Acechantes ante la próxima gran epidemia de gripe

Colaboración con el Cuaderno de Cultura Científica.

Gripe
Foto: CDC / Unsplash

Cuando la COVID-19 irrumpió por sorpresa en el mundo, la gran mayoría de las miradas científicas no se dirigían a los coronavirus como potenciales causantes de la próxima pandemia, sino a los sospechosos habituales: los virus influenza. No es para menos: estos microorganismos responsables de la gripe han provocado de forma cíclica grandes epidemias y pandemias a lo largo de la historia gracias a su elevada capacidad de mutación y su fácil expansión entre las sociedades humanas. De hecho, numerosos países cuentan desde hace décadas con planes nacionales de preparación y respuesta ante una pandemia de gripe, por recomendación de la Organización Mundial de la Salud. España se encuentra entre ellos desde el año 2003.

Se estima que cada 9-12 años se acumulan una serie de cambios genéticos importantes que llevan al surgimiento de un nuevo virus gripal, con nuevas proteínas en su envoltura (hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N)) que no han circulado hasta ese momento entre los humanos. Este fenómeno puede producirse tanto por las mutaciones espontáneas que se van apareciendo en dichos virus con el tiempo, como por el intercambio genético entre virus humanos y de animales (de aves, cerdos y otros mamíferos). La irrupción de un nuevo virus gripal, totalmente desconocido para el sistema inmunitario de las personas, tiene el potencial de desencadenar una pandemia si consigue transmitirse por el mundo y provocar enfermedades y muertes a su paso.

Solo en el siglo XX se produjeron tres pandemias gripales. La más conocida por todos es la famosa pandemia de 1918, mal llamada «gripe española» (desencadenada por el virus influenza H1N1), que provocó la muerte de entre 20 y 50 millones de personas. Sin embargo, otras epidemias de gripe también provocaron estragos en las poblaciones durante dicho siglo como la gripe asiática (1957-1958), provocada por el subtipo H1N1, que causó 2 millones de muertes, y la gripe de Hong Kong (1968-1969), desencadenada por el H3N3, que se llevó por delante la vida de 1 millón de personas.

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