Colaboración con eldiario.es.
Una vacuna efectiva contra el coronavirus es, en estos momentos, el objeto más deseado por multitud de gobiernos del mundo: un fármaco preventivo frente a la COVID-19 que permita volver a las sociedades a una vida normal sin la amenaza constante de una nueva epidemia de coronavirus. Además de las más de 275.000 muertes causadas por la COVID-19, las pérdidas económicas que está generando el virus SARS-CoV-2 son descomunales. No resulta, pues, nada sorprendente que se estén recaudando miles de millones de euros (solo en Europa se han conseguido recientemente más de 7,4 mil millones) para su investigación, desarrollo y distribución. Nunca en la historia de la humanidad se había invertido tanto dinero en tan poco tiempo para una vacuna en particular, ni tampoco nunca tantos científicos habían trabajado conjuntamente para afrontar un reto biomédico.
En estos momentos hay al menos 120 vacunas contra el coronavirus en fase de investigación en diferentes regiones del mundo. Estas vacunas se dividen en varios grupos: Basadas en ARN, basadas en ADN, vectores virales no replicativos, vectores virales replicativos, virus inactivados, virus «vivos» atenuados y basadas en subunidades de proteínas.
Casi todas ellas (110) están en fase preclínica, que consiste en la evaluación in vitro (sobre células en cultivo) y en animales de laboratorio. Tan solo 10 vacunas se encuentran en un ensayo clínico de fase I (evaluación de la seguridad de la vacuna, sobre 20-100 personas sanas) o en fase 2 (evaluación de la eficacia, sobre varios cientos de personas).
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