Colaboración con eldiario.es.
Malaria, desnutrición, diarrea, cólera, SIDA, tuberculosis… En los países más pobres del mundo se producen millones de muertes por causas que en los países desarrollados no tendrían un desenlace fatal. Las graves carencias de los servicios sanitarios, la falta de salubridad (agua potable, alcantarillado…) y las dificultades para mantener una alimentación sin déficits nutricionales provocan, junto a otros factores, que los países pobres tengan hasta 18 años menos de esperanza de vida que los países ricos. Los efectos de la desigualdad sobre la salud de sus habitantes no terminan ahí. Ante nuevas epidemias, los países con peores condiciones socioeconómicas también son los más vulnerables y los que suelen resultar más afectados por crisis sanitarias, con efectos dañinos no solo sobre la salud de sus habitantes, sino también para su ya maltrecha economía.
La principal razón por la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia internacional por el coronavirus no fue por la situación en China, sino por el riesgo de que el coronavirus se extendiera a países que no están preparados para hacerle frente. «Tememos que el virus se extienda a países con sistemas sanitarios más débiles» afirmó el director de la OMS Tedros Adhanom el 31 de enero.
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