Colaboración con eldiario.es.
La pandemia de COVID-19 ha forzado a las sociedades occidentales a la aceptación del uso generalizado de las mascarillas en la población. A medida que sabíamos más sobre el coronavirus (especialmente su transmisión en fase asintomática) y la falta de stock de estos elementos de protección se iba aliviando, las autoridades sanitarias y los gobiernos de múltiples países han pasado de desaconsejarlas a recomendarlas e incluso obligar a los ciudadanos a utilizarlas. En España, el Gobierno impuso la utilización obligatoria de mascarillas en el transporte público a partir del 4 de mayo y este jueves 21 se ha ampliado el uso obligatorio de mascarillas en espacios cerrados y la vía pública, si no está garantizada la distancia de seguridad de dos metros.
Este cambio de panorama sobre las mascarillas en una población no acostumbrada a su empleo ha generado multitud de dudas sobre su buen uso y sobre las razones para la elección de ciertos tipos de mascarillas entre los ciudadanos. La falta de campañas masivas de educación por parte de las autoridades sobre su correcta utilización no ha ayudado en absoluto a combatir este clima de confusión.
Entre las cuestiones sin resolver que a partir de ahora cobran mucha más importancia destacan las que tienen que ver con la reutilización y desinfección de las mascarillas. Estos dos aspectos no solo generan grandes dudas entre los ciudadanos sino también entre los profesionales sanitarios que se han visto obligados, por la gran falta de stock, a reutilizar mascarillas a pesar de ir en contra de las recomendaciones de los fabricantes.
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