Las falsas promesas de las clínicas de ‘burbujas celulares’

Colaboración con Hipertextual.

Exosomas

Los avances más novedosos de las investigaciones biomédicas se siguen con esperanza por parte de millones de personas que ansían desesperadamente un tratamiento para sus enfermedades. Así, la ciencia más puntera en medicina suele estar revestida de un aura de prestigio y calidad, aunque se encuentre en una fase totalmente experimental, no apta todavía para su aplicación clínica en pacientes. Sin embargo, en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, la avaricia y la ambición humana han llevado a la aplicación rutinaria de terapias experimentales, tirando por la borda toda la prudencia necesaria para este tipo de tratamientos, con desastrosas consecuencias.

Por ejemplo, a partir del descubrimiento del radio por parte de Marie Curie y su marido Pierre y la investigación de la radiación por numerosos científicos, surgió una peligrosa moda a principios del siglo XX: el radio y la radiactividad se convirtieron en la panacea para cualquier dolencia. Estaban jugando con fuego, pero aún no lo sabían, pues por aquella época los riesgos de la radiación eran prácticamente desconocidos. Surgieron sales de radio como cura lo todo, balnearios radiactivos, agua mineral, dentífricos, cremas cosméticas y hasta chocolate con radio… Multitud de personas se expusieron injustificadamente a dosis elevadas de radiación, perjudicando su salud y provocando la muerte en no pocas ocasiones. Tuvieron que pasar muchas décadas hasta que la radiactividad tuviera por fin un uso realmente terapéutico: la radioterapia para el tratamiento del cáncer, que se estableció con todas las garantías de seguridad y eficacia.

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