Colaboración con Investigación y Ciencia.
Las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) son unas técnicas de urgencia vitales para aumentar la supervivencia de personas en las cuales la actividad cardíaca o respiratoria ha cesado. Los protocolos de primeros auxilios evolucionan según lo hacen las evidencias científicas y la RCP no es una excepción. Un ejemplo ilustrativo de este fenómeno se encuentra en la actual recomendación de RCP en adultos ante una parada cardíaca. Según las directrices establecidas desde el año 2010, ante una persona en parada cardíaca fuera de un centro sanitario y sin acceso a un desfibrilador, debe realizarse reanimación cardiopulmonar exclusivamente mediante compresiones torácicas con una frecuencia de 100-120 compresiones por minuto. Tanto el Consejo Europeo de Reanimación (ERC) como la Asociación Americana del Corazón (AHA) definieron esta actuación como la más recomendable desde dicha fecha.
Sin embargo, antes de 2010, la recomendación era diferente y el protocolo vigente entonces establecía que había que combinar 30 compresiones con 2 insuflaciones boca a boca. Esta directriz cambió tras la aparición de los resultados de varios estudios que indicaban que las insuflaciones boca a boca no mejoraban la supervivencia ante un paro cardíaco, ya que era muy poco probable que una persona sin formación sanitaria ni entrenamiento en primeros auxilios pudiera realizar una ventilación adecuada. En su lugar, lo que se observó es que el pronóstico tras una RCP era más favorable cuanto más tiempo se dedicara al masaje cardíaco externo.
No obstante, los especialistas en la materia sospechaban que esta maniobra sin insuflaciones respiratorias podría no ser la más aconsejada en niños de corta edad porque en ellos la parada cardíaca está originada en muchos casos por asfixia. Por eso, ante esta incertidumbre científica, tanto el ERC como la AHA recomiendan aplicar RCP con ventilación de rescate a la población pediátrica antes que RCP solo mediante compresiones.
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