Colaboración con Investigación y Ciencia.
Más del 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos es de origen animal. La COVID-19 es el mayor y más reciente ejemplo de este tipo de enfermedades originadas por agentes infecciosos con la habilidad para saltar entre especies animales. Aunque contamos con muchos datos sobre lo que ocurre cuando estas infecciones llegan a las personas, la evolución de virus, bacterias y otros microorganismos en especies animales como cerdos, murciélagos y pollos antes de que den el salto a humanos es una cuestión que presenta muchas más incógnitas.
Conocer con mayor profundidad qué ocurre en animales con la capacidad de transmitir agentes patógenos al ser humano podría resultar útil para prevenir potenciales enfermedades emergentes en el futuro. Este es precisamente uno de los objetivos de la estrategia global One Health, que cuenta con el respaldo de autoridades sanitarias como la OMS. Esta iniciativa busca reforzar la coordinación y el trabajo conjunto de los profesionales en ámbitos interrelacionados como la salud humana, la salud animal, la salud ambiental y la seguridad alimentaria.
En ese sentido, un equipo internacional de científicos de diferentes especialidades mostraron el 3 de febrero en la revista Nature Communications cómo la bacteria Escherichia coli (E. coli), en principio inofensiva, es capaz de evolucionar y convertirse en patógena en pollos con el paso del tiempo. Este microorganismo está muy extendido por el mundo y se encuentra en el aparato digestivo de multitud de animales, incluyendo también a los seres humanos. La gran mayoría de cepas de E. coli son totalmente inofensivas en dicho lugar. Sin embargo, algunas de ellas pueden causar diarreas leves y otras (como la E. coli enterohemorrágica) pueden producir toxinas muy peligrosas y desencadenar dolencias más graves que van más allá de las diarreas, como hemorragias, vómitos, destrucción de glóbulos rojos y lesiones en los riñones.
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