La eficacia de cerrar escuelas para frenar algo tan nuevo como el coronavirus aún despierta debate científico

Colaboración con eldiario.es.

Colegio

El súbito aumento de casos de COVID-19 en el centro-norte de España durante los últimos días ha cambiado drásticamente la forma de abordar la epidemia. Entre las múltiples acciones difundidas por las autoridades políticas el pasado lunes, se anunció el cierre durante 14 días de guarderías, colegios, institutos, universidades y otros centros educativos tanto en la Comunidad de Madrid como en La Rioja, que se sumaban a Vitoria y Labastida (Álava). A partir de entonces se han sumado el resto de comunidades autónomas, estableciendo un cierre generalizado de los centros educativos. El Ministerio de Sanidad ha aconsejado también el teletrabajo, siempre que sea posible, y ha informado sobre la creación de una prestación para que los padres sin opción de teletrabajo puedan cuidar a sus hijos.

Esta decisión de cerrar centros educativos se había descartado varios días antes por el Ministerio de Sanidad, debido al reducido número de casos confirmados en aquellas fechas. Según declaraciones pasadas de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, se evitó el cierre completo de colegios en aquel momento porque «No reduciría de manera significativa los contagios en la sociedad en general» y que, paradójicamente, «podría incrementarlo».

La decisión que se ha tomado finalmente en España sobre los centros educativos no es, ni mucho menos, excepcional. Más de una decena de países han cerrado centros educativos en regiones concretas para contener al nuevo coronavirus, como ha sido el caso de Alemania, Francia o Estados Unidos. Otros Estados han ido más allá y han cerrado todos los centros en sus territorios como Italia, Japón, Irán o Dinamarca.

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