Colaboración con eldiario.es.
Esta pandemia nos está mostrando a marchas forzadas cómo los conocimientos que se acumulan con los estudios científicos actualizan y cambian nuestra visión sobre el coronavirus y los métodos para tratarlo y prevenirlo. La hidroxicloroquina es uno de los ejemplos más emblemáticos en este sentido: ha pasado de ser uno de los medicamentos más prometedores contra el SARSCov-2 a ser actualmente un fármaco en «cuarentena» en diversos países por sus posibles riesgos para la salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció hace unos días que suspendía temporalmente los ensayos clínicos con hidroxicloroquina para el tratamiento de la COVID-19 por razones de seguridad. Esta decisión se tomó a raíz de los resultados de un gran estudio observacional, publicado en la revista The Lancet, en el que se detectó que los pacientes tratados con este fármaco contra la malaria tenían una menor supervivencia y más arritmias cardíacas que el grupo de control.
La hidroxicloroquina se consideraba uno de los cinco tratamientos más prometedores al inicio de la epidemia mundial de coronavirus. No solo la OMS incluyó este medicamento en su gran ensayo clínico internacional Solidarity, multitud de grupos de investigación en diferentes lugares del mundo están evaluándolo en ensayos clínicos (actualmente hay más de 200 ensayos clínicos registrados, 15 en España). Sin embargo, diferentes países como Italia, Francia y Bélgica han anunciado la suspensión del uso de hidroxicloroquina para el tratamiento de los pacientes con COVID-19 debido a las preocupaciones sobre su seguridad.
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