Qué tratamientos son efectivos contra la COVID-19 tras un año de pandemia

Colaboración con eldiario.es.

Científica

 

En estos momentos, hay miles de ensayos clínicos en marcha en todo el mundo para evaluar la eficacia y seguridad de diversos tratamientos contra la COVID-19. Esta inmensa labor científica colectiva tuvo un claro punto de partida: la identificación del virus SARS-CoV-2 como el responsable de las neumonías de origen desconocido que se estaban detectando en China a finales de 2019 y comienzos de 2020. En menos de un año desde entonces, las primeras vacunas contra el virus empezaron a llegar a las poblaciones de diferentes regiones del planeta. Un éxito científico sin precedentes en la historia.

Más allá de las vacunas, los avances en los tratamientos contra la COVID-19 han seguido una evolución mucho más modesta. Al principio de la pandemia, los profesionales sanitarios y los pacientes tuvieron que enfrentarse a la enfermedad con una gran incertidumbre y escasos conocimientos sobre qué podía resultar efectivo y qué no. Ante este panorama desesperado, se emplearon de forma compasiva y experimental fármacos utilizados frente a otras dolencias (contra la gripe, el ébola o el VIH, entre otros). Un año después de que la OMS declarara el comienzo de la pandemia, hoy sabemos que casi todos estos medicamentos han resultado ser inútiles. Pero ¿qué tratamientos, por ahora, sí que han demostrado ser eficaces para tratar la COVID-19?

Dexametasona: la primera gran alegría terapéutica

Corticoides como la dexametasona, la metilprednisolona o la hidrocortisona, que tienen actividad antiinflamatoria e inmunosupresora, se barajaron muy pronto como una opción frente a una de las complicaciones más temidas de la enfermedad provocada por el coronavirus: la tormenta de citoquinas y la neumonía por encharcamiento de los pulmones. De hecho, un precoz ensayo clínico en España ya sugería en febrero de 2020 que la dexametasona era beneficiosa para tratar el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA), al reducir la duración de la ventilación mecánica y la mortalidad en pacientes moderados y graves. Esta fue la razón por la que los médicos en España ya usaban desde marzo con frecuencia este medicamento asequible, libre de patente y comercializado desde hace décadas para tratar a los pacientes con una COVID-19 grave y que sufrían este síndrome respiratorio.

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