Colaboración con eldiario.es.
La desinformación sanitaria se expande sin control por internet. Noticias erróneas y bulos relacionados con la salud están a la orden del día, por muchos esfuerzos que se hagan en eliminarlos o restringirlos. Por eso han nacido numerosas iniciativas, originadas desde múltiples frentes, para ponerles freno.
La educación y el pensamiento crítico son claves para saber cómo procesar y valorar la información con la que nos topamos. En el mejor de los casos, alcanzaremos el criterio para distinguir la información falsa de la verdadera, y también para reconocer qué webs son fiables y cuáles no. Pero la realidad es que no se le pueden poner puertas al campo. Hay muchos intereses detrás que llevan a la creación y difusión de los bulos sanitarios: el afán económico, la falta de tiempo para contrastar, la intención de dañar a empresas o personas concretas… O, simplemente, como decían en la película El caballero oscuro, hay gente que quiere ver el mundo arder.
El primer paso es dudar razonablemente de la información. Por ejemplo, ante un mensaje de WhatsApp con una noticia sobre salud que suena muy impactante o conspiranoica, muchas veces basta con buscar el título de la información en Google acompañada de la palabra «bulo» para llegar a webs fiables que explican y desmontan dicha información.
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