Colaboración con eldiario.es.
Cada vez que aparece un nuevo virus capaz de provocar epidemias en el ser humano, multitud de cuestiones asaltan a los investigadores: ¿Cuál es su letalidad y su capacidad para transmitirse a otros individuos? ¿Cuánto tiempo sobrevive en superficies? ¿Pueden provocar contagios las personas asintomáticas con el virus?… Con la aparición del virus SARS-CoV-2 el pasado diciembre, estas preguntas volvieron a colocarse de forma prioritaria sobre el tapete de la ciencia.
A priori, que el nuevo coronavirus comparta un 80% de su genoma con el virus del SARS (Síndrome respiratorio agudo grave) facilita las cosas a la hora de predecir y estudiar las características del virus, al tener como referencia uno similar ya conocido. Al fin y al cabo, es el genoma el que marca cómo se comporta un virus a la hora de transmitirse y provocar enfermedades. Sin embargo, los científicos están descubriendo importantes diferencias entre el SARS-CoV-2 y el virus del SARS. Por un lado, la letalidad del SARS-CoV-2 (2-3%) es más baja que la del SARS (9,6%). Por otro, el R0 (a cuántas personas puede transmitir el virus una persona infectada) del SARS-CoV-2 se encuentra entre 1,4 y 2,5 (valores provisionales a falta de más estudios), mientras que el R0 del SARS era de 2-5.
En comparación con los virus estacionales de la gripe, el nuevo coronavirus es ligeramente más contagioso y letal. No obstante, más allá de la letalidad del nuevo coronavirus y su capacidad general para transmitirse entre personas, son numerosos los detalles que siguen siendo aún un misterio para los científicos.
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