Colaboración con Investigación y Ciencia.
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias que ha ido al alza en prácticamente todo el mundo en las últimas décadas. Alrededor de 262 millones de personas padecían asma en 2019 y 461.000 muertes se habían producido a causa de esta dolencia. En la actualidad, hay en torno a 2 millones y medio de asmáticos en España.
Las razones por las que la frecuencia global del asma se ha incrementado no están claras y se cree que pueden haber contribuido un conjunto de factores. Entre ellos, existen numerosas pruebas indirectas que relacionan la exposición a la contaminación ambiental con el desarrollo de asma en los niños. Las partículas en suspensión, el NO2 y el carbón negro son algunas de las moléculas que podrían estar implicadas en este fenómeno. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el asma se produciría a partir de la generación de estrés oxidativo y la inflamación de las vías respiratorias provocadas por las citadas partículas contaminantes.
Además de la contribución de la contaminación ambiental en el desarrollo de asma en niños, ¿podría esta inducir también ataques de asma? Científicos, que forman parte del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (EE.UU), han identificado más ataques de asma de niños y adolescentes en ciudades cuando se producían aumentos moderados de las concentraciones de ozono y partículas finas (PM2.5) en el aire. Los hallazgos se han publicado en la revista The Lancet Planetary Health.
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