Colaboración con eldiario.es.
Cuando el órgano vital de un paciente falla de forma definitiva e irreversible, conseguir a tiempo un sustituto para trasplantarlo marca la diferencia entre la vida y la muerte. Desafortunadamente, no hay órganos disponibles para todo el mundo. Centenares de miles de personas mueren cada año en las listas de espera, ansiando el preciado órgano que finalmente no llega. La escasez de donantes, junto una demanda de órganos cada vez mayor, está empeorando la situación de las listas de espera en infinidad de países. No obstante, los científicos trabajan desde hace décadas para intentar solucionar este grave drama humano. Su ambicioso objetivo: lograr que otras especies animales se conviertan en nuestros potenciales donantes.
Hace una semana, un avance prometedor hacia este fin saltó a los medios de comunicación a lo largo del mundo: por primera vez se había trasplantado con relativo éxito un riñón de cerdo a un humano con muerte cerebral. El logro, conseguido el pasado 25 de septiembre gracias a un equipo de sanitarios y científicos del hospital NYU Langone Health (en Nueva York), supone un paso adelante en el terreno de los trasplantes entre especies diferentes (xenotrasplantes). En el experimento, que tuvo una duración total de 54 horas, se conectó el riñón de un cerdo modificado genéticamente a la circulación de una mujer fallecida (con respiración artificial). Este órgano no se llegó a implantar en el interior de su cuerpo, sino que se dejó en el exterior, protegido por un recubrimiento de plástico, para poder monitorizarlo de forma constante.
Para evitar el ataque del sistema inmunitario a este órgano se tomaron dos medidas: por un lado, se modificó genéticamente al gorrino para que no produjera la molécula alfa gal que se encuentra normalmente en la superficie de las células porcinas y que el sistema inmunitario humano considera extraña. Por otro, se implantó el timo del cerdo (cuya función es «adiestrar» a diversas células inmunitarias) a la mujer receptora. Los científicos comprobaron que el riñón porcino funcionó con normalidad a la hora de producir orina desde el principio hasta el final del experimento y no hubo señales de un temprano rechazo inmunitario. Los detalles de la intervención aún están pendientes de publicarse en una revista científica, por lo que no es, por ahora, posible valorar este avance con todos los datos.
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