Colaboración con eldiario.es.
El pasado 15 de noviembre, el Ministerio de Trabajo realizó una gran inspección simultánea y coordinada en busca de abusos de jornada y horas extra ilegales en las llamadas “Big Four” de la consultoría: Deloitte, PwC, EY y KPMG. Es un secreto a voces, desde hace décadas, que diversas empresas de consultoría y auditoría imponen a sus trabajadores jornadas laborales maratonianas (que pueden llegar a 12 horas o más) ilegales y no remuneradas. De hecho, a estas compañías se las conoce en el mundillo con el nombre de “cárnicas” por tratar a sus trabajadores de base (normalmente jóvenes que empiezan en el mundo laboral) como carne o ganado. El recambio de trabajadores en estas empresas es constante porque la mayoría termina cambiando de trabajo o abandonando la empresa al poco tiempo por las malas condiciones laborales.
Varios economistas liberales como Juan Ramón Rallo y Daniel Lacalle no han tardado en defender en los medios el modelo de las Big Four. Lacalle afirmó hace unos días que “el Ministerio de Trabajo debería aprender de las Big Four, no inspeccionarlas por nada” y Rallo, por su parte, respalda la opción de que los trabajadores puedan trabajar durante largas jornadas para que tengan una pequeña probabilidad de tener ingresos mucho más cuantiosos con el paso de los años.
Más allá de que es vox populi que las Big Four incumplen la ley con sus largas jornadas y obtienen grandes ganancias a partir de la explotación de sus trabajadores, a los que les ofrecen una remuneración irrisoria por hora trabajada, existe un aspecto clave que se suele olvidar: este modelo laboral es una amenaza para la salud física y mental de los trabajadores.
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