Colaboración con Hipertextual.
El pasado sábado 12 de junio, durante unos angustiantes minutos, el fútbol dejó de importar en el partido de la Eurocopa entre Dinamarca y Finlandia. Una emergencia médica de vida o muerte se mostraba, de forma súbita, ante las cámaras: el jugador danés Christian Eriksen caía inconsciente en el campo de juego por una parada cardíaca. Los compañeros de Eriksen tuvieron el empático gesto de hacer un corro a su alrededor para que las cámaras no pudieran grabar los dolorosos instantes a los que se enfrentaba el jugador. Sin embargo, más allá de la protección de la privacidad del paciente; los jugadores volvieron a cometer los mismos errores a la hora de actuar ante esta urgencia médica que otros muchos deportistas en eventos anteriores.
Simon Kjaer, capitán del equipo de Dinamarca, fue el primero en reaccionar. Se acercó a su compañero Eriksen y realizó maniobras para que «no se tragara la lengua» y lo puso en posición lateral de seguridad. Durante un par de eternos minutos, nadie realizó masaje cardíaco sobre el jugador. Solo cuando el equipo médico llegó al campo comenzaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar, con desfibrilación (para que el corazón volviera a latir con normalidad).
Un mito que se resiste a morir: la temida lengua que se traga
Una vez más, las cámaras volvieron a mostrar que el desconocimiento general sobre qué hacer ante un fallo cardíaco sigue muy presente en la población general. Y que los estadios no son precisamente oasis de sabiduría en primeros auxilios. Al contrario, los eventos deportivos muestran, ante los focos y al gran público, lo mucho que aún queda por hacer a la hora de enseñar conocimientos básicos de primeros auxilios a los ciudadanos; especialmente cuando ocurre lo peor: un fallo del corazón.
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