Colaboración con Hipertextual.
Lo cuántico está de moda. Es mencionarlo en una frase cualquiera y pareciera que inmediatamente se incrementa el nivel científico de la misma. El político Pablo Casado ha sido la última figura pública en sucumbir a dicha fórmula con desternillantes resultados: «La computación cuántica en la genética será muy positiva para los nuevos cultivos, resistentes a las plagas y más productivos, con un efecto extraordinario en los países desfavorecidos». Desafortunadamente, la física o mecánica cuántica es, además, uno de los campos de la ciencia más prostituidos por los defensores de las pseudociencias y los fenómenos paranormales. Es una disciplina que goza de reputación y que resulta de muy difícil comprensión para casi todos los mortales. Así que los pseudocientíficos, expertos en usar palabrería científica sin sentido ni coherencia alguna, han recurrido a la física cuántica para dar un disfraz científico a sus afirmaciones.
No han dudado ni siquiera en emplearla en terrenos tan distantes de esta ciencia como la medicina para vender supuestos tratamientos curativos. Entre las más peregrinas pseudoterapias, encontramos a la medicina cuántica (que, supuestamente, restablece tu armonía energética) o a la homeopatía cuyo imaginario mecanismo de acción estaría basado en la física cuántica, según sus defensores.
A pesar de los cuentos cuánticos de los vendedores de pócimas mágicas «curativas», lo cierto es que sí que hay procesos en el interior del cuerpo humano cuyos mecanismos se explican o se podrían explicar mediante física cuántica. No son muchos, es cierto. Las surrealistas y extrañas leyes de la física cuántica que gobiernan el microscópico mundo de los átomos suelen tener escasa influencia en nuestro macroscópico cuerpo. Además, es extremadamente complicado detectar y demostrar estas influencias cuando ocurren. Aun así, como veremos a continuación, conocemos ciertos aspectos del cuerpo humano que dependen o podrían depender de estos enrevesados fenómenos cuánticos.
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