Colaboración con eldiario.es.
A lo largo de la pandemia se han puesto en marcha miles de ensayos clínicos para evaluar la eficacia de tratamientos terapéuticos y preventivos contra la COVID-19. Muchos de ellos han comenzado recientemente y aún no han finalizado. Desafortunadamente, más allá del éxito de las vacunas, los resultados de los estudios completados sobre terapias han causado muchas decepciones y pocas alegrías.
Por ahora, los tratamientos de eficacia claramente demostrada contra la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2 se cuentan con los dedos de una mano. La urgencia de la pandemia llevó a utilizar e investigar fármacos ya comercializados frente a otras enfermedades, con pocas garantías de éxito para la COVID-19. En cualquier caso, es posible que en los próximos meses se confirme la eficacia de algún que otro fármaco, entre los múltiples medicamentos prometedores que aún siguen evaluándose.
Dentro del conjunto de fármacos que han fracasado frente a la COVID-19, han destacado especialmente los siguientes tratamientos:
La hidroxicloroquina y los peligros de lanzar las campanas al vuelo
Los fármacos contra la malaria hidroxicloroquina y cloroquina fueron unos de los cinco tratamientos más prometedores contra el coronavirus al inicio de la pandemia. La apuesta de varios políticos por este compuesto fue decidida, a pesar de que apenas había datos sobre su supuesta eficacia. Especialmente llamativas fueron las declaraciones del expresidente de EEUU, Donald Trump, que afirmó ante los medios en marzo de 2020 que la hidroxicloroquina combinada con el antibiótico azitromicina tenía una oportunidad real de convertirse en «una de las grandes revoluciones de la historia de la medicina». El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también infló las expectativas hacia este medicamento antimalárico, hasta el punto de recomendar la hidroxicloroquina a los ciudadanos afectados por la COVID-19 incluso con síntomas leves.
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