Colaboración con eldiario.es.
El caso de Rocío Monasterio, que firmó presupuestos y certificaciones de obra sin tener el título de arquitecta, es algo habitual en el mundo sanitario desde hace varias décadas. Personas que se presentan como profesionales de la salud, aunque no poseen ningún título sanitario oficial, y que aplican casi normalmente las más peregrinas pseudoterapias sin respaldo científico a sus pacientes: homeopatía, medicina ortomolecular, acupuntura, reiki, iridología… Las semejanzas entre Monasterio y estos pseudoterapeutas no se limitan solo a este detalle. De la misma forma que Monasterio se libró del castigo del Colegio de Arquitectos, que archivó la denuncia por intrusismo alegando que no estaba colegiada por aquel entonces, multitud de intrusos sanitarios ejercen a sus anchas sin que los correspondientes colegios sanitarios actúen al respecto. Desafortunadamente y en numerosas ocasiones, tiene que morir alguien para que un colegio sanitario se decida a intervenir.
En los últimos años, ha aparecido y proliferado un nuevo tipo de intrusismo sanitario entre los autodenominados coaches en el ámbito de la salud. De forma similar a los pseudoterapeutas anteriores, en este ámbito abundan personas que ofrecen servicios sanitarios en ámbitos como la nutrición, la psicología o la medicina, sin tener el correspondiente título sanitario. La falta de regulación en el coaching favorece la aparición de tales prácticas sanitarias. Para justificarse frente al intrusismo, los coaches sanitarios suelen argumentar que no ofrecen servicios sanitarios porque no son profesionales sanitarios, sino lo que hacen es «orientar» a las personas hacia una vida más saludable.
Seguir leyendo en: ‘Coaches’ sanitarios: el coqueteo diario con la ilegalidad de los falsos profesionales de la salud