Colaboración con el País:
El 3D está inundando nuestra vida cotidiana audiovisual de la misma forma que comenzó a hacerlo el color décadas atrás: cine en 3D, televisiones en 3D, videojuegos en 3D… Este furor tridimensional ha tenido una razón de ser muy clara desde sus comienzos, que ha sido básicamente, la búsqueda de un mayor realismo y espectáculo. Pero la verdadera revolución del 3D aún no es cotidiana y está por llegar. El mayor potencial del 3D no es verlo, es construirlo, imprimirlo y que ello esté al alcance de la mano de cualquiera. Ese es el potencial de las impresoras 3D. ¿Qué son las impresoras 3D? Son herramientas (de muy diversa complejidad) capaces de crear piezas u objetos en 3D a partir de planos virtuales y ciertos tipos de materiales. De la misma forma que una impresora convencional (2D) imprime fotografías partiendo de datos digitales usando tinta, las impresoras 3D imprimen objetos partiendo también de datos digitales de figuras en 3D y usando materiales que apilan o se esculpen hasta dar formas tridimensionales. Los compuestos que pueden utilizar para crear estos objetos son muy variados: resinas, escayola, aleaciones de metales, papel, polímeros que son deformables a altas temperaturas (termoplásticos), células… Pero, ¿qué tiene todo esto que ver con la biomedicina? ¿De qué manera las impresoras 3D pueden tratar y ayudar a personas enfermas o con discapacidad?
Para descubrirlo, sigan leyendo en: Imprimiendo (en 3D) el futuro de la biomedicina