Cuando el corazón se rompe, literalmente, ante traumas emocionales

Colaboración con Hipertextual.

Corazón

«Me partió el corazón», «le destrozó el corazón», «tengo el corazón partío»… En la cultura popular occidental está muy implantada la idea de que, ante un evento vital dramático (un desengaño amoroso, la muerte de un ser querido, un desastre natural…) el corazón sufre por ello. No se trata de una creencia moderna, ni mucho menos, pues esta lleva acompañando al ser humano desde hace miles de años. El propio filósofo Aristóteles defendía que el corazón era el órgano más importante del ser humano, donde residía el alma, las emociones y las sensaciones.

Tuvieron que pasar muchos siglos hasta que las investigaciones médicas centradas en el cerebro demostraran que las emociones surgen del cerebro y estas, a su vez, influyen y afectan a este órgano. Sin embargo, ahora también sabemos que las circunstancias traumáticas para nuestra psique no solo tienen efecto sobre el cerebro, sino que indirectamente influyen sobre otros muchos elementos del cuerpo humano, como el corazón. Problemas como el estrés, la ansiedad o la depresión afectan, en mayor o menor medida, a múltiples órganos y sistemas del cuerpo humano. Incluso, ante un suceso trágico, ciertas personas especialmente vulnerables pueden literalmente morir por un corazón roto. Se tratan de los pacientes más extremos entre aquellos que padecen el síndrome del corazón roto o síndrome de Takotsubo.

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