El doble filo de los antiinflamatorios: podrían incrementar el riesgo de dolor crónico

Colaboración con Investigación y Ciencia.

Dolor de rodilla
Foto [iStock/Pornpak Khunatorn]

El dolor crónico es un importante problema de salud global, especialmente en las sociedades más envejecidas. Esta dolencia tiene un profundo impacto en la calidad de vida y en la autonomía de los pacientes y supone un coste elevado para los Estados. Solo en España, el Ministerio de Sanidad estima que ocho millones de personas sufren algún tipo de dolor persistente (el 17 % de la población del país). Entre todos los tipos de dolor crónico, el dolor lumbar es el que más destaca por el elevado número de años con discapacidad que provoca y porque su frecuencia e impacto aumentan con la edad.

A pesar da la gran relevancia de esta dolencia en el mundo, los mecanismos moleculares implicados en que el dolor agudo se transforme, a veces, en crónicos son prácticamente desconocidos. Conocer mejor qué ocurre en este proceso podría ayudar a prevenir su aparición o a desarrollar analgésicos más eficaces para tratarlo. Los estudios más recientes sugieren que en la aparición de este tipo de dolor están involucrados tanto el sistema nervioso como el sistema inmunitario. De esta forma, el dolor crónico sería una dolencia neuroinflamatoria. Diversas células del sistema inmunitario participan en la regulación del dolor mediante la liberación de moléculas que actúan de forma directa o indirecta sobre neuronas sensoriales periféricas o del sistema nervioso central.

Ahora, una reciente investigación, cuyos resultados se publican en la revista Science Translational Medicineaporta datos valiosos sobre cómo el sistema inmunitario participa en la resolución del dolor lumbar agudo, protegiendo así al organismo de la aparición del dolor crónico. Para la realización del estudio, un equipo internacional de investigadores ha evaluado el sistema inmunitario de muestras procedentes tanto de pacientes (98 participantes con dolor lumbar agudo, a los que se les realizó un seguimiento de 3 meses) como de ratones con dolor lumbar.

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