Colaboración con Investigación y ciencia.
Cada año, se realizan en torno a 30.000 trasplantes de hígado en el mundo, más de 1.200 de ellos en España. Muchos de estos trasplantes se efectúan para salvar la vida de personas afectadas por graves enfermedades que dañan las vías biliares, pequeños conductos que recorren el interior de dicho órgano, salen de este y llegan hasta el intestino y la vesícula biliar. Se estima que el 70 % de los trasplantes hepáticos en niños y alrededor de un tercio de estos en adultos se producen por alteración de las vías biliares. Estos conductos son imprescindibles para transportar los productos de desecho del hígado al intestino delgado y también para liberar de forma controlada la bilis, que interviene en la digestión y absorción de las grasas.
Desde hace tiempo, científicos del ámbito de la medicina regenerativa investigan cómo conseguir la reparación específica de las vías biliares con dos propósitos principales: evitar la necesidad de un trasplante hepático en personas con daño de las vías biliares o reparar hígados que no son aptos para el trasplante por tener las vías biliares dañadas. La revista Science publica uno de los avances más importantes en los últimos años en este campo. Un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge ha conseguido, por primera vez, desarrollar organoides con colangiocitos (células que recubren la superficie de los conductos biliares) que, implantados en hígados humanos, son capaces de reparar las vías biliares y recuperar parte de su función.
Una de las mayores revoluciones de la medicina regenerativa en los últimos años ha sido la creación, a partir de células madre, de organoides de cerebro, corazón, riñón, hígado… Los organoides son miniórganos producidos en el laboratorio, versiones simplificadas y en miniatura de órganos que resultan útiles para fines muy variados: conocer con más detalle qué ocurre en diversos órganos afectados por diferentes enfermedades, desarrollar células o tejidos con fines terapéuticos o crear modelos biológicos en los que probar los efectos de los medicamentos. Los responsables de la citada investigación crearon organoides a partir de colangiocitos de diferentes lugares de las vías biliares (dentro y fuera del hígado) procedentes de donantes fallecidos.
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