Cerco a los microplásticos, un riesgo aún desconocido para la salud

Colaboración con eldiario.es.

Plásticos playa

Los microplásticos (partículas de plástico con un tamaño inferior a 5 milímetros de diámetro) se han vuelto prácticamente omnipresentes en el mundo. No solo se encuentran en ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, donde su concentración es cada vez mayor, sino que también se han detectado en lugares remotos como parques nacionales o en la nieve recién caída de la Antártida. Estas partículas pueden permanecer en el medio ambiente durante siglos y acumularse en animales (especialmente en peces y moluscos). Se calcula que una persona puede llegar a ingerir y respirar alrededor de 100.000 partículas de microplásticos al cabo de un año. Estas partículas son muy heterogéneas tanto en tamaño, como en forma y tipo de material: pueden ser fibras, esferas o fragmentos, estar compuestos por diferentes productos químicos y convertirse en superficies en las que proliferen microorganismos perjudiciales.

Frente a este panorama, en la Unión Europea se están tomando medidas para alcanzar un objetivo antes de 2030: reducir en un 30 % la contaminación por microplásticos. Una de las medidas dirigidas a ello fue la publicación, el pasado 25 de septiembre, del reglamento que restringe, con diferentes plazos, los microplásticos añadidos intencionadamente a productos. De esta forma, las microesferas en cosméticos o la purpurina sintética estarán prohibidos en el territorio europeo. Otros productos que se verán sometidos a estas restricciones son el relleno granular que se emplea en superficies deportivas sintéticas (la mayor fuente de microplásticos intencionales en el medio ambiente) diversos juguetes, detergentes, suavizantes…

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) llevaba años reclamando públicamente a los gobiernos eliminar los microplásticos añadidos intencionalmente. Se estima que, cada año, se liberan en torno a 42.000 toneladas de microplásticos añadidos intencionalmente a productos solo en la UE. El nuevo reglamento busca evitar que aproximadamente medio millón de microplásticos termine en el medio ambiente. No obstante, un importante porcentaje de estas partículas se libera también a partir de la fragmentación y erosión de plásticos de mayor tamaño presentes en la ropa, la pintura o los neumáticos.

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