión, estrés… Son sólo algunos de los males de nuestro tiempo que están aumentando en los últimos años y que se espera que sigan en alza durante las próximas décadas. Aunque las sociedades occidentales nos permitan vivir con esperanzas de vida nunca antes vistas en la historia de la humanidad, también nos hacen enfermar. Nuestro mundo occidental es, paradójicamente y al mismo tiempo, protector y hostil para distintas facetas de nuestra salud. Así, mientras nuestra sociedad ha logrado reducir drásticamente la mortalidad infantil o la mortalidad por enfermedades infecciosas o por cáncer (gracias a múltiples avances sanitarios desde diferentes frentes), también se han creado una serie de circunstancias que favorecen el desarrollo de las enfermedades citadas al principio.
El acelerado ritmo de vida actual, las largas jornadas en el trabajo con escasa conciliación familiar, la precariedad laboral y económica, la falta de tiempo para hacer ejercicio físico o establecer relaciones sociales estrechas con otras personas, una alimentación rica en productos procesados y azúcar… Son factores sociales que desempeñan un papel esencial en la aparición de diversas enfermedades. Más allá de las causas biológicas de las enfermedades, están también las causas psicológicas y sociales. Infiltradas en nuestra cultura, tradiciones y costumbres y, a menudo, ignoradas por una sociedad que busca soluciones simples y rápidas a sus problemas de salud. Como se suele decir, el código postal es más importante para nuestra salud que nuestro código genético. Aun así, a pesar de que los factores socioeconómicos pueden influir hasta en un 40 % en los resultados de la salud de la población, siguen siendo los grandes olvidados de la medicina actual.
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