Colaboración con Investigación y Ciencia.
El intestino humano es un verdadero ecosistema en el que residen multitud de especies diferentes de microorganismos que componen la microbiota intestinal. Las bacterias, arqueas, hongos, virus y, en ocasiones, diversos parásitos empiezan a colonizar esta zona del tubo digestivo desde el nacimiento y sus poblaciones van variando con el tiempo y con la alimentación. Estos inquilinos microscópicos desempeñan funciones vitales para los humanos entre las que destacan la digestión y producción de diversos nutrientes (vitamina K, ácidos grasos de cadena corta o folatos, entre otros), la protección frente a microorganismos patógenos y toxinas y el entrenamiento del sistema inmunitario.
En la última década, las bacterias que componen la microbiota intestinal han recibido una gran atención científica porque desequilibrios en sus poblaciones o funciones se han asociado a diversas enfermedades como la obesidad, las alergias, el síndrome de intestino irritable o el cáncer de colorrectal. Mientras tanto, el papel del conjunto de virus (de ADN y ARN) que habitan el intestino, denominado viroma entérico, ha quedado relegado a un segundo plano y, por tanto, el conocimiento sobre este es muy limitado.
Ahora, una investigación, cuyos resultados se publican en la revista Science Immunology, muestra nuevos datos sobre cómo el conjunto de virus que pueblan el intestino humano modula la inflamación en esta región del cuerpo humano. El estudio, realizado por investigadores de Estados Unidos y Canadá, indica que un desequilibrio en las diferentes especies del viroma entérico podría favorecer la aparición de enfermedades inflamatorias intestinales (EII) como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.
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