Colaboración con Investigación y Ciencia.
Los complementos dietéticos son productos muy consumidos en las sociedades occidentales y forman parte de un negocio multimillonario e inflado por las expectativas sobre sus efectos beneficiosos para la salud. Numerosas personas sanas y sin déficits nutricionales recurren a estos productos con el objetivo de prevenir enfermedades, aunque no cuenten con pruebas científicas que los respalden.
La vitamina D es uno de los suplementos más populares, especialmente indicado para prevenir fracturas óseas en las personas ancianas. Esta vitamina, implicada en la absorción intestinal del calcio y en la remodelación y calcificación de los huesos, la obtenemos principalmente al exponer la piel al sol (entre el 80 y el 90 por ciento de la que necesitamos). La dieta, en comparación, constituye una fuente de importancia muy limitada (entre el 10 y el 20 por ciento).
Múltiples estudios observacionales detectaron hace tiempo que los niveles bajos de vitamina D se asociaban a osteoporosis (disminución de la densidad ósea) y otras enfermedades. Así que, desde hace décadas, se ha ido recomendando este nutriente para evitar que los huesos se debiliten y, en última instancia, se fracturen. Se ha indicado tanto a las personas sanas como a aquellas afectadas por enfermedades óseas, como la osteoporosis, o con riesgo de sufrirlas por una exposición muy baja al sol. Sin embargo, existe una elevada controversia científica sobre esta cuestión. ¿Son realmente efectivos los complementos de vitamina D para este fin en la población general sana? Un gran ensayo clínico en Estados Unidos (EE.UU), cuyos resultados se han publicado de forma reciente en The New England Journal of Medicine, no ha hallado que prevengan las fracturas óseas en esa población.
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