Colaboración con Investigación y Ciencia.
La exposición a la radiación solar, en particular a los rayos ultravioleta (UV), es uno de los factores que más contribuyen al envejecimiento y al desarrollo de cáncer en la piel. El riesgo de sufrir un melanoma a lo largo de la vida se multiplica conforme aumenta la exposición sin protección a los rayos UV. Aunque el melanoma solo constituye el 1 % de los casos de cáncer de piel, este es, con diferencia el más peligroso, pues provoca la mayoría de muertes causadas por tumores cutáneos. Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), cada año se diagnostican en España más de 6.000 nuevos casos de melanoma y cerca de un millar de personas fallecen cada año por esta causa.
Las células cancerosas que constituyen el melanoma, encargadas de la producción del pigmento melanina (melanocitos), se caracterizan por tener una especial habilidad para expandirse, invadir otros tejidos y provocar metástasis. Además, el melanoma se caracteriza por ser uno de los tumores con mayor proporción de mutaciones, la absoluta mayoría de ellas causadas por alteraciones en el ADN desencadenadas por los rayos UV, sobre todo por los rayos UV B.
Hasta ahora, se desconocía a través de qué mecanismo específico la radiación solar terminaba provocando mutaciones en los melanocitos que generasen un tumor maligno. Se pensaba que ocurría por errores en la copia del ADN durante el proceso de replicación. Una reciente investigación desarrollada por científicos del Instituto Van Andel (Estados Unidos), cuyos resultados se publican en la revista Science Advances, aclara, por fin, los pasos intermedios que ocurren en dicho proceso.
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