Las extrañas formas del placebo

Tirita placebo
El efecto placebo, ese curioso fenómeno que hace mejorar a alguien convencido de los beneficios curativos de sus pastillas o píldoras de azúcar, es más universal de lo que creemos. Lo experimentamos por primera vez y sin saberlo desde nuestra tierna infancia y lo hemos seguido experimentando con más o menos frecuencia según los achaques y la susceptibilidad de cada uno.

Por convencionalismo, solemos tener la equivocada idea de que un placebo se limita simplemente a un medicamento en apariencia pero que, en realidad, no tiene ningún principio activo ni nada que pueda causar algún efecto en el cuerpo humano por sí mismo. Hasta cierto punto, es lógico pensar que si los fármacos son los que nos curan, los placebos se limitan a ser medicamentos en apariencia. Sin embargo, esto no es así exactamente. Los placebos puedan adoptar múltiples y extrañas formas, muy alejadas de un medicamento simulado, lo que lo convierte en un fenómeno más extendido y sutil de lo que tenemos constancia a simple vista.

Como he comentado anteriormente, la mayoría (por no decir todos) hemos experimentado el efecto placebo en nuestra infancia y no nos tuvieron que dar pastillas de azúcar para ello. Tras una caída ahí estaban nuestros padres con una tirita de socorro para «curarnos». En el momento en que se colocaba la tirita, parecía que inmediatamente el dolor disminuía, que estábamos mejorando desde ese instante. Cuando no era eso, era el más que típico «Sana, sana, culito de rana. Si no sanas hoy sanarás mañana» utilizado en multitud de países cada uno con su variante. Quizás los mayores no puedan recordar esas experiencias, pero sin duda sabrán cómo un niño deja de llorar, angustiarse y/o sentir dolor por el mero hecho de que sabe que alguien está tratando su problema, que lo está curando (o al menos lo intenta).

El fenómeno del efecto placebo de las tiritas en los niños no es baladí. De hecho, se ha observado que el efecto placebo es mayor cuando las tiritas tienen dibujitos, se siente mejor y se tranquilizan con más facilidad aunque realmente no estás haciendo nada sobre la herida salvo protegerla. La distracción de un niño con su dibujo animado preferido puede ser un buen analgésico.

Cuando crecemos, y nos convertimos en adultos, podríamos pensar que las tiritas y los «Sana, sana…» ya no nos convencen. Ya no somos tan ingenuos como para pensar que memeces así podrían curarnos… ¿O puede que sí? Para bien o para mal, cuando crecemos seguimos siendo, en muchos aspectos, unos niños grandes. Nuestra ingenuidad ante el placebo sigue presente y no hace falta que sean unas imitaciones de medicamentos sin ningún efecto para que experimentemos el efecto placebo.

Desde hace mucho tiempo se sabe que la propia relación médico-paciente es un placebo en sí mismo y puede ser muy poderoso cuando se da de forma óptima. Es decir, en muchas ocasiones los pacientes mejoran o mejoran más de lo que lo harían sólo con un medicamento efectivo por la percepción de que se están preocupando por su problema, de que lo están curando. Por eso cuanto más humano sea un médico, más probable será que cause un efecto placebo en sus pacientes.

No han sido pocos los estudios que han tratado de esclarecer este fenómeno. Así por ejemplo, en un estudio se tomaron dos grupos de pacientes. En uno eran completamente informados y tranquilizados con antelación sobre cómo iba a ser su evolución mientras que el otro grupo no recibió este trato. Los resultados fueron bastante contundentes: Los pacientes del grupo que habían sido informados y tranquilizados necesitaron, de media, la mitad de analgésicos y salieron dos días y medio antes del hospital que el otro grupo. Resultados similares se han encontrado en más estudios. Por ejemplo, en otro realizado hace 3 años y publicado en el BMJ (Effect of providing information about normal test results on patients’ reassurance: randomised controlled trial) en el grupo de pacientes que habían sido informados con detenimiento estaban más tranquilos, tomaban menos medicamentos e informaban de menos dolores en el pecho que aquellos que no habían sido apenas informados (con folleto o una explicación estándar).

Y es que no sólo el efecto placebo de una buena relación médico-paciente beneficia tanto al paciente como al médico, también puede ahorrar mucho gasto sanitario público. Algo que no se tiene en cuenta por prácticamente ninguno de los gestores, que parecen más empeñados en convertir la atención al paciente en una cadena de producción industrial.

Curiosamente y a menudo, el efecto placebo se da o refuerza con pequeños gestos que podrían parecernos soberanas tonterías. Así, por ejemplo, en un estudio realizado hace apenas un año y referenciado en el excelente blog Salud con cosas, encontramos lo siguiente:

[…] los pacientes operados de microdisquectomía (extirpación de un disco intervertebral o parte de él) lumbar por una hernia de disco padecen menos dolor postoperatorio cuando se les entrega un recuerdo de la operación. ¿Qué tipo de recuerdo? Un fragmento del disco que retiran metido en un bote con una solución salina. Al parecer, los pacientes ven en el «souvenir» una muestra de que la operación fue un éxito y esa tranquilidad les calma el dolor.

Como comentan muy bien en La pella de Gofio, muy probablemente este fenómeno no sea aislado y podría ser evidenciado en otros ámbitos mediante estudios:

De hecho, y sin haber realizado ningún estudio serio, me atrevo a afirmar lo mismo de los cálculos biliares y las colecistectomías (extirpación de la vesícula biliar). Hasta teníamos una «cantera de reserva» para los casos de barro biliar. Tiempos pretéritos «of course».

Queda claro que seguimos siendo unos niños grandes. No nos atraen tanto las tiritas con dibujos pero, placebilmente hablando, no sabemos decirle que no a un buen souvenir y al «cura sana» de un médico entregado por nosotros.

Artículo publicado por mí originalmente en el blog de psicología Reflepsiones.

18 comentarios sobre «Las extrañas formas del placebo»

  1. Pingback: Las extrañas formas del placebo - apezz.com
  2. Gracias por citar a saludconcosas. El tema del placebo es algo muy interesante y que ademas permite asociar la parte psicologica individual con la parte puramente médica.,.. Muy buen post!

  3. Michel Balint, al comienzo de su libro «El médico, el paciente y la enfermedad» dice (no es textual; mi memoria no es tan privilegiada): Existe un medicamento del que el médico desconoce casi todo: sus indicaciones, contraindicaciones, efectos secundarios, dosis, etc,, y ese medicamento es EL MISMO MEDICO.
    Tuve la suerte de concurrir a grupos Balint, de relación médico paciente y sé de lo que hablo. Es un grave déficit formativo en la curricula de los médicos. Saludos.

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  5. Hola Escribidor.
    100% de acuerdo. Lo vemos a diario en la clínica pero muchos médicos/ fisios/ etc ni se plantean que sus actos, o sus palabras, puedan ser placebos, por otro lado necesarios (sin que eso conlleve un menoscabo de la ética profesional de cada uno).

  6. Creo que mi subconsciente me juega malas pasadas…. resulta que desde que me entere del efecto placebo «hace varios años», confió cada ves menos en los remedios y hasta en algunos casos me aparece el efecto nocebo XD…

    Me pregunto cual sera la naturaleza de estos efectos (placebo y nocebo)… aunque supongo serán algún tipo de adaptación evolutiva…..

    1. Iván: Para tratar de solucionar tu problema, puedes recurrir a la medicina basada en la evidencia. Es decir, comprobar realmente qué fármacos han demostrado efectividad y cuales no para una dolencia concreta. Para ello, te recomiendo encarecidamente la web:

      Así no sólo estarás informado sino que potenciarás el efecto placebo 😉

  7. ¡Hola! Soy estudiante de 2º de medicina y este mismo año, en la asignatura «Teoría y Método. Documentación médica» hemos hablado este efecto. En clase, nuestro profesor comentaba que el efecto placebo no es «sugestión» sinó «confianza».
    Según mi punto de vista, conceptos como estos que son muy importantes para el personal médico y creo que, desgraciadamente, después de tantos años de estudio y/o ejercicio se olvidan algunos.

    Muy buen artículo. Gracias por las citas, ya que son interesantes ^_^

    1. Pues sí, es importante tener en cuenta el efecto placebo y saber valorarlo. Siempre se habla de efectividad de los fármacos pero casi nunca se comenta sobre los beneficios de un buen trato por parte del médico.

  8. Pingback: El Efecto Placebo: Más que bolitas de dulces | Matasanos
  9. Muy interesante.

    Hace cosa de un año leí en «Mente y cerebro» que el efecto placebo calmaba los efectos de los pacientes con Parkinson. Casi nada…
    Y todavía hay gente que se empeña en que la homeopatía funciona y no tiene nada que ver el efecto placebo.

    Saludos.

  10. Había perdido el marcador de tu blog, mecachis, con lo que me gustó.
    Joer, pues lo del efecto placebo con los discos intervertebrales ya podía funcionar con las muelas del juicio. Que a mi me la dieron machacada de souvenir, pero como si la siguiera teniendo dentro, oiga.
    por cierto… se lo diré a mi madre, que siempre se negó a comprarme tiritas de Aladdín porque eran más caras jejeje

    1. El problema es que el efecto placebo no aparece siempre ni en todas las personas. Hay dolores y enfermedades en los que el placebo poco puede hacer.
      Una servidora tiene pendiente aún extraerse dos muelas del juicio, me hace una ilusión….

  11. La capacidad de la mente para mantener bajo control determinados aspectos del cuerpo simplemente por propia voluntad o convencimiento está muy subvalorado precisamente en bastantes círculos médicos y científicos metiéndolo en el mismo saco que las pseudociencias o los timos.

    Sin embargo, parece claro que la predisposición del enfermo y su estado anímico son de una importancia nada desdeñable en su curación.

    (De la misma manera que machacando lo suficiente a alguien psicológicamente, se le pueden generar dolores psicosomáticos y agrabar la situación que tenga; un arma de doble filo.)

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