Colaboración con eldiario.es.
Hace tan sólo unos días, un hilo en Twitter creado por Juan García evidenciaba la forma en la que Instagram actuaba frente a cuentas a favor de la anorexia y la bulimia. Pese a que denunció diez cuentas (algunas incluso con fotos de autolesiones y comentarios suicidas), esta popular red social no borró ninguna de ellas. Oficialmente y según las directrices de Instagram, no se permiten cuentas, imágenes y hashtags que idealicen, promuevan o animen a autolesionarse. Desafortunadamente, esta situación no es exclusiva de Instagram. Otras redes sociales como Facebook, Twitter o YouTube también alojan contenidos similares.
Este reciente incidente nos recuerda, una vez más, las dificultades que existen para combatir la apología de trastornos alimentarios, que ha estado presente en Internet prácticamente desde sus comienzos. Cuando las redes sociales no existían, eran los blogs, los foros y los chats los que se usaban para glorificar estos trastornos con poco o ningún control por parte de las empresas responsables de estos lugares virtuales. Ahora, con la proliferación y expansión de las redes sociales, es más fácil que nunca para sus usuarios crear y difundir contenido haciendo apología de la anorexia y la bulimia. Aun así, ¿es posible combatir esta apología en Internet o es poner puertas al campo? ¿Qué medidas podrían ser más efectivas para ayudar a aquellas personas que están sufriendo estos trastornos a través de la red de redes?
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