Colaboración con El País:
En la vida cotidiana, no es extraño encontrar conversaciones muy similares a la siguiente:
-¿Conoces a María, que acaba de adoptar a un bebé precioso?
-Sí, estuvieron intentando tener un hijo durante años, pero no hubo manera.
-¡Pues se acaba de quedar embarazada!
-¿De verdad? Sí es que lo que les hacía falta era relajarse y la adopción les ha venido de perlas…
Esta conversación típica deja patente una creencia popular que está bastante extendida a lo largo del mundo. Muchas parejas, después de intentar sin éxito y durante años la gestación de un bebé, deciden adoptar. Para sorpresa de todos, la mujer se queda entonces embarazada y los comentarios acerca del estrés emocional como culpable de su infertilidad se dejan entrever. Pero, ¿tiene este razonamiento alguna base real o es un mito sustentado en casualidades?
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