Colaboración con el Cuaderno de Cultura Científica.
Según el informe Muerte súbita y cardioprotección de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), cada año en España se dan en torno a 30.000 casos de muerte súbita fuera de centros sanitarios y 15.000 intentos de reanimación por parte de los servicios de emergencia. Estos fallecimientos repentinos e inesperados suelen estar provocados, en la gran mayoría de los casos, por alteraciones del ritmo cardíaco que llevan a una parada. Una actuación rápida y adecuada, en los primeros 8 minutos, resulta vital para poder salvar la vida al paciente con paro cardíaco y disminuir el riesgo de secuelas. Cada minuto que pasa sin ninguna intervención implica un 10 % menos de probabilidad de que la persona sobreviva.
La reanimación cardiopulmonar (RCP) es una maniobra fundamental ante paros cardíacos y su realización adecuada duplica o incluso triplica las probabilidades de que el paciente pueda seguir viviendo. Sin embargo, solo un 30 % de los españoles sabe realizar una RCP. Los cardiólogos estiman que se podrían salvar entre 1.5000 y 3.000 vidas cada año si la población española contara con la formación necesaria para realizar esta maniobra. Según la ley, educar en la RCP debería ser obligatorio en Educación Primaria, pero la realidad es que la enseñanza de primeros auxilios en la escuela es minoritaria en nuestro país. Esto determina que, mientras que en los países nórdicos las probabilidades de supervivencia ante una parada cardíaca en la calle son del 30 %, en España estad se encuentran entre el 5 y el 10 %.
Las maniobras de reanimación cardiopulmonar han evolucionado radicalmente a lo largo de los siglos. Por ejemplo, antes del siglo XX, la técnica predominante se centraba solo en la ventilación asistida, ya fuera con un fuelle o boca a boca. Sin embargo, más adelante se observó que la supervivencia era mayor cuando se realizaban compresiones torácicas, lo que permitía que la sangre siguiera circulando. La RCP, tal como la conocemos en la actualidad, se implantó no hace mucho: en los años 60 del siglo pasado. Los médicos Kouwenhoven, Safar y Jude defendieron las insuflaciones boca a boca junto a las compresiones torácicas y esta técnica fue la que se expandió a lo largo del mundo.
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