Hace unas semanas, saltó a los medios de todo el mundo una noticia que despertaba la esperanza entre la gente, mientras sembraba dudas entre los expertos: Una supuesta niña con VIH se había curado. No es la primera vez que ocurre algo similar. Hace algunos años, una persona con SIDA de larga evolución se sometió a un trasplante de médula ósea que le curó de su enfermedad gracias a que la médula que recibió procedía de un donante con una mutación que lo convertía en resistente al VIH. Una carambola médica, con unos resultados felizmente inesperados.
Con respecto al reciente y noticioso caso de la niña «libre» de VIH ocurrió, de forma esquemática, lo siguiente: La madre no tuvo ningún seguimiento médico durante el embarazo y fue durante las pruebas realizadas en el parto cuando los galenos se dieron cuenta de que ambas, madre e hija, estaban, supuestamente, infectadas por el VIH. En lugar de aplicar una estrategia terapéutica más convencional, decidieron aplicar un tratamiento agresivo con antirretrovirales a la niña sólo 30 horas después de su nacimiento. Esta terapia «de choque» se mantuvo de forma prolongada (pues, según dicen, tenía unos niveles en sangre del virus bastante elevados) hasta que la madre decidió dejar de darle el tratamiento a los 18 meses por motivos que se desconocen.
Cuando los médicos se dieron cuenta, descubrieron con sorpresa que no sólo el virus no se había multiplicado sino que no había rastro de él (y hoy, 2 años y medio después, sigue sin haberlo). Por si acaso, investigaron si la propia niña era resistente al VIH (una pequeña y afortunada parte de la población lo es), pero confirmaron que no lo era. Asombrados, presentaron este descubrimiento en una conferencia para informar al resto de la comunidad médica.
Sin embargo, los datos que rodean el caso de esta niña distan de ser cristalinos y muchas lagunas rodean lo que realmente sucedió. Como explican en Materia, algunos investigadores se preguntan si realmente la pequeña llegó a estar infectada de VIH o, por el contrario, lo que realmente se detectó fue sangre de origen materno con el VIH que estaba presente en la niña por una pequeña trasfusión entre ambas (es muy frecuente que pase un pequeño volumen de sangre entre madre e hijo durante el parto) y que realmente este virus no le llegase a afectar.
Lo único claro por ahora es que este caso ha sido muy aireado por los medios de comunicación (fue presentado en una conferencia de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore) pero carece de muchas pruebas que serían necesarias para publicarlo con rigor en una revista científica. Por eso los propios responsables solicitan una mayor investigación sobre el tema para aclarar qué ha pasado.
El quid de la cuestión está en que ni siquiera podemos estar 100 % seguros de que se ha curado del VIH, ya que este virus se suele esconder en determinadas zonas del cuerpo humano sin mostrarse en los análisis durante largos de periodos de tiempo hasta que comienza a multiplicarse de nuevo muchos años después. Por esa razón, los expertos prefieren usar el término «curación funcional» o, los más tiquismiquis, «controladores postratamiento». Es la forma científica de decir: «Oiga, no tenemos ni idea de si el virus volverá a atacar, pero usted no muestra ningún síntoma de la enfermedad del SIDA, no hallamos rastros del virus o se encuentra en niveles muy bajos y está usted sin tratamiento. Enhorabuena, está usted curado provisionalmente… hasta que le digamos lo contrario».
Hay que tener en cuenta que, en apenas unas décadas, la evolución del pronóstico del SIDA ha sido espectacular (para quién tuviera recursos para costear el tratamiento, claro). De ser una enfermedad que producía graves síntomas y llevaba a la muerte a la mayoría de personas ha pasado a convertirse en una enfermedad crónica con una esperanza y calidad de vida equivalente a la normal gracias a los tratamientos antirretrovirales. No se ha conseguido aún curarla o producir una vacuna, pero eso es un gran logro que jamás deberíamos ignorar. Aunque… ¿y si se pudiera conseguir algo más? ¿Y si un tratamiento temprano de choque llegara incluso a hacer el tratamiento innecesario a los pacientes con VIH años después, consiguiendo una curación funcional? ¿Podría ser que ahí fuera hubiera más casos de curación funcional y que estuvieran documentados científicamente? Pues todo parece indicar que podría haber más casos como los de esta niña y, además, mejor documentados científicamente.
Un reciente y pequeño estudio con 14 pacientes publicado en la revista PLoS Pathogens ofrece resultados muy esperanzadores sobre este aspecto. Estas personas, que fueron diagnosticadas de SIDA y tratadas de forma muy precoz con una terapia antirretroviral combinada, dejaron el tratamiento una media de 2-3 años después. Lo sorprendente del caso es que, aún habiendo suspendido el tratamiento, ¡los niveles del VIH-1 se mantenían bajos o indetectables durante una media de 7,5 años! Es decir, eran capaces por ellos mismos de mantener el VIH a raya (de ahí el nombre de controladores postratamientos, «controlan» el VIH). Y aún hay más, aquellos pacientes que por su perfil genético eran vulnerables y estaban destinados a empeorar rápidamente en su enfermedad, también conseguían los mismos resultados. Eso es, sin duda, una excelente noticia, un paso más en la lucha contra el SIDA. Los investigadores piensan que el éxito de esta terapia temprana se debe principalmente a tres factores: Limita la persistencia del VIH en los reservorios (sus escondites), limita la diversidad del virus y garantiza una respuesta inmune frente al virus, manteniéndolo bajo control.
Y hasta aquí las buenas noticias. Ahora llegan las malas: Se estima que sólo el 5-15 % de los pacientes pueden ser controladores postratamiento si siguen un tratamiento de choque y muy precoz. Y eso no es lo peor, el gran inconveniente es que no sabemos con antelación quiénes pertenecen a este grupo y quiénes no. Por lo tanto, ¿cómo arriesgarse a decirle a alguien con SIDA que abandone el tratamiento, cuándo tendrá alrededor de un 85-95 % de probabilidades de que eso le hará empeorar en su enfermedad? Es vital investigar para reconocer a los controladores postratamiento. No sólo porque podrían ahorrarse años de tratamiento innecesario (con sus correspondientes efectos adversos) sino que también podría darnos una pista de cómo frenar al VIH en aquellos que no son controladores. Tampoco hay que olvidar que en África y Asia, donde el SIDA causa mayores estragos, la accesibilidad a un diagnóstico y tratamiento precoz aún siguen siendo, desafortunadamente, cosa de ciencia ficción. La gran frustración de la medicina es que conforme más avanza más se evidencia su abismal diferencia entre ricos y pobres.
Para saber más:
More HIV ‘cured’: first a baby, now 14 adults
May the odds be ever in your favor– A ‘functional cure’ for HIV-1
Seguro que incluso esta pequeña esperanza pone a las farmacéuticas a temblar. Miedo me da pensar en lo que estarán maquinando para que no prospere.