Las presiones públicas para implantar cribados de cáncer a veces ignoran las evidencias científicas

Colaboración con eldiario.es.

Radiografía de tórax

Recientemente, algunos medios de comunicación y muchas personas en redes sociales han criticado duramente un informe enviado al Ministerio de Sanidad. Su crimen: desaconsejar el cribado de cáncer de pulmón en España tras analizar la evidencia científica. Los detractores del documento, elaborado por el Servicio Canario de Salud y la Agencia Gallega para la Gestión del Conocimiento en Salud, argumentan que se descarta esta medida de Salud Pública por su alto coste económico y añaden que varias sociedades científicas defienden el cribado de dicho tumor por ser el que mayor mortalidad presenta en España.

Las presiones públicas hacia el Ministerio de Sanidad de turno en la implantación de cribados no son, ni mucho menos, nuevas. Es algo que suele ocurrir de forma periódica, especialmente desde asociaciones de pacientes y algunas sociedades científicas. Cuando un problema de salud es importante, sucede con frecuencia que diversos actores abogan por hacer todo lo posible para combatirlo. Sin embargo, a veces este planteamiento puede ser más perjudicial que beneficioso para la salud, especialmente en un terreno tan complejo como los cribados.

Una buena prueba de ello fue el cribado del cáncer de próstata mediante la detección del antígeno prostático específico (PFA) que se aplicó en numerosos países durante muchos años. Tras una larga controversia científica, terminó por desaconsejarse en todo el mundo porque diversos estudios de elevada calidad confirmaron que esta medida no reducía la mortalidad o apenas lo hacía, mientras que los hombres que se sometían al cribado tenían mayor riesgo de daños por tratamientos innecesarios.

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