El entrañable mundo de la obstetricia

embarazoCon sus cálidas y cercanas sesiones informativas donde: «Se busca informar a ambos miembros de la pareja, para que adquieran habilidades para la atención del recién nacido y para que pierdan el miedo. Se teme más a lo desconocido que lo racionalizado».

Sin embargo, conforme se profundiza en las tiernas enseñanzas obstétricas encontramos cosas como:

«Jamás debe emplearse la palabra dolor cuando nos dirijamos a una embarazada»

La palabra dolor es tabú. Es cruel, es premonitoria y, ante todo, (salvo anestesia) es casi tan segura que se va a dar que da miedo (O espera… ¿lo desconocido no da más miedo todavía?) Y seguimos profundizando en estas cálidas enseñanzas hasta que llegamos al momento del parto y ¿cómo llamamos entonces a las contracciones?

Contracciones Malas: Duración inferior a 30 segundos. No dolorosas, el útero es depresible a la exploración con los dedos.

Contracciones Buenas: Duración superior a 45 segundos. Dolorosas. La pared no es depresible.

Ya ven, qué entrañable mundo éste. Donde el dolor, o se convierte en tabú o cuando se da es bueno: «Venga, venga, señora, no grite, que son las contracciones buenas».

Ains… qué bonito el mundo de los eufemismos. Sólo falta alguien cantando de fondo durante los gritos del parto algo así como: «And I think to myself… What a wonderful world».

9 comentarios sobre «El entrañable mundo de la obstetricia»

  1. Esto de las palabras tabú tambien las tenemos en mi curro…
    Nunca debemos decir la palabra avería, es preferible decir incidencia, aunque sepas a ciencia cierta que el PC está más muerto que Carracuca

  2. Yo estudio Publicidad y Relaciones Públicas en la Complutense de Madrid, y me divierto muchísimo viendo como los profesionales y profesores que ya se dedican a este mundillo se dejan los sesos por no mencionar la palabra «manipular» o «manipulación». En publicidad no manipulamos la decisión de compra, sino que reorientamos las necesidades del «target», convencemos por nuestra rigurosidad de método o despertamos la inquietud del consumidor. 😛

    De la misma forma es tal la abstracción que se hace de la figura del «consumidor» o «target» (grupo de personas con un perfil afín que les hace consumidores potenciales de nuestro producto) que dejas de ver personas y empiezas a ver numeritos y estadísticas de personalidad.

    En fin, aquí cada uno barre para su lado, y nadie dice esta boca es mía…

  3. Sí, me dí cuenta de ello en un cursillo sobre Investigación de Marketing que hice… Lo que más me sorprendió es lo retorcidas que se hacen las preguntas de los cuestionarios para que el consumidor responda a cosas que de forma directa nunca haría.

    En medicina, con tantos temas tabú: Sexualidad, suicidio, drogas, etc hay que andarse con mucho cuidado con lo que se dice. Lo del dolor es diferente, no lo veo yo algo tan tan grave como para ocultarlo. Otra cosa es que en cuestiones delicadas como suicidio vayas directamente a la yugular preguntando al paciente si tiene ganas de suicidarse… Ahí es cuando se utiliza una pregunta indirecta: ¿Ha perdido la ilusión por la vida? Y ya a partir de ahí, suelen comentar si han pensado en suicidarse o no…

  4. Lo cierto es que el empleo de eufemismos y «mentirijillas» en medicina es un tema que siempre me ha llamado mucho la atención. Yo no tengo el gusto de ser médico, pero mi padre sí lo es y por mi convivencia con él y la forma en la que trata a sus pacientes siempre veo una tendencia a ocultarle información al paciente sobre su estado, con el fin obvio de que no se amargue. Sin embargo, me pregunto si a los médicos (Supongo que tú lo sabrás bien, Shora) les previenen sobre las propiedades medicinales del engaño. Me explico. He oido anécdotas sobre personas que al conocer que tenían cáncer, empeoraban rápidamente su salud sin otro motivo aparente. También las hay en el otro sentido: personas que reciben una buena noticia y su salud mejora. Lo que me intriga es hasta qué punto se conocen las razones médicas de que esto suceda. Qué explicación le da la medicina a estos fenómenos, y hasta qué punto los tienen en cuenta.

    ¿Son todos síntomas psicosomáticos que giran alrededor de una enfermedad física, pero que no tienen relación directa?. En fin, no me he explicado todo lo claro que me gustaría, pero espero que se entienda el fondo del asunto.

    😉

  5. jejeje, en eso consiste básicamente el famoso efecto placebo y el no tan conocido efecto nocebo. Las enfermedades actúan sobre los estados de ánimos, pero a su vez los estados de ánimo actúan de forma sútil sobre ellas o incluso pueden provocarlas (enfermedades psicosomáticas). La explicación no está clara, se echa mano de la influencia de los neurotransmisores, pero vamos, se desconoce más que se sabe.

    Esta es una de las entradas que tengo pendientes, lo que pasa que ahora ando de exámenes y es como si tuviera las manos atadas. Pero ya sabes que en cuanto tenga algo de tiempo saldrá xD

  6. Sacado de Freakonomics.

    «El libro cuenta, por ejemplo, el caso del neoyorquino Robert Lane, que, en vistas a brindar lo mejor a su primer hijo, le dio el nombre de Winner (Ganador), pero después, por seguir experimentando, llamó a un segundo vástago Loser (Perdedor). Efectivamente, como la literatura nos ha enseñado sobradamente, el triunfador fue el segundo, y el fugitivo de la ley, ladrón y pendenciero, el primero. No son los nombres quienes correlacionan con el nivel social, sino el nivel social o la raza (blanca, negra, asiática, en Estados Unidos) la que simultáneamente orienta tanto el apelativo como el estatus.»

  7. A unos chavales se les ocurrió hacer un experimento. Cocieron arroz, una parte lo metieron en un bote de cristal que llevaba la etiqueta de AMOR, la otra parte la metieron en un bote que llevaba la etiqueta de ODIO…al cabo de tres días el arroz que estaba en el bote con la etiqueta ODIO se enmoheció y el arroz que estaba en el bote con la etiqueta AMOR permaneció blanco, sin pudrirse.

    Es cierto, podeís hacer vosotros el mismo experimento. Nosotros moldeamos la vida.

  8. Jody: Tendré que probarlo, aunque no crea que ocurra 😛 Eso sí, para que sea un experimento más significativo probaré con más de dos botes por cada tipo.

    Pipistrellum: Ese libro tiene muy buena pinta… Cuando pueda lo pillaré, aunque supongo que no habrá una traducción al castellano.

    En cuanto al chico que se llamaba Perdedor… Según la forma de pensar del chico podrían haber pasado dos cosas:

    -Que se resignase al nombre y se comportara para dar fe de él.

    -Que actuara de la forma contraria para demostrar que el nombre no significaba nada. Algo así como un efecto rebote. A muchas personas basta que le pongas más dificultades para que se enfrenten a ellas con más ganas.

Los comentarios están cerrados.