En España TODOS somos donantes

Donación
Si hubiera tenido que contar las veces que he oído cosas como «Me voy a hacer donante, cuando muera quiero que mi cuerpo sirva a otras personas» o las veces que he visto campañas del estilo «Hazte Donante (Post-mortem)» creo que hubiera perdido la cuenta al poco de empezar. Y es que se trata de un error muy extendido. Ya sea por falta de información a la población por parte de quiénes crean y aplican las leyes, como por parte de las autoridades sanitarias, un gran porcentaje de esta población aún no sabe que, por ley, es donante de órganos.

¿Y esto qué significa? ¿Que estamos obligados, por ley, a ser donantes? No, tranquilos, la cosa no funciona así. Quien le tenga cariño y apego a sus vísceras más queridas, simplemente tiene que manifestar en vida que se opone a ser donante de órganos (bien hablándolo, bien dejándolo por escrito) para que te dejen el cuerpo intacto y la madre naturaleza junto a su agradable putrefacción se encarguen del trabajo o, en su defecto, las intensas llamas del crematorio.

Es lo que se llama consentimiento presunto. Es decir, todos por defecto (ustedes, yo, la vecina del sexto y el borracho de turno que se pone a gritar todas las madrugadas – bueno, éste último, el hígado no podría donarlo-…) somos donantes porque se supone que hemos dado nuestro consentimiento. Por lo que la única forma de anular este consentimiento es expresar en vida que no quieres ser donante.

Así pues, todas esas campañas de «Hazte donante» en España son bastante inútiles. Porque sirven para confirmar algo que ya está confirmado, que eres donante. Es como si un día de estos hicieran campañas de «Hazte ser humano».

Pero bueno, ahora aclarado el asunto principal. ¿Qué pasaría si una persona muere y se quiere extraer sus órganos pero la familia no quiere? Pues, lo crean o no, aunque los familiares estén en contra, el médico puede seguir adelante con la extracción de órganos. Claro que esto crea una situación tensa, desagradable y nada deseable en la relación médico-familiares del paciente. Por lo que se trata de hablar razonadamente con la familia para que vean con buenos ojos la donación. Básicamente para que queden conformes porque, les guste o no, su decisión no cuenta legalmente. Según el médico, habrá quién siga adelante o habrá quién acepte la decisión de la familia, eso ya entra en el terreno de lo ético y no de lo legal.

Actualmente, la política es la de ir normalmente a favor de los deseos de la familia. Lo que se trata es de darle un ambiente solidario al tema de la donación de órganos, no de imposición. Lo último sin duda tendría como resultado una percepción más negativa de este proceso y mucha gente en vida rechazaría ser donante en muerte.

Ahora seguramente se estarán preguntando por qué si todos somos donantes de por ley, no se hacen extracciones de órganos a cada momento. En realidad, deben cumplirse o son deseables una serie de circunstancias en la muerte y del propio paciente para que sea apto para la donación. Debe ser joven, sano, que no se le conozcan enfermedades infecciosas ni de otro tipo, que la muerte no haya perjudicado los órganos, que no haya transcurrido un determinado tiempo tras la muerte lo que provocaría el daño de los tejidos, que se dispongan de los recursos, material y personal necesario para la extracción, que sea compatible con alguno de los receptores…

Así pues, cuando se paren a pensar por qué España es uno de los países con más donaciones por habitantes tengan en cuenta que, a parte de la solidaridad postmortem de sus individuos, se debe a una de las leyes más progresistas del mundo en cuanto a donación de órganos se refiere. Lo que, por otro lado, ayuda a que aquí no veamos tráfico de órganos, como ocurre en otros países.

Actualización: Por si quieren echarle un vistazo, aquí esta la ley:

Ley 30/1979, de 27 de octubre, sobre extracción y trasplante de órganos.

En el párrafo:

> – 3 . Las personas presumiblemente sanas que falleciesen en accidente o como consecuencia ulterior de éste se considerarán, asimismo, como donantes, si no consta oposición expresa del fallecido. A tales efectos debe constar la autorización del Juez al que corresponda el conocimiento de la causa, el cual deberá concederla en aquellos casos en que la obtención de los órganos no obstaculizare la instrucción del sumario por aparecer debidamente justificadas las causas de la muerte.

75 comentarios sobre «En España TODOS somos donantes»

  1. Fluimucil: «pero un medico tiene como misión salvar vidas…» Totalmente en desacuerdo. La función de un médico es otra bien distinta: curar, si se puede; y siempre, aliviar y acompañar, es decir, cuidar. Me recuerdas a esos cirujanos que se calzan el pijama de quirófano a la manera de Superman su capa, dispuestos a embarcarse en una gesta contra los malvados para salvar la vida de los ciudadanos…

    «…al no donar tu órgano permites la muerte de una persona, lo cual en mi opinion te convierte, aunque estés muerto, en tan asesino como…» Por favor, no seas maximalista. Podríamos convenir que es egocéntrico y quiere manejar hasta el uso de sus asaduras una vez que empiezan a pudrirse, pero asesino es quien inflinge directa o indirectamente la muerte a otro, no quien racanea un recurso que podría impedir que una enfermedad lo haga. Donar, unido a otra serie de factores puede salvar vidas. La actitud de Atareq es similar a la de los ciudadanos del mundo rico que nos mostramos indiferentes a la muerte (cada minuto muere un niño por hambre o enfermedades evitables) de los ciudadanos pobres y que podríamos evitar fácilmente.
    Tu, como médico, tienes la responsabilidad de explicar que lo que va a producir la muerte no es el fracaso de un tratamiento o la falta de un órgano o la resistencia a un antibiótico. Lo que produce la muerte es la enfermedad. Lo demás son las circunstancias que van a favoracer que ésta se produzca de una forma y en un momento determinado.
    Por otra parte me parece falaz el menosprecio del sufrimiento de los familiares en ambos lados, contraponiéndolo a la gloriosa labor de la salvación de vidas (que en multitud de casos se queda en una prolongación de una agonía que difícilmente es motivo de orgullo y satisfacción). Si hay, como en el caso de Ana una clara determinación de donar, la negativa de los familiares es una traición a Ana y por tanto yo me rebelaría (desde el respeto) a aceptarla, pero si no hay manifestaciones claras del fallecido en uno u otro sentido, el respeto a la decisión de los deudos es difícil de calificar y toda generalización es superficial y vana, como lo es decantarse por el «derecho» de unos u otros al destino de los órganos.

    Atareq afirma ser dueño de su cuerpo, pero omite que las consecuencias de lo que haga con él repercuten de forma directa e intensa en otros. ¿Sería él tal vez indiferente al suicidio de su novia o de su padre?
    Y la perla «…tienen más derecho los familiares del muerto que los del que necesita el órgano…» se cae por su propio peso: La decisión es del muerto, y si no la ha dejado meridianamente clara antes de morir, no hay «derecho» que prevalezca. Es una cuestión de búsqueda del mayor beneficio lo que hace que la ley, sin conceder más «derechos» a unos que a otros, establezca el uso más beneficiente de esos órganos.

  2. Yo creo que la ley no plantea ningún problema: Atareq está en su derecho de no querer donar sus órganos porque no puede seleccionar el receptor, es respetable, así que las personas que como él no quieren donar lo tienen que manifestar en vida, mediante un escrito o algo, y ya está. El resto, los que quieren donar, pues no tendrían que hacer nada. Que por defecto se donen los órganos me parece genial, porque es la forma en la que se benefician más personas. Es muy probable que los órganos de muchas personas que no las habría importado donar o que nunca habrían firmado un documento negándose a hacerlo no lleguen a ser transplantados por la ignorancia de la familia de la posición de su ser querido: en muchas familias hablar del tema de qué hacer cuando se muera uno no es plato de buen gusto y mucha gente no sabe lo que quieren hacer sus familiares. Eso sí, lo que tenemos todos clarísimo es que si nos falla algún órganos nos gustaría que nos pusiesen uno nuevo: eso es hipocresía.

  3. Insisto: Una vez muerto, ¿quién es dueño de mi cuerpo? Según tú, Fluimucil, las obras de un autor fallecido se convertirían automáticamente en anónimas. Si yo he expresado mi intención sobre mi cuerpo, o se la he comunicado a mi familia, ¿por qué va a prevalecer el deseo de los familiares de una persona que agoniza, o de esta misma persona?

    En cualquier caso, no estamos ante una cuestión patética, esto es, sentimental, sino ante un problema de propiedad. Si nos basamos en la ley, como puedes leer, Fluimucil, los familiares tienen derecho pleno sobre el cuerpo del fallecido, siempre que aleguen haber recibido instrucciones del muerto en cierne.

    Respondiendo a tus puntos sobre mi postura:

    1. Una vez muerto, queda mi voluntad. ¿O para qué crees que sirven los testamentos? Y sí, me gustaría poder realizar un contrato complejo, con cláusulas y todo. Quiero poder decidir plenamente sobre mis propiedades. Si quiero cobrar por ellas o donarlas, por ejemplo. Entiendo que el liberalismo es difícil de digerir para personas cómodas y sin amor por la responsabilidad individual, pero es el sistema que respeta mejor las libertades.

    2. Por el hecho de no donar no soy un asesino. No existe el delito de asesinato por omisión, aunque existe un estúpido delito de negación de auxilio, que también me parece una estupidez: yo soy libre de querer ayudar al prójimo o de no hacerlo, y ello no me convierte en delincuente. Personalmente me gusta ayudar a los demás, pero no quiero que ello se convierta en una obligación. En todo caso, Fluimucil, tú eres un asesino por permitir que la comida que te comes no vaya a parar al estómago de un pobre negrito que se muere de hambre en el tercer mundo. Es más, eres un genocida, porque se mueren muchos niños de hambre en el mundo. ¿Harás algo al respecto, o te vas a quedar de brazos cruzados?

    3. ¿Esa probabilidad altísima se basa en tus conjeturas personales, o en una medición precisa? ¿Debo creer en tu palabra como en la de Dios? ¿Si me ordenas matar a mi hijo, seré malo si no lo hago? ¿Acaso niegas que existe la posibilidad de que mis órganos, o uno de ellos, acabara en el cuerpo de un criminal? Te lo preguntaré de otro modo para que no me vengas nuevamente con sofismas: ¿Es de todo punto imposible que uno de mis órganos acabe beneficiando a un criminal?

    Yo no aceptaría un órgano de semejantes desperdicios, pero el sistema es una mierda y no permite saber de quién estás recibiendo un riñón o un corazón. Te devuelvo la pregunta: ¿Cómo sabría de quién estaría recibiendo ese órgano?

    Y por si te queda alguna duda, conmigo no sirven los sentimentalismos del tipo: «¿Y si fueras tú el que se está muriendo, no querrías que te salvaran?» Pues verás, si no hay nadie que quiera salvarme, mis días estarán contados y me quedará menos para irme al otro barrio, si es que existe. Los creyentes tienen la esperanza de un mundo mejor. Yo tengo la total incertidumbre, o sea, no tengo ni puñetera idea de lo que hay cuando mueres: ¿Paraísos, infiernos, reencarnaciones, eternos retornos, nada? Es jodido asustar a un cínico, créeme.

    La pregunta de Irreverente tiene una fácil respuesta: No, no me quedaría indiferente ante el suicidio de un ser querido. Dicho esto, ¿qué tiene que ver con el tema que estamos tratando?

    La decisión es del muerto, pero por si no has notado el vacío legal, es la familia quien tiene la última palabra en caso de que aquél no haya dejado su voluntad por escrito, ya que pueden alegar, como he dicho anteriormente, que el fallecido les había expresado su voluntad verbalmente. Veo que eres socialista al afirmar la supremacía del «bien común». Yo no creo en ese concepto, sino en la propiedad individual. Si empleamos tu curioso concepto del uso más «beneficiante» (sic), un juez podría considerar que todas tus propiedades sirven mejor a otra persona, y despojarte de ellas; o que tu cuerpo no es útil y que sería más provechoso como abono. Eso, y no otra cosa, es el maldito bien común.

    Por último, Ana, es cierto que preferiría recibir un órgano antes que morir. Pero créeme que no me gustaría recibirlo de una persona que no lo hubiera expresado claramente.

    Un saludo a todos.

  4. Atareq: aunque no comparto tu postura la respeto profundamente, porque cada uno tiene derecho a disponer de lo suyo como le plazca y a pensar como quiera, y no me parece ni mejor ni peor. Yo soy muy rotunda con el tema de la donación porque no tengo creencias que me hagan querer seguir «entera» cuando me muera ni escrúpulos sobre dentro de quién vaya a seguir latiendo mi corazón o filtrando mis riñones, pero comprendo que haya gente que simplemente no pueda concebir que le saquen sus órganos o que los vayan a recibir cierto tipo de personas. Pero he de contradecirte en una cosa: el instinto de supervivencia es muy fuerte, y nuestros valores pueden cambiar asombrosamente en momentos difíciles, y cuando de vida o muerte se trata no creo que nos importe que la persona que nos va a dar la vida hubiese expresado claramente que nos la quería dar, simplemente pensaremos que seguro que no le importaría, o de lo contrario lo hubiese expresado. Eso sí, bajo ningún concepto aceptaría que se extrajesen órganos de alguien que en vida se hubiese negado a ello.

  5. Atareq
    «…tu curioso concepto del uso más «beneficiante» (sic)…» El concepto es «beneficiente» y no es «mío» y curioso te lo parecerá a tí, porque es un concepto perfectamente definido en bioética, disciplina reciente y en pleno desarrollo que se ocupa de poner en claro aspectos que las layes no contemplan pero que cualquier persona (o casi cualquiera, después de conocer a algunos como tu) podría suscribir.

    La familia no tiene en ningún caso la última palabra. Tienen, en todo caso, la representación de la palabra del fallecido pues se supone que son los que mejor conocen sus principios y lo que habían sido sus deseos. Otra cosa es que traicionen esos deseos por miedos irracionales, atavismos religiosos (como parece ser tu caso) y multitud de otros «factores de distorsión» que perviertan el sentido de la voluntad del muerto.

    No, no soy socialista, pero me aventuro a decir que tu adoración casi religiosa (¿Digo casi por ser amable?) por la propiedad individual te coloca en una vitrina del museo antropológico, en la sección del homo habilis junto a los Golum trinufantes del mundo casposo en el que vivimos.

    Desde luego no me parecería nada mal que alguien, nunca un juez, y aplicando criterios que tu nunca podrás entender, decidiera quitarnos una buena parte de lo que tenemos para hacer un mundo más justo en cuanto al reparto de la riqueza, y estoy seguro que nuestro cuerpo, incluso el tuyo, nunca sería destinado a abono… Ese tipo de monstruosidades, más propias del reino animal que del estrictamente humano (homo sapiens sapiens), se repiten en la historia a manos de los defensores de lo mío en contraposición a lo tuyo, exaltadores de yoes minúsculos que necesitan trofeos para sentirse algo digno de ser temido y tenido en cuenta. Terrible paradoja de los adoradores del yo-me-mi-conmigo que necesitan el espejo de los otros para significarse.

    Yo tampoco tengo tan claro que quisiera ser «salvado» a costa de una traición, por más que ésta sea legal.

  6. Ana, aunque es evidente que tenemos ideas distintas, yo también respeto tu postura. Sin embargo, no respeto la de Irreverente.

    Antes de nada, siento que mi profunda incultura me haya impedido apreciar el complejo significado que encierra la palabra «beneficiente» (sic), pero por más que la he buscado, no he encontrado referencias a ella. El diccionario de la RAE no dice nada al respecto (lo cual es lógico dada la lentitud de la Academia), pero tampoco saben nada la Wikipedia ni Google (salvo algunas referencias al portugués). ¿Los amantes de la bioética (disciplina absurda, desde mi punto de vista) son muy vagos, o es que te has inventado el término?

    Ahora quiero precisar algunas de tus afirmaciones.

    En primer lugar, mi postura se basa en el respeto absoluto de la propiedad privada, no en ningún miedo irracional ni en la religión (esta palabra, aclaro, puede ir separada de la palabra atavismo). Si no se respeta la propiedad privada ni al invididuo, como he demostrado anteriormente, el conjunto puede hacer uso de su fuerza para despojarnos de todo derecho humano. Esto es un razonamiento, es decir, lo contrario de la irracionalidad. Todavía no te he visto razonar, sino exponer una postura de manera repetitiva y cansina. ¿Debo suponer que te domina la irracionalidad, o algún tipo de atavismo tribal?

    Yo no adoro la propiedad privada. Tan sólo considero que es un principio fundamental del ser civilizado, ya que sin ella no podríamos delimitar las obligaciones y derechos de cada uno. Esto es otro razonamiento, en contraposición de tus constantes afirmaciones sin fundamento. De hecho, es lo que define al hombre moderno, ya que nuestra civilización se basa en un sistema de propiedad (imperfecto, eso sí). Me quedo, sin duda, con tu (no sé cómo llamarlo): «los Golum triunfantes del mundo casposo en el que vivimos.» Bravo. Por cierto, se escribe Gollum ;).

    Me interesa muchísimo tu propuesta. ¿Quién, sino un juez, debería decidir sobre nuestro cuerpo? ¿Los políticos? ¿Tú? ¿Una secta? ¿La mafia? Y no sé si podría entender esos criterios, pero la conditio sine qua non es que los expongas. Por último, las mayores monstruosidades de la humanidad se han llevado a cabo por la locura de las multitudes: nazismo, comunismo, etc. Las monstruosidades individuales son de un alcance mucho menor, y normalmente provocadas por la enfermedad y la degeneración mental.

    En todo caso, creo que nos hemos desviado muchísimo del asunto propuesto. Me gustaría que Shora ejerciera de moderadora, si no es mucho pedir, para encauzar la cuestión.

    Un saludo.

  7. Atareq
    «Sin embargo, no respeto la de Irreverente» Mal asunto para debatir… Yo si respeto la tuya pese a que no la comparta.
    Si tomas un mínimo de interés, asocia bioética a beneficiente y google te vomitará 472 entradas, para empezar a hablar. Tu consideración (reconozco que amable) de absurda referido a la bioética me sorprende pues la desconoces por completo. ¿Con qué criterio?
    Mi incultura me hace escribir Gollum con una sola l. Lo lamento superficialmente.
    «Si no se respeta la propiedad privada ni al invididuo, como he demostrado anteriormente…» He repasado con paciencia tus intervenciones previas y no he encontrado demostración alguna. ¿Identificas al individuo con la propiedad privada o es la falta de respeto a ambas a lo que aludes? Uno de los principios básicos de la bioética es el principio de autonomía que reconoce en el otro su diferencia, su identidad individual y la obligación de respetarla. Espero que éste término te sea más familiar. De hecho aludes a él cuando opinas que «Si yo he expresado mi intención sobre mi cuerpo, o se la he comunicado a mi familia, ¿por qué va a prevalecer el deseo de los familiares de una persona que agoniza, o de esta misma persona?» Parece que aunque sea una disciplina absurda compartes una buena parte de sus supuestos…
    Las religiones tienen una característica común y es la de «absolutizar» lo que es relativo,(los fundamentalismos son su máxima expresión) y la de imponer dogmas de fe que no pueden ser demostrados ni comprobados. Es decir, o se tiene una especie de inspiración divina, o se creen sin más. ¿De dónde surge tu «respeto absoluto a la propiedad privada»? Lo que llamas razonamiento me parece una aseveración pobre: «el conjunto puede hacer uso de su fuerza para despojarnos de todo derecho humano» Podríamos darle la vuelta y asegurar: el individuo puede usar su poder para despojarnos al conjunto (y ese conjunto puede ser una etnia, los ciudadanos de una región…) de todo derecho humano. Y esto sí que se repite a lo largo de la historia, desde el principo hasta nuestros días, no hay más que leer el periódico. Es un razonamiento pobre, pero una prueba abrumadora en tu contra.
    ¿Otro razonamiento? «la propiedad privada … sin ella no podríamos delimitar las obligaciones y derechos de cada uno» No entiendo como se delimitan los derechos y obligaciones a través de la propiedad privada. Yo no la niego, las experiencias con la abolición de la propiedad privada han arojado resultados catastróficos, me parece un mal menor, pero desde luego no me parece el pilar fundamental de una sociedad deseable, tal vez si de la lamentable sociedad moderna en la que, sirva como ejemplo, el grueso de la investigación médica está en manos privadas con las consecuencias en términos de salud que todos conocemos: dilapidación de los recursos de salud en las sociedades desarrolladas en gasto farmacológico redundante y de escasa utilidad y altos precios, acompañado de desabastecimiento en las sociedades pobres de medicamentos esenciales por mor de la libertad de mercado.
    Y eso, y esta es tal vez una de las cosas que más nos diferencian y que no procede de un «atavismo tribal» sino de la observación y la reflexión (de que el beneficio propio, si va en detrimento del ajeno, es un arma de doble filo que se vuelve contra nosotros), ese empobrecimiento de unas zonas del mundo, nos afecta directamente en forma de inmigración masiva, de rebrote de enfermedades que estaban casi erradicadas en nuestras sociedades… ¿Sabes que la tuberculosis ha repuntado en los países europeos de la mano de la inmigración con el agravante de ser variedades resistentes a los tratamientos habituales por el mal seguimiento terapéutico que se hizo de la mano de la cooperación desorganizada? Es sólo un apunte….
    A la cabeza de las masas obtusas y enfebrecidas hay un individuo, uno, individual, que las organiza y dirige.

    Un saludo desde el respeto.

  8. Irreverente, ¿cómo pretendes que respete tus opiniones, si entre ellas hay descalificaciones explícitas de mis principios? Lo siento, si algo no soy es hipócrita. Pero como me gusta debatir, aquí seguiré hasta que Shora considere que es suficiente y nos cierre el pico, que para algo es su blog.

    Es cierto, los eminentísimos bioéticos hablan mucho de esa palabra inventada. Pero desgraciadamente, desde que comentaste se han reducido los resultados: 471. Ánimo, lo mismo conseguimos que aumenten. Haré lo posible: ¡Google, mira! => beneficiente.

    Te contaré por qué me parece una disciplina absurda. Según la Wikipedia (corrígeme si cometo alguna imprecisión, por favor), la bioética es «el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias biológicas respecto a los valores y principios morales». Considero que no es necesaria una disciplina específica para definir las cuestiones éticas y morales, ya que para eso está el Derecho.

    Las consecuencias de no respetar la propiedad privada ni a los individuos son evidentes. ¿Quieres más pruebas que el nazismo o el comunismo? Tienes terrorismos de todos los colores, asesinatos, robos con violencia, etc. Y aplicado a la cuestión del debate, tienes el tráfico ilegal de órganos, que implica, incluso, el secuestro y asesinato de personas inocentes.

    Parece que yo comparto algunos principios de la bioética (no me provoca sarpullido, aclaro). Tú pareces defenderla a capa y espada. ¿Compartes tú esos principios?

    Todas las religiones no son iguales. De hecho, salvo el islam, casi ninguna religión impone sus principios a nadie. Intentan difundir sus creencias, pero no fuerzan a los demás a tenerlas por válidas. Esto sucede únicamente en las teocracias, la mayoría de las cuales son islámicas.

    ¿Un individuo puede someter a un conjunto de individuos? No veo tu «prueba abrumadora». Normalmente sucede al revés. Es la masa la que oprime al individuo. Te recomiendo la lectura de Bajo las ruedas, de Hermann Hermann Hesse.

    Sin propiedad, la economía carece de sentido, ya que el fruto de tu trabajo no te resulta útil, al no poder asentar tus propiedades. Sin economía, toda sociedad se derrumba. Y por favor, dejemos el asunto de la dilapidación de recursos para otro momento. Se ve que no conoces la sanidad pública, véase el SAS. Eso es el vivo ejemplo del derroche de dinero público, del nepotismo, etc.

    Un saludo.

  9. Viendo el asunto en el que nos centramos ahora y antes de que me ponga a leer con tranquilidad todos los comentarios para posteriormente responderlos, me permito aligerar un poco el tono y añadirle algo de humor con un poco de sabiduría:

  10. Atareq
    El derecho contempla lo que se podría llamar una ética de mínimos, es decir normas de obligado cumplimiento cuya función fundamental es facilitar la convivencia de los individuos. Contempla los principios de «no maleficencia», es decir, lo que el aforismo médico traduce en «primum non nocere», es decir, lo primero, no hacer daño y el principio de «equidad o justicia» que hace referencia al reparto de los recursos, siempre limitados entre los potenciales beneficiarios de una prestación.
    Pero hay otros dos principios éticos que podríamos considerar de máximos, de excelencia ética, que son el principio de autonomía (al que ya me he referido y en el que estamos de acuerdo) que es en parte contemplado por la ley que entró en vigor en Mayo de 2003, ley de autonomía del paciente y el de beneficencia, que tanta risa y desprecio te provoca. La ley ha de ser de obligado cumplimiento. La excelencia ética es una opción…

    Respecto a las religiones, todas las religiones teístas, y salvo desconocimiento por mi parte lo son todas excepto el taoísmo y el budismo, incorporan «creencias» reveladas por un dios inaccesible desde la razón, hacedor de todas las cosas y en cuyas manos está el destinos de los seres que, además, han sido creados por él. Y para colmo ¡a su imágen y semejanza! (es decir, codiciosos, vengativos, crueles… aunque también con virtudes…) Y no olvidemos los siglos de tiranía y sometimiento a la cruz y por las armas con que nos ha regalado lo más perverso del cristianismo. Ya sé que eso es contrario a la enseñanza de Cristo, pero hablamos de las religiones.
    Y, en fin, ya leí bajo las ruedas, pero también leo el periódico y veo a los grandes del mundo dictando sus normas que sumen en la miseria a grandes masas con el objetivo de lograr un beneficio personal y de su reducido grupo, una especie de «extensión del yo». El contexto en que Hermann Hesse escribió es en el siglo pasado y en momentos convulsos de grandes catástrofes políticas y bélicas. La historia nos ofrece un paisaje mucho más amplio, de varios miles de años en los que contemplar los resultados.
    No insistas, NO COMBATO NI PRETENDO ELIMINAR LA PROPIEDAD PRIVADA. Si me parecería necesario apelar a la responsabilidad para limitar la acumulación de bienes. No sé como, pero estoy seguro de que habrá quienes tengan mejores ideas de como hacerlo.
    Y para terminar, llevo más de 20 años trabajando como médico en el sistema nacional de salud y sé bien de lo que hablo. He participado en comisiones de farmacia y en la elaboración de algunos protocolos, he asistido a la proliferación de fármacos de escasísima utilidad que han sido comercializados por «necesidades del mercado», patentes en las que se había invertido excesivo dinero y había que rentabilizar de alguna forma… Conozco bien el paño.
    Y seguiré respondiendo hasta que Shora me pida que me calle. Por razones éticas. Aunque hemos llegado muy lejos con los trasplantes, casi ya ni se ven.

  11. Que bueno que sea así lo de la donación. Porque a veces uno quiere ir a firmar el documento en que manifiesta el deseo de hacerlo pero con lo enredos diarios de la vida, se posterga y se posterga hasta que se olvida.

    No sé cómo sea acá en Colombia, ojalá sea igual para evitar la ida a firmar el contrato.

    PD.. Me parece excelente tu blog, de lo mejor que he visto desde que ando en este mundo. Felicitaciones y éxitos.

  12. Irreverente, un conjunto de conocimientos que pretende ser una disciplina, trata de perpetuarse a través de las normas. Puede que actualmente estemos hablando de una excelencia opcional, pero con el tiempo, si no se le pone freno, puede que estuviéramos hablando de obligaciones y restricciones. De todas formas dudo que mi opinión sobre la bioética sea interesante como objeto de discusión. Por cierto, no me has respondido si compartes los principios mencionados de esta disciplina.

    El Derecho, de manera muy sucinta, es un conjunto de normas que nos permite vivir en sociedad. No creo que necesitemos nada más. Y por cierto, el principio de equidad y justicia no hace referencia al reparto de recursos.

    Tu simplificación de las religiones me abruma. ¿Dios innacesible por la razón? ¿En cuyas manos está el destino de los seres? Creo que te equivocas. Dios no se declara inaccesible por la razón; cosa distinta es que la pobre mente humana sea incapaz de abarcar el infinito. En cuanto al destino de los seres, hay complejas discusiones teológicas sobre el libre albedrío. ¿Codiciosos, vengativos, crueles…? Te refieres a Alá y a Yavéh, supongo. Jesucristo habló de un Dios bondadoso, misericordioso y amigo. O más bien, habló de Dios. Yavéh no es más que un demiurgo. El islam no ha tenido una renovación como el cristianismo; es como si los cristianos mantuvieran las tesis del Antiguo Testamento. Lo curioso es que el Corán es mucho más moderno que el Nuevo Testamento. No te negaré que ha habido excesos, pero no sólo en nombre de la Cruz, sino también de la Media Luna y de otras religiones.

    En cuanto a Bajo las ruedas, creo que haces una mala lectura no ya del libro, sino del mundo. Esos «grandes del mundo» hacen uso de las masas para oprimir a otras masas. Se da la paradoja de que ambas masas sean la misma. Por ejemplo, los políticos. La sociedad los vota, y ellos oprimen y restringen a esa sociedad. No son individuos con sus propios medios sometiendo a las masas, lo cual es de todo punto imposible, a no ser que estemos hablando de Thor o Galactus.

    Insisto: estás a favor de abolir la propiedad privada, desde el punto y hora que te parece necesario «limitar la acumulación de bienes». Limitar el enriquecimiento de alguien que se enriquece progresivamente es un robo; si se institucionaliza, además, es una negación de la propiedad privada.

    En cuanto a la sanidad pública, piensa en esta diferencia. Esos fármacos de escasísima utilidad que son comercializados no salen de mi bolsillo. La sanidad pública, con todo su despilfarro, sí. Por tanto, me importa muy poco el éxito o el fracaso de los primeros, y me afectan directamente los del segundo.

    Por cierto, yo no he propuesto que te censuren. Simplemente le pedía a Shora que ejerciera de moderadora para encauzar el debate, lo cual es una invitación que todos podemos aceptar o declinar.

    Un saludo.

  13. Fluimucil, Nebulina:

    Gracias por la aclaración de la donación del cuerpo para disecciones, a mí siempre me contaron que eran inmigrantes y vagabundos por el tema de que no había familiares que reclamaran el cadáver. Pero viendo que hay compensación económica si lo donas es lógico pensar por qué suelen ser éstos. Aún así, si la muerte está clara (no es muerte violenta) y, por poner un ejemplo, un vagabundo muere en el hospital, no hay necesidad de autopsia judicial y hay vía libre para la disección.

  14. Etiam:

    «El post me ha dejado una duda: recuerdo que hace un tiempo se nos comentó en clase que para la donación de órganos, si bien no eran «útiles» los de una persona con enfermedad infecciosa, se le daba el visto bueno a las que padecieran una enfermedad bacteriana en tratamiento y que estuviera bien controlada. Esto se cumplía especialmente en el caso de transplantes de riñón. ¿ Es esto cierto o es una medida que se tomaba antes y ahora se ha desechado?»

    Uf, ni idea. Los detalles específicos sobre la viabilidad o no de una persona para la donación según la patología es algo que se me escapa.

    drapeich:

    «Sin embargo estoy en desacuerdo contigo en una cosa, en España hay muchas donaciones porque si somos solidarios. No porque tengamos una ley muy moderna, que evidentemente la tenemos. En la práctica habitual, se solicita a la familia en consentimiento para extraer los órganos, y se tiene en cuenta la voluntad de estas, así es en el hospital donde yo trabajo y por comentarios con compañeros creo que esto es extensible a todo el país. Y muchas veces te da mucha rabia porque la familia no accede, y sabes que sería un donante idóneo, y que salvaría vidas, y que la ley está de tu parte, pero no se aplica. Así que creo que aunque todavía falte concienciación social de la importancia de donar, creo que en España, si somos solidarios.»

    Sin duda la percepción de la donación por parte de la sociedad, ayuda. Pero el hecho de que exista la premisa de que todo el mundo es donante hasta que se demuestre lo contrario es lo que abre la posibilidad a que se pueda preguntar a las familias para el explante. Si esa ley no existiera, la acción consistiría en ver algún documento o asegurarse si dijo alguna vez que quería ser donante y, como la mayoría no da activamente ese paso, la cosa se quedaría en nada. Muchos de aquí ya lo han comentado, si hubiera que hacer papeleo no llegarían a ser donantes.

  15. cloudy:

    «»Es tan inútil como decir hazte ser humano»»¦
    No está tan claro que lo seamos igual que tampoco parece que lo esté en la práctica ser donante»¦
    Y no por por malicia, por el camino que nos queda por andar, estamos mas al principio de lo que parece, a la vista estỦ»

    Ya, no creas que no lo pensé. Pero de todas formas, a alguien inhumano de poco le sirve que le digan que tenga un poco de humanidad, es como pedirle volar a una roca.

  16. atareq:

    ¿? ¿Lo dices por lo que he comentado antes de humano e inhumano? No iba dirigido al tema de la donación, sino algo general.

    En cuanto a la donación, debe ser un acto libre por parte de cada uno. De la misma forma que nadie está obligado a dar una limosna al mendigo que grita lastimosamente su mala suerte.

    Otro tema es el egoísmo que se puede ejercer dentro de esa libertad. Todos somos un poco más o un poco menos egoístas, pero es éticamente reprochable el extremo. Ya sabes que siempre veré tu postura de esa forma 😛

  17. Shora, para que un ser humano pueda tener un gesto de generosidad, debe hacerlo de manera voluntaria. Si pierde su libertad, se le niega su condición humana. Aludir a los sentimientos en asuntos de la razón no es útil.

    Un saludo.

  18. Entonces te había interpretado incorrectamente :). En todo caso, hubo un tiempo de mi adolescencia en que cuestioné seriamente mi humanidad.

    Del egoísmo, por cierto, escribí algo hace tiempo. Al final todos seremos buenos egoístas. Pero no te lleves a engaño: precisamente defiendo la propiedad privada para que cada cual tenga libertad de ser egoísta o generoso. Y voy más lejos: la defensa de la propiedad privada favorece a las clases más pobres, pues el fruto de su trabajo (que se deriva en pequeñas propiedades) es lo único que tienen para superar progresivamente su situación.

    Un saludo.

  19. Atareq
    «Dios no se declara inaccesible por la razón; cosa distinta es que la pobre mente humana sea incapaz de abarcar el infinito.»
    O sea, no, pero si. No es dios inaccesible… es la mente la que no puede acceder…

    «¿Codiciosos, vengativos, crueles»¦? Te refieres a Alá y a Yavéh, supongo. Jesucristo habló de un Dios bondadoso, misericordioso y amigo.» (y nadie le hizo caso)
    Me refiero a los dioses que crearon al hombre a su imágen y semejanza. El hombre es codicioso, vengativo, cruel…. ¿a imágen y semejanza de quién?

    «No te negaré que ha habido excesos, pero no sólo en nombre de la Cruz, sino también de la Media Luna y de otras religiones.»
    Hablo de las religiones teístas. Todas. Nunca he oido hablar de invasiones, torturas, destrucción a manos de taoístas o budistas.

    «El islam no ha tenido una renovación como el cristianismo»
    El Islam ES una renovación del cristianismo en el sentido de combatir la idolatría que cuajaba (y se ha instalado definitivamente) entre los cristianos. Por eso prohíbe la representación de Allhá. Es impensable en el mundo islámico el fanatismo por determinadas vírgenes, Cristos o santos locales tan frecuentes en el mundo católico.

    «Esos «grandes del mundo» hacen uso de las masas…»
    Lo dejas clarísimo, ellos, sujetos individuales hacen uso de una herramienta que es la masa para… O sea, si alguien comete un delito con un arma, ¿Sería el arma la responsable, o el sujeto que la maneja?

    «Insisto: estás a favor de abolir la propiedad privada…» Pues vale, yo no insisto más. Yo apelo a la responsabilidad y echo mano de principios éticos que van mucho más allá que las normas reguladoras del comportamiento de la manada con sus jerarquías, su territorio y demás mezquindades.

    «Esos fármacos de escasísima utilidad que son comercializados no salen de mi bolsillo.» Grave error de percepción. Ese gasto sale directamente del bolsillo de todos los que pagamos impuestos: Compra para suministro de hospitales y centros sanitarios y gasto por receta (íntegra para pensionistas y al menos el 40% para los activos). Si además tienes que tomarlas y eres activo, pagarás el 60% restante directamente en la farmacia. Aunque defraudaras a hacienda, pagarías…

    Un saludo.

  20. Irreverente, la inaccesibilidad de Dios es sí, pero para el hombre es no. Resulta sencillo. Uno de los atributos de Dios es la infinitud; otro de ellos, la eternidad. Son conceptos que podemos intuir, pero no entender. ¿Pretendes que la mente humana puede abarcarlo todo?

    En cuanto a la imagen y semejanza, sólo una advertencia: Si lees los textos sagrados al pie de la letra, te encontrarás con muchos muros. Ten en cuenta que en su mayoría se escribieron hace miles de años, en épocas que probablemente fueron muy diferentes a la nuestra. Sin ir más lejos, la mentalidad del hombre medio del siglo XIX dista un abismo de la del hombre medio del siglo XXI (aunque hay hombres de nuestro siglo que están muy atrasados con respecto a los primeros).

    El islam no es ninguna renovación del cristianismo. Es una suerte de cisma, pues ambas religiones tienen un origen común. El cristianismo no es una idolatría. De hecho, tiene más de código ético que de religión. Las enseñanzas de Cristo, por lo general, son morales, no místicas. Y el islam, por definición, no cabe la idolatría, es cierto. Ni puede haber fanatismo por vírgenes o cristos, también cierto. En cambio hay fanatismo que mata a personas, que fomenta el odio y la discordia, que sólo se saciará hasta que todo el mundo esté sometido al islam. No en vano islam significa sumisión. Y no olvides que las enseñanzas del Corán, vigentes hoy en día, instan a los fieles a combatir, castigar e incluso a aniquilar a los infieles (es decir, todo el que no es musulmán). Semejantes enseñanzas encontramos en el Antiguo Testamento. Pero nota la distinción: Antiguo y Nuevo Testamento. En el Nuevo no hay odio, sino paz y amor. He aquí la gran diferencia entre islam y cristianismo, y la superioridad moral de éste. Pero para evitarte pulsaciones inútiles, no soy católico, y la verdad es que tampoco me considero cristiano, a pesar de que comparto muchos de sus principios morales. Como he comentado en este blog alguna vez, soy agnóstico. Lo que te pido es que bases tus críticas en los argumentos expuestos, y no en mi persona, ya que no te servirá de nada. Por cierto, no se escribe Allhá; en todo caso, Allah.

    Respondo a tu pregunta sobre las masas con dos preguntas: ¿Esas masas no son conjuntos de individuos? ¿Esos individuos son zombis o personas con posibilidad de decisión?

    Si estás a favor de limitaciones de la propiedad por parte de terceros (esto es, no propietarios), estás en contra de la misma.

    Grave error de percepción el tuyo. Además me estás dando la razón. ¿Quién se gasta mi dinero, la empresa farmacéutica o la sanidad pública? Pues bien, quien se gasta mi dinero es el culpable, no el que vende un producto innecesario o caro. Mi solución es bien sencilla: abolición de los impuestos, fomento de la responsabilidad individual (algo que pareces compartir conmigo)… En definitiva, que cada uno se saque las castañas del fuego.

    Un saludo.

  21. Podemos hablar largo y tendido del neoliberalismo versus el estado del bienestar, pero creo que eso es desviarse bastante del tema que nos ocupa.

    Yo tengo clara una cosa: los muertos no tienen posesiones. Un cadáver no es propietario de sus órganos, ni, en general, de nada en absoluto. Se trata de 50 ó 100 kilos de carne en proceso de descomposición, del cual hay que ocuparse con rapidez para que no genere un problema de sanidad pública, pero del que, si uno se encarga eficientemente, se pueden sacar elementos de repuesto extremadamente útiles para las personas que los necesitan.

    Es decir, un muerto no puede decidir qué hacer con sus órganos, porque ya no son suyos. Los que han decidir son los que quedan vivos, y el qué se haga ya es una cuestión de consenso. Una visión ultraliberal dejaría los cuerpos muertos en sus camas, y el libre mercado decidiría si las larvas de mosca se dan un festín allí mismo, o si unos ladrones de cadáveres freelance se encargan de ellos. Una visión más social, incluiría los órganos en un banco comunitario, del cual se usarían para aquel que los necesitase.

    Está claro que estoy usando unos ejemplos sesgados y qué me decanto más por una opción que por otra. La gente en su conjunto habrá de decidir en qué sociedad prefiere vivir, la del primer ejemplo o la del segundo. Pero la cuestión principal que quiero recalcar, es que los que deciden son los que quedan vivos, en ningún caso el muerto.

    Sobre la venta de órganos en vida, pues que cada uno haga lo que quiera. Como se suele decir, sólo hay un crimen cuando hay una víctima.

  22. Una impecable simplificación y sesgo del liberalismo, Calamar Gigante. Se ve que a ti también te tira el robo colectivo. Enhorabuena.

    Pero si te molestas en leer mis comentarios, me duele la boca de intentar encauzar el asunto hacia lo que se discute, que es la propiedad de los órganos.

    Viendo tu postura, me gustaría saber por dónde cae tu casa, dado que cuando mueras te haré una visita para ver qué puedo aprovechar no sólo de tu cadáver putrefacto, sino también del resto de tus pertenencias, que ya no pertenecerán a nadie. Intentaré quedarme con tu casa, tu dinero y todo aquello que pueda encontrar de utilidad. Ah, si tienes algún familiar con expectativas de diñarla en breve, te agradecería que me pasaras sus datos de contacto, para hacerle la visita de rigor cuando la rigidez todavía no haya terminado de recorrer su cuerpo, mientras sus ojos sigan húmedos y no haya eliminado los gases de manera natural. Es muy constructivo tu hiperrealismo. Me gusta practicarlo, espero que no te moleste.

    En cuanto a tu alusión al liberalismo, siento decirte que te equivocas. A día de hoy, en este maravilloso y solidario sistema del bienestar, hay personas que mueren en sus casas, completamente solas, hasta que las encuentran cuando ese olor putrefacto al que aludes sale por debajo de la puerta y se mezcla con las lentejas de los vecinos. La diferencia fundamental entre el liberalismo y el socialismo es que en el primero es el individuo, o sus allegados, quienes se encargan de su muerte (¿a quién más le importa?), mientras que en el segundo es papá Estado quien no lo hace por nosotros; porque no sé si te has dado cuenta, pero enterrar a una persona, o incinerarla, cuesta pasta, tanto en un sistema como en otro.

    Si el cuerpo, que es lo primero que tenemos y lo último que nos queda, no es propiedad nuestra, ¿qué sentido tienen las herencias? ¿Quieres decir que tenemos propiedad, tras la muerte, sobre fincas y objetos, y no sobre nuestro propio cuerpo? ¿En qué se basa semejante majadería?

    Un saludo.

  23. Creo que te has dejado llevar por la algarada política, justo lo que yo quería evitar. En un segundo has decidido que yo soy de los que me «tira el robo colectivo», y soy por tanto, «el enemigo». Has pintado una raya en el suelo y nos has puesto a uno en cada lado.

    Supongo que por ello, por no conservar la cabeza fría, pones en mi boca cosas que no he dicho, como que no somos propietarios de nuestro cuerpo. ¿He dicho yo tal cosa? Repasa mi comentario, no aparece en ningún lado. Incluso la última frase indica que mi opinión se decanta a que sí, que somos propietarios de nuestro cuerpo.

    Como has dicho, el tema central es ¿de quien son estos órganos?

    Mientras estás vivo, son tuyos. No creo que haya ninguna discusión posible aquí.

    El problema es cuando mueres. Como estás muerto, esos órganos ya no son tuyos. ¿Motivo? ESTÁS MUERTO. Creía que había quedado claro, pero como tengo mis dudas, lo indico de nuevo. ¿A quién pasan esos órganos? Básicamente, se me ocurren 4 posibilidades: a nadie, a la familia, a la sociedad (a través de algún tipo de instutición estatal) o a una empresa privada que habrá comprado antes de la muerte del individuo sus órganos.

    Dárselos a nadie evidentemente, no genera ninguna polémica pero no beneficia a nadie. Lo descartamos, pues.

    ¿La familia? Es dudoso que puedan hacer algo productivo con el cuerpo de su familiar. En todo caso, sólo podrían trocear a toda prisa el cadáver y poner un montón de anuncios en ebay. Como se muere mucha gente todos los días, esto sería bastante caótico y poco eficiente. Sería mucho mejor que una organización, pública o privada, gestionara el asunto.

    Y para que veas que mi intención no es politizar, no comento las otras 2 opciones, y que cada cual saque sus propias conclusiones.

    Y cuando me muera, puedes pasarte por mi casa e intentar llevarte lo que quieras. A mí seguro que no me importa, en todo caso será con otros vivos con quien tengas que pelearte.

  24. Shora, vuelvo a felicitarte por tu blog, porque es maravilloso! Por cierto, yo tambén soy zurda ; )
    Pero sigo en ligerísimo desacuerdo contigo. La ley es fantástica, pero en la práctica diaria, no se aplica. Cuando un paciente finalmente es declarado en muerte cerebral, se solicita a la familia sus órganos y ésta firma un «consentimiento» y lo «autoriza». Si la familia no concede los órganos, no se sigue más allá y esto es independiente de que exista ley o no. Si no existiese, los médicos actuaríamos de la misma manera. Es más, aunque el paciente tenga carnet de donante, se solicitan nuevamente los órganos a la familia, (nos ha pasado está mañana) y no es del todo infrecuente que no los concedan. Por tanto Ana, te diría, que machaques a tu familia con el tema, y los convenzas, por si llegado el caso tienen que decidir.
    Etiam sí, si se puede transplantar, si el donante tiene una infección bacteriana, simplemente se hace una covertura de amplio espectro previo en el donante y en el receptor. Incluso en el caso de algunas infecciones víricas, por ejemplo se puede transplantar un órgano de un donante seropositivo para VIH si el receptor también lo es. Y por último, no entiendo lo que decís respecto al donante y los accidentes, el donante es una persona sana que sufre una muerte cerebral. Por ejemplo, alguien con una hemorragia cerebral (traumática o no) y que finalmente enclava y sufre muerte cerebral. Para ello es necesario que esto último suceda con soporte adecuado (respirador, etc.) Si no ya no sería valido.
    Saludos.

  25. drapeich:

    «Pero sigo en ligerísimo desacuerdo contigo. La ley es fantástica, pero en la práctica diaria, no se aplica. Cuando un paciente finalmente es declarado en muerte cerebral, se solicita a la familia sus órganos y ésta firma un «consentimiento» y lo «autoriza». Si la familia no concede los órganos, no se sigue más allá y esto es independiente de que exista ley o no. Si no existiese, los médicos actuaríamos de la misma manera. Es más, aunque el paciente tenga carnet de donante, se solicitan nuevamente los órganos a la familia, (nos ha pasado está mañana) y no es del todo infrecuente que no los concedan.»

    No estamos en desacuerdo. Es justamente lo que he dicho, que lo legal va por un lado y la práctica en otro. Aunque haya excepciones legalmente amparadas.

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