En el siglo XVII ocurrió un hito que marcaría la historia de la medicina para siempre: La Medicina de la Ilustración abrazó la tecnología para sí misma y ya nunca más volvió a soltarse. El resultado no es muy difícil de ver en la actualidad, para casi cualquier diagnóstico y para muchos tratamientos la tecnología está ahí cumpliendo su función: Desde el típico análisis de sangre, pasando por la placa de Rayos X y llegando hasta las más modernas cirugías robotizadas.
La tecnología está tan presente en la medicina que ya no sólo es un ayudante, simplemente, forma parte de ella. Por esa misma razón, conforme la tecnología va evolucionando también lo va haciendo la medicina a un ritmo muy similar. Un ejemplo paradigmático de este fenómeno lo encontramos en el endoscopio.
El primer endoscopio de la historia
El endoscopio es un instrumento muy utilizado para visualizar las vías huecas del ser humano (ya sea la respiratoria, genital, digestiva, auditiva o urinaria) sin provocar daño ni traumas y, más recientemente, se utiliza para cirugías poco invasivas en cavidades con el nombre de laparoscopia. La palabra endoscopia significa literalmente «mirar al interior» y su invención se remonta a hace poco más de 200 años (1805) de la mano del médico Phillip Bozzini. Su innovador instrumento, al que denominó «Lichtleiter» era de la siguiente manera:
El instrumento era sencillo pero ingenioso (aún más si tenemos en cuenta los recursos tecnológicos de la época). En el interior se colocaba una vela de cera y, al lado, un espejo para conducir la luz hacia el interior de aquello que se quisiera ver. Además, podían adaptarse una serie de espéculos (tubos de metal) según lo que se quisiera explorar (el recto, la boca, el oído…) Como suele suceder con los visionarios (nunca mejor dicho) y los adelantados a su época, al pobre Bozzini le tocó la más absoluta incomprensión. La comunidad médica no tomó en serio su invención y lo consideraron un juguete curioso sin ninguna relevancia. Así, el instrumento que marcaría un hito en la medicina cayó en el olvido durante mucho tiempo.
El boom de los endoscopios rígidos
Tenemos que esperar hasta 1853 para que el cirujano francés Antoine Jean Desormeaux hiciera resurgir de sus cenizas la invención del endoscopio. De hecho, fue él quién inventó el término «endoscopio» y quién mejoró el aparato para hacerlo más útil. Era así:
Sustituyó la vela por una mezcla de alcohol con turpentina para aumentar la iluminación y añadió lentes condensadoras para concentrar la iluminación en un punto concreto. Llegó a practicar un gran número de procedimientos en pacientes con su invento y muchos lo consideran hoy el padre de la endoscopia. ¿Y por qué no Bozzini? Desafortunadamente, el pobre Bozzini murió joven e incomprendido, a los 35 años, sin tiempo para apenas probar ni defender ante la comunidad médica el instrumento que creó tres años antes de su muerte. Y es que, a lo largo de la historia, se ve muy bien quiénes nacen con estrella y quiénes nacen estrellados.
A partir de la reinvención de Desormeaux y a lo largo del siglo XIX, se sucedieron pequeñas y sucesivas mejoras en los endoscopios rígidos: Refinamientos en las fuentes de iluminación, adaptación a las vías en las que se quisiera mirar, etc…
El siguiente hito relevante en la historia del endoscopio lo encontramos en este instrumento de 1881:
Max Nitze llevó al endoscopio a un paso más allá. A diferencia de los anteriores, él colocó la fuente de luz en el extremo del endoscopio para iluminar directamente los recovecos del cuerpo humano. Además, añadió una serie de prismas y lentes que ampliaban las imágenes. Fue este invento el que permitió la primera visualización de la vejiga a través de la vía uretral y, también, por su menor tamaño, permitió la primera laparoscopia guiada por endoscopio de la historia.
El surgimiento de los endoscopios flexibles
Desde la invención del primer endoscopio hasta prácticamente comienzos del siglo XX todo lo que existían eran endoscopios rígidos sin la menor capacidad de doblarse para facilitar su paso por las vías del cuerpo humano. Esto limitaba muchísimo el terreno al cual podían acceder y hacían de la endoscopia una labor bastante desagradable para el paciente. Sin embargo, la invención de la bombilla eléctrica (que, por cierto, no fue Edison su inventor sino Humphry Davy, otra historia más de estrellas y estrellados) fue la que permitió el paso de los endoscopios rígidos a los flexibles gracias a su innovadora fuente de iluminación.
En 1898 Kellingin inventó el primer endoscopio parcialmente flexible (el extremo final podía doblarse en un ángulo de 45º) para llegar hasta el estómago. En 1936 Schindler mejoró el aparato para hacerlo más flexible y estrecho, con lentes que mejoraban la imagen, y fue ampliamente utilizado durante esa época:
Continuación: La asombrosa evolución del endoscopio: Del “guía de luz” de Bozzini a la píldora araña II
Exelente, como siempre.
Una curiosidad sobre los inventos. La radio no la invento Guglielmo Marconi (a quien se le acredita el credito) sino NicolaTesla.