Colaboración con El País.
Dieta Dukan, dieta macrobiótica, dieta Hamptons, dieta del limón… Nuestra sociedad occidental se desvive por perder peso de múltiples y pintorescas maneras, a menudo más asociadas a las modas del momento que a las evidencias científicas sobre su efectividad y sus beneficios para la salud. Sin embargo, al margen de la superficialidad e irracionalidad de muchas de las dietas del mundo moderno, la ciencia lleva más de 80 años estudiando (sin prisa, pero sin pausa) un tipo de dieta experimental que no tiene rival en la actualidad: larestricción calórica.
A grandes rasgos, la restricción calórica es un tipo de dieta en el que se restringe las calorías consumidas en comparación con una dieta normal (desde un 10-15% hasta extremos del 40-50%, según el estudio y la especie animal) pero sin llegar al extremo de la desnutrición, al asegurar que se ingieren todos los nutrientes necesarios. Se trata, en palabras simples, de pasar algo de hambre, pero sin llegar a sufrir los efectos dañinos del hambre. Este «sencillo» tipo de dieta ha demostrado alargar la esperanza de vida y la vida media de multitud de especies diferentes: desde organismos de una sola célula (como los paramecios) hasta hongos, arañas, gusanos, peces, ratones, ratas, perros y primates no humanos.
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