Colaboración con eldiario.es.
La escasez de mascarillas quirúrgicas y de mascarillas filtrantes FFP es un problema crítico en España. Los profesionales sanitarios cuentan con cantidades muy limitadas de estos elementos de protección y se ven obligados a reusarlos o improvisar con ingenio alternativas (viseras con material de oficina, mascarillas impresas en 3D…) para protegerse frente al contagio. El 13,6 % de los casos confirmados de COVID-19 hasta ahora son sanitarios y la falta de material de protección no hace sino empeorar la situación en este colectivo.
Por otra parte, la demanda de las mascarillas por parte de los ciudadanos también se ha disparado en las últimas semanas, pese a las constantes declaraciones del Ministerio de Sanidad y de otras instituciones sanitarias como la OMS sobre la importancia de dejar las mascarillas a las personas que más las necesitan: los enfermos (afectados por coronavirus o por otras enfermedades de riesgo), aquellos en contacto estrecho con personas enfermas y los profesionales sanitarios. Hace unos días, el Ministerio volvía a recalcar que «la población general sana no necesita utilizar mascarillas. No es necesario su uso, salvo si hay sintomatología».
A pesar de las recomendaciones de las autoridades sanitarias, han proliferado tutoriales e iniciativas altruistas para la fabricación de mascarillas caseras en múltiples lugares de nuestro país durante la última semana. Estas mascarillas, confeccionadas a partir de diferentes materiales como tela o papel, no están homologadas, ni han pasado ningún control, por lo que no hay ninguna garantía de su eficacia para evitar el paso de partículas virales a través de ellas. Debido a ello, no están recomendadas para el colectivo sanitario o las personas afectadas por el COVID-19.
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